viernes, 4 de julio de 2025

«Misericordia» empezó evangelizando América en bus, hoy apunta a Cañada Real: «Nos robó el corazón»

El proyecto misionero ya se encuentra presente en Argentina,
EE.UU., Francia o Chile

Romain y Reina de Chateauvieux.

Romain y Reina de Chateauvieux se conocieron en una favela. Se enamoraron, se casaron y con sus hijos sintieron una llamada a dedicar su vida a la misión.

Vajillas, obras de arte, licores, muebles… Son algunos de los regalos que los principales portales de organización de bodas sitúan entre las tendencias dominantes. Pero en la suya, 
Romain y Reina de Chateauvieux pidieron algo muy distinto: oración, sencillez y vida misionera. Aquellas tres peticiones se materializarían poco después, en 2013, en el proyecto Misericordia.

Se trata de un apostolado que lleva el Evangelio a todo el mundo desde la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús y con el carisma de la ayuda a los más necesitados, viviendo “como los más pobres entre los pobres”.

El pasado 7 de junio, en el Congreso Cor Iesu, Spes Mundi, el propio Romain relató la historia de un proyecto que ya abarca 19 años de matrimonio, seis hijos, más de dos décadas como misioneros y centros que llegan desde Francia hasta Argentina o de Estados Unidos a Chile.

Conoció a Dios por la Biblia y en la pobreza

El misionero de origen francés comenzó presentando a Reina, su esposa, criada en una familia muy pobre y sin fe de Salvador de Bahía, en Brasil.

Relató la poderosa experiencia que llevó a su mujer a conocer el Evangelio, cuando unos misioneros de la parroquia de la favela llamaron a su puerta, hablaron de Dios y le dejaron una Biblia. Entonces, Reina tenía 17 años.

Tras la visita, cuenta Romain, “abrió la Biblia y leyó la pasión y por primera vez se encontró con un corazón ardiente de amor. La experiencia de encontrarse con el amor de Jesús fue tan potente que [Reina] tuvo la sed de responder”.

Emocionada, salió de su casa de inmediato, buscó la iglesia más cercana y no tardó en pedir recibir el bautismo y el resto de sacramentos. Comenzó así su pertenencia a la Iglesia, dando sus primeros pasos en la fe en una comunidad misionera con una fuerte vida apostólica y de oración en torno a la favela. Allí permaneció durante seis años, cuando llegó Romain, proveniente de una familia muy distinta a la de Reina, acomodada y con vida de fe.

El poderoso encuentro con Jesús de Romain

Cuenta que entonces sufrió varias experiencias que grabaron en él el celo apostólico. En una de esas ocasiones, era viernes santo y la pastoral de jóvenes le pidió representar a Jesús en el vía crucis. Estación tras estación, contemplando la pasión, “empecé a entender que el Señor lo había hecho por mí y volvería a hacerlo solamente por mí”, relata.

Casi al mismo tiempo, al terminar el Vía crucis, las misioneras de la caridad le pidieron visitar y llevar medicamentos a un hombre sin recursos que se encontraba postrado en su casa.

Al hacerlo, cuenta, “viví un encuentro muy potente con Jesús. Al limpiar las lágrimas del rostro de ese señor que lloraba, contándome los dolores de su vida, viví un encuentro difícilmente explicable con palabras humanas. Escuché una frase muy clara en mi corazón, como una luz para mi vida y mi vocación, que decía: ` Romain, la felicidad que buscas, al servicio de los pobres la encontrarás´”.

Al principio pensó que era un primer llamado a la vida consagrada o sacerdotal. Pero conforme pasaban las semanas, no hacía sino enamorarse aún más de Reina y la vida misionera. Ambos supieron entonces que su vocación era dedicarse juntos a la misión, “al servicio de los pobres, de Jesús y de la Iglesia”.

Tres regalos de boda

Y para cumplirla, pidieron en su oración tres regalos de bodas: “El primero, el regalo de la oración porque estamos convencidos de que el mundo cambia a punto de rodilla. El segundo, la sencillez, el regalo de poder vivir pobres entre los pobres toda nuestra vida. Y el tercero, el regalo de la vida misionera”.

Ninguno de ellos tardó en llegar. Nada más casarse fueron consultados por Fidesco, organización internacional de envío de voluntarios, y enviados al barrio de Little México, en Atlanta, donde la práctica totalidad son inmigrantes clandestinos de Hispanoamérica.

Describe su misión como “ser la presencia en el barrio de una Iglesia que anuncia y sirve”.

Lo que empezó con una simple caravana, su casa sobre ruedas, terminó creciendo en proyectos y voluntarios que aunaban caridad y compasión con evangelización. El proyecto crecía y cada vez eran más los que pedían al matrimonio que llevase el Evangelio más allá de Little México, también a Guatemala, Colombia o el mismo México. Y con ese mismo pedido, se ofrecieron al Consejo Episcopal Latinoamericano. “Si ustedes nos envían, nosotros vamos”, dijeron.

La familia crece, y la misión también

Dicho y hecho, el matrimonio misionero fue enviado en un autobús que convirtieron en “casa rodante” y que los llevó de Estados Unidos a la Amazonia de Brasil, visitando en tres años más de 15 países y los lugares más pobres, retirados y con menos presencia de la Iglesia de todo el continente.

Recuerda aquellos años plagados de “milagros y aprendizaje eclesial”. También de vida familiar, mencionando entre risas que el matrimonio subió al autobús con dos hijos y bajo con cuatro. Hoy, la familia misionera tiene seis hijos y 19 años de trayectoria evangelizadora.

Entre sus primeros pasos, recuerda cómo se instalaron en el icónico barrio chileno de La Pincoya, que comparan al Bronx estadounidense. Allí comenzaron su “diagnóstico misionero”, escuchando a los vecinos e identificando tres de sus necesidades más acuciantes, “su sed de Dios y consuelo, necesidad de educación y de salud”.

En respuesta, el matrimonio trató de edificar un centro misionero cuya vocación sería ofrecer la respuesta del Sagrado Corazón a las necesidades de sus habitantes. Era 2013 y, sin saberlo, estaba naciendo el proyecto Misericordia, un mes antes de la elección del Papa Francisco.

Pincoya, uno de los barrios más pobres y emblemáticos de Santiago de Chile.

En el año 2013, Romain y Rena se establecieron en uno de los barrios más pobres y emblemáticos de Santiago de Chile y fundan Misericordia.

En el año 2013, Romain y Rena se establecieron en uno de los barrios más pobres y emblemáticos de Santiago de Chile y fundan Misericordia.

Cena de Navidad con una familia de 1.500 personas

Doce años después, el proyecto “cristocéntrico” y misionero con la mirada puesta en el Sagrado Corazón de Jesús tiene un gran foco en Chile, donde atienden a cientos de vecinos y familias, ofreciendo asistencia material y espiritual. Recuerda momentos especialmente significativos como el día de Navidad, reuniendo en torno a la Iglesia del foco misionero hasta a 1.500 vecinos.

Todos ellos se reúnen en los más de 60 proyectos sociales, ubicados cada uno en grandes contenedores de carga donde “excelencia e innovación” se dan la mano para desarrollar iniciativas vinculadas a la caridad y el desarrollo.

Allí, dice, “la misericordia trabaja con la fuerza del Corazón de Jesús” y “atrae a los vecinos de manera natural. Una vez participan de los proyectos, tienen un encuentro personal, penetran en el Corazón de Jesús y encuentran su lugar en la Iglesia”, explica. Solo entonces, el que ha sido ayudado está preparado para ayudar, siendo enviado de vuelta a sus barrios y comunidades pero ahora como misioneros.

Los factores clave de la misión de "Misericordia"

De entre los “componentes clave” del apostolado misionero, habla en primer lugar de la evangelización desde la visión caritativa, de la compasión y la misericordia.

Convencido de que el Corazón de Jesús “es la fuente de donde brota la misericordia”, Romain comenzó a desarrollar campañas de evangelización directa, puerta a puerta, para promover el bautismo y los sacramentos.

Si el símil del agua explica su vocación de sanar barrios y almas, el de la sangre del corazón refleja su búsqueda de un proyecto eucarístico basado en la centralidad de la misa diaria o capillas de adoración perpetua.

El proyecto de “Misericordia” también busca ser refugio como el Corazón de Jesús como parte central de su estrategia misionera, siendo un imán donde vecinos y necesitados puedan sentarse en la mesa, también junto a niños y menores que buscan apoyo escolar, de maternidad o de asistencia a gente de la calle.

Entre otro de los componentes básicos de su proyecto destaca la belleza, que cuidan especialmente en el ámbito de la liturgia y los sacramentos, buscando “ofrecer lo mejor de la Iglesia para los más pobres”. Y con la belleza, también cobra especial relevancia su búsqueda de reparación y consolación desde una dimensión social, de modo que, practicando las obras de misericordia, los misioneros del proyecto buscan también “consolar el Corazón de Jesús en los pobres”.

Un nuevo modelo de misión: "Cañada Real nos robó el corazón"

En último lugar, Romain menciona su deseo de representar “un nuevo modelo” de Iglesia misionera, en la que sea posible “ser muy fiel al magisterio y la doctrina”, pero al mismo tiempo ser “un modelo más líquido, que permee mejor en los barrios y periferias”.

El misionero se despide anunciando su deseo de incorporar a España a su listado de destinos misioneros como Francia, Argentina, Estados Unidos o Chile.

“Hemos visitado Madrid en los últimos días, y hay un barrio que nos robó el corazón, que es Cañada Real. Ojalá podamos dar la respuesta del Corazón de Jesús a una situación de mucha pobreza”, finaliza. 

José María Carrera Hurtado, ReL

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