En la Solemnidad del Corpus Domini, el Evangelio de
hoy nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen
cuanto más se comparten. El Papa en el Ángelus reflexiona sobre el milagro de
la multiplicación de los panes y los peces y el misterio de la Eucaristía. |
Patricia
Ynestroza-Ciudad del Vaticano |
El compartir de Dios con la
humanidad
“En la raíz de todo
compartir humano está el de Dios con nosotros”, expresó el Pontífice. Al
hacerse hombre, Jesucristo asumió nuestra pobreza y fragilidad, incluso nuestra
muerte, para redimirnos. Citando al místico bizantino Nicolás Cabásilas, el
Papa subrayó que Dios elige valerse de lo poco que podemos darle, y
eso lo convierte en medio de salvación.
“Sin embargo, al leer todo
esto en el día del Corpus Domini, reflexionamos sobre una realidad aún más
profunda. Sabemos, en efecto, que en la raíz de todo compartir humano hay uno
más grande que lo precede: el de Dios hacia nosotros. Él, el Creador, que nos
dio la vida, para salvarnos pidió a una de sus criaturas que fuera su Madre,
para asumir un cuerpo frágil, limitado, mortal, como el nuestro, poniéndose en
sus manos como un niño. Así compartió hasta sus últimas consecuencias nuestra
pobreza, eligiendo valerse, para redimirnos, precisamente de lo poco que
podíamos ofrecerle (cf. Nicolás Cabásilas, La vida en Cristo, IV, 3)”
La Eucaristía: don de amor
y comunión
Comparando la Eucaristía
con el gesto de un regalo sencillo pero lleno de amor, León XIV ilustró cómo
Dios se une a nosotros con ternura y cercanía, santificando lo que le ofrecemos
y transformándolo en alimento de vida eterna. En cada Misa —dijo—, el pan y el
vino, junto con nuestra vida, son acogidos por Dios y devueltos como signo de
su amor absoluto.
Inspirándose en san
Agustín, el Papa recordó que así como muchos granos de trigo forman un solo
pan, la Iglesia se edifica como un solo cuerpo en la unidad y la caridad, fruto
del misterio eucarístico.
“Pues bien, en la
Eucaristía, entre nosotros y Dios, sucede precisamente esto, el Señor acoge,
santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la
ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo,
sacrificio de amor para la salvación del mundo. Dios se une a nosotros
acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a Él
recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor. De este modo —dice
san Agustín—, como el “conjunto de muchos granos se ha transformado en un solo
pan, así en la concordia de la caridad se forma un solo cuerpo de Cristo” (cf.
Sermón 229/A, 2)”
Oración
mariana del Ángelus con el Papa León XIV, domingo 22 de junio de 2025.
(@Vatican Media)
Celebración
de la solemnidad en San Juan de Letrán
Por último, León XIV
recordó a los presentes, que esta noche se realizará en la basílica de San Juan
de Letrán “la Procesión Eucarística”, después de la Santa misa, los presentes
en la basílica se pondrán en camino junto con el Obispo de Roma, llevando el
Santísimo Sacramento por las calles de la ciudad.
“Cantaremos, rezaremos y,
finalmente, nos reuniremos en la Basílica de Santa María la Mayor para implorar
la bendición del Señor sobre nuestros hogares, nuestras familias y toda la
humanidad. Partiendo desde el altar y el sagrario, que esta celebración sea un
signo luminoso de nuestro compromiso de ser cada día portadores de comunión y
paz los unos para los otros, en el compartir y en la caridad”
(vatican.va)
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