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domingo, 4 de septiembre de 2016

Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día.



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Inicio: Recogido y en la Presencia de Dios, ponte es paz y escucha Palabras recias y poco comunes… Invoca al Espíritu: Sé mi Luz, mi Fuerza, mi Decisión… Ven, Espíritu… Ven…
 
Leer despacio el texto: Lc 14,25-35
 
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran diciendo: ‘Este hombre empezó a construir y no pudo acabar’ ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.»

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Contemplar
 
<>Mucha gente acompañaba a Jesús… En este camino que estamos recorriendo con Jesús, hace notar el evangelista que mucha gente le acompañaba. O sea que cada vez se añadía más gente a la comitiva de Jesús. ¡Por algo sería! Ahora, en esta contemplación, me uno yo también. ¡Es tan valioso lo que enseña! ¡Tan maravilloso lo que hace con los empobrecidos y necesitados, que nadie se lo quiere perder! Nosotros ahora tampoco: ¡no queremos perdernos su Palabra! Por eso estamos aquí para oírlas, rumiarlas, contemplarlas, hacerlas vida. Y hacernos mejores seguidores suyos. Dispongamos el oído y sobre todo el corazón. ¿Para qué, si no, medito yo el Evangelio hoy? ¿Para qué?...
<>Él (Jesús) se volvió y les dijo… Tal vez Jesús en ese momento piensa que son demasiados los que fácilmente le siguen… O que le siguen por intereses personales poco confesables… O que quieren discutirle sus enseñanzas… Y habrá quien crea cada vez más que el Reino de Dios ha llegado, está aquí… ¡Hay que seguirle! Por lo que fuere, lo cierto es que Cristo explícitamente se vuelve hacía ellos para decir algo que es muy duro a los oídos humanos, y más al corazón que no está limpio ni libre… Ese volverse a decirles algo, está significando que algo decisivo quiere afirmar rotundamente… Ahora Jesús se vuelve a ti… Déjate mirar por Él, que su mirada llega dentro, a tu corazón… Aguanta y acoge esa mirada honda y  firme, está llena de cariño, al tiempo que de paz y simpatía, de convencimiento sereno: quiere transmitir confianza, fortaleza y verdades que cambian la vida…, la tuya ahora mismo… ¡Déjate mirar…, te va la vida en ello!, y escúchale decirte:
<>Si alguno viene a mí, y no pospone a su padre y a su madre…  Léelo despacio, son tres líneas. Léelas en voz alta para ti solo… Como para que te entren desde fuera, desde Jesús mismo. ¡Pues así es! Todo el párrafo es de una rotundidad inigualable; no admite tergiversaciones, enredos, interpretaciones que suavicen. ¡Pero no te asustes! Dicen esto: las exigencias de ser discípulo-misionero de Jesús, de ser su testigo, pasan por delante de los vínculos afectivos que tenemos bien enraizados dentro de nosotros, como son la propia familia, padre, madre, esposa, hijos, hermanos y hermanas…, los bienes, y así como en un crescendo, pasan también por delante de la propia persona, sus proyectos e intereses, por buenos y valiosos que fueren… Ante todo está Jesús y su Reino de verdad, vida, santidad, gracia, justicia, amor y  paz. Ante todo está el amor a la voluntad del Padre al estilo de Jesús, para crear un mundo nuevo. Todo lo demás se pospone a esto, va por detrás de esto… No te invitan, pues, a rechazar a nadie, ni a dejarlos de lado y como en el olvido. No. Es cuestión de preferencia: primero Dios, Jesús, después, y desde ellos, lo demás en el orden que pida el Señor. ¿Te dan paz sus Palabras? ¿Te turban, te inquietan?... ¡Déjalas resonar una y otra vez en tu corazón hasta que te vayan dando paz y fortaleciendo tu confianza en Él y en sus Palabras!… Es necesario, porque todo progreso espiritual y todo camino de profundización en la fe viva y total, piden estar dispuestos a desprenderse de aquello que impide ser libres. Esta es la cuestión: ¡ser interiormente libres! Y claro, la renuncia es el precio que hemos de estar dispuesto a pagar. Para ello hay que estar decidido a hacer propia una nueva escala de valores, de criterios, de amores: la de Jesús y su Evangelio. ¿Cómo te sientes para esto? Háblalo despacio con Jesús…, lee y relee sus Palabras en alta voz… ¿Puedes responderle algo concreto? ¡Ánimo! Es muy grande todo esto…, con su gracia, su fuerza, su poder, su Espíritu está actuando en ti…
<> Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve la cruz ahora, en presente, en la vida de cada día… Este el punto culminante del nivel de exigencias en el seguimiento de Jesús. ¿Cargar con la cruz?: es abrazar la vida. Ahora. Hoy. ¡Simplemente! Fíjate bien: cuando Él lleva la cruz va desnudo, sin ningún condicionamiento, libremente, amorosamente, seguro de cumplir la voluntad del Padre a favor nuestro. Fíjate, además:  la cruz de Jesús no es la consecuencia de un acto heroico, sino de vivir fielmente la voluntad del Padre Bueno, que mira y quiere a los hombres con afecto, con misericordia, con el deseo de que encuentren la libertad de vivir profundamente, es decir, en amor, la comunión con Dios y con los hombres sus hermanos. ¡Ah! La cruz es para servir a Dios y a los hombres y llevarlos a su libertad más profunda: la salvación, la santidad… Aquí, no lo olvides, es fundamental pedir que el Espíritu Santo ilumine y fortaleza con esperanza y alegría, cada día, la propia vida… 
<>Al final, pone el Señor un par de ejemplos o parábolas, para hacernos reflexionar y calcular los dones y las disposiciones personales que tenemos, y así caer en la cuenta si estamos en condiciones de seguirle pese a todo: y ver si Él nos llama y nos invita. En definitiva, se trata de tomar conciencia de la propia debilidad y de conocer los propios recursos… ¡Y entonces, sí: darle una respuesta generosa… ¡No nos faltará nunca su ayuda! Recuerda: Dios lo ha calculado todo y se lo ha jugado todo por ti…, por cada uno… Ahí está, si no, Jesús…   
 
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Vivir
 
--Ante todo, cada uno de los pasos de esta contemplación, conviene que sean  repensados cada día un poquito en la Presencia del Señor. ¿Te animas? La razón que estas sus Palabras son Palabras Mayores en la vida y para la vida de un cristiano que buscar serlo en serio. Y eso conlleva rumiarlas y en entrenarse en su aplicación en el día a día y paso a paso con esperanza ilusionante…
--Ser cristiano es irse pareciendo cada vez más a Jesús en obras y palabras. Hoy se nos recuerda que debemos dejar todo aquello que nos impida seguirlo. Vivir a su estilo no es una gracia barata. No. ¿Qué hacer entonces? Pues hay que orar una y otra vez, cada día un ratito, a fin de que el Espíritu nos ilumine y fortalezca, nos ayude a ser verdaderos seguidores de Jesús. ¿O es que no es eso lo que estás buscando?
--No nos engañemos: “escuchar y seguir a Jesús, ayer y hoy y mañana,  exige valentía y correr riesgos que el hombre corriente nunca alcanza a comprender. Pero que rearman moral y espiritualmente al cristiano.

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