El gran riesgo es que todo se olvide, que nos acostumbremos. Han pasado de ser 1,6 millones a ser doscientos mil, han sido torturados, martirizados, expulsados de su hogar, y se amontonan por decenas de miles en campamentos de refugiados. Sólo por profesar la fe que compartimos con ellos. Ayuda a la Iglesia Necesitada lanza un nuevo vídeo para recordarnos que nuestras oraciones y nuestros donativos son su única esperanza.
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