Francisco quiso lanzar un mensaje muy claro sobre la posición del Vaticano ante la crisis de los refugiados, lavando este Jueves Santo los pies a once de ellos y a un cooperante en un centro de acogida en Roma. Los inmigrantes eran cuatro jóvenes nigerianos católicos, tres mujeres eritreas cristianas coptas, tres musulmanes (de Siria, Pakistán y Mali) y un joven indio de religión hinduista.
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