"Cambiamos Navidad y el nacimiento de Jesús por el espíritu fraterno y la fiesta de las luces. Dimos de lado le Semana Santa para convertirla en las vacaciones de irse a la playa en primavera. Quitamos a Todos Los Santos para dejar entrar Halloween. Nuestras tradiciones ya no celebran su origen, sino un espectáculo vacío para vender cosas"

Esto pasó en la JMJ de Madrid
Voy a contaros algo. Al lado de mi parroquia aquí en Leganés hay un colegio publico que se llama Juan de Austria. Así a ojo calculo que mitad de los alumnos del centro son musulmanes. Esto no es un dato anecdótico: es un hecho que cambia el ambiente del lugar. Se nota en el idioma que escuchas, en vestimentas que ves, en el modo de reunirse las familias. Esto impregna la cultura del barrio
Se nota cómo cada familia musulmana cuida su identidad con celo. No se perciben complejos ninguno, ni vergüenza. No les da miedo expresar lo que son, no sienten la necesidad de “adaptarlo” para gustar. Saben defender su cultura y tienen claro que quitar lo suyo no es negociable. Esto a tí te puede chocar si es que has sido educado en el buenismo de que si es negociable quitar todo lo tuyo y diluir tu identidad.
Siguiendo los dogmas de casi todo colegio público, ahí celebran el Halloween vestidos de monstruos y con símbolos de muerte por todos los sitios. Pero me fijé en algo: ese día las familias musulmanas no fueron al colegio. No vi pasar ni uno solo y son siempre decenas y decenas. Si fueron el resto de niños, en su mayoría hispanoamericanos. Esto es muy #ParaPensar. Siempre les digo a las familias hispanas que defiendan poder vivir su fe. Que no se dejen arrastrar por el "buenismo quedabien" europeo, que no cometan los errores que aquí hemos cometido, que no se dejen robar su identidad cristiana como ha pasado aquí, que lo que aquí llamamos “estado de bienestar” no lo es todo ni es un "dios".
Lo de estas familias muslmanas que no llevan a sus niños al Halloween no es rebeldía, es coherencia cultural. Saben quiénes son y actúan en consecuencia. Tienen una cultura fuerte que se sabe plantar y defender frente a lo que va contra ella. Están protegiendo lo que consideran valioso y que les define como comunidad. Aquí en España nuestro complejos ideológicos no nos han dejado hacer eso.
Nosotros hace décadas nos hemos tragado el cuento de avergonzarnos de lo que éramos. Cambiamos Navidad y el nacimiento de Jesús por el espíritu fraterno y la fiesta de las luces. Dimos de lado le Semana Santa para convertirla en las vacaciones de irse a la playa en primavera. Quitamos a Todos Los Santos para dejar entrar Halloween. Nuestras tradiciones ya no celebran su origen, sino un espectáculo vacío para vender cosas. El socialismo sin dios encantado de ello. El capitalismo voraz encantado también.
Las culturas no desaparecen de golpe, como en una guerra. Se van erosionando poco a poco, se vacían de significado, se convierten en una caricatura de lo que fueron. La decadencia puede durar siglos pero poco a poco te han cambiado todo el agua. Y cuando el vacío es grande inevitablemente otra cultura lo ocupa. Aquí en España hace mucho que nos empezaron a cambiar el agua. Los poderes públicos emanaban leyes antifamilia y antivida y hacían creer que era la voluntad popular la que quería dichas leyes. Así iban creando la conciencia colectiva de abochornarse del cristianismo, de que había que acabar con todo lo anterior y de que iban a construir el nuevo mundo laico perfecto.
Un ejemplo es el de cuando en España entró la ley del aborto en 1985 la inmensa mayoría de la población estaba en contra. Decían que iba a ser una ley minoritaria para ayudar a “unos pocos casos extremos”. Y hubo 16 mil abortos (lo cual ya es una salvajada). Cuarenta años después en España la mayoría de la población está a favor del aborto y se practican 100 mil cada año. ¿Ves como la ley cambia las conciencias? Muchos se han dejado.
Volviendo a lo de antes. Si quitas un cuadro de la pared porque te avergüenzas de él no pienses que quedará un hueco. Otro vendrá y pondrá su cuadro. Le puedes echar la culpa al que viene a tapar la pared con algo nuevo. Pero en el fondo la culpa es tuya por dejar la pared vacía. Dirás que es culpa del musulmán pero la culpa es del cristiano que un día se avergonzó de serlo. Un musulman va a poner tantos cuadros en la pared como espacio haya, más aún cuando les has dicho que tienen toda la libertad para ello. Está defendiendo lo suyo y tus reglas lo permiten a la vez que se abochornan de lo propio.
En España, como en Europa, llevamos décadas educando en el vacío y en el sentido. En un materialismo sin Dios. En la economía como lo único a lo que adorar, en la moneda del Euro y los tapones pegados a la botella como lo único que nos puede unir. No tenemos nada mejor que ofrecer a nuestros jóvenes que decirles que estudien muchos años para tener un trabajo precario, ahorren mucho tiempo para poder entrar en una hipoteca a cincuenta años, y luego, conseguido esto, la nada y el vacío hasta que llegue la muerte. Y nos escandaliza ahora a ver que otras culturas no pasan por ese aro de buenismo de pacotilla. La culpa es nuestra por dar la espalda a Dios.
Y lo peor es que ahora, con el caldo de cultivo sembrado, si alguien dice que hay que recuperar y poner el cuadro de quitamos de nuevo en la pared mucha gente desde todos los ámbitos se echa encima a llamarte intolerante y radical. ¡Deja que los demás pongan sus cuadros pero ni se te ocurra poner el tuyo! Ya no son los poderes públicos quienes te censuran. Han conseguido que nos autocensuremos nosotros mismos.
Si tú no transmites tu historia, tus símbolos, tu fe y tus valores a tus hijos, alguien más transmitirá los suyos. Si tú permites que tu cultura se vacíe de significado y no defendiste lo tuyo en suyos momento, ¿de qué te escandalizas ahora de qué haya otras culturas siendo fuertes? La naturaleza cultural no soporta el vacío. Lo que tú dejas caer, otro lo recoge, lo cuida y lo hace crecer. Esto no es un “choque de civilizaciones” como dicen algunos. Para chocar hay que ser fuertes. Es una ley simple y vieja como el mundo: lo que no se cuida, se pierde. Y lo que se pierde, otro lo gana. Nadie deja el campo vacío sin que alguien más venga a sembrar en él.
Angela Merkel lo resumió con una frase tan incómoda como verdadera. Podría aplicarse a nuestro país: “El problema no es que en Alemania haya mucho islam, sino que hay poco cristianismo". Una advertencia que muchos prefieren ignorar porque obliga a mirarnos en el espejo y ver nuestra miseria.
A Juan Pablo II le llamaron de todo cuando clamó aquello de: “Europa, se tú misma, vuelve a tus raíces”. Bien sabía el Santo Papa que si olvidas tus raíces, te marchitas. Lanzó este grito como quien advierte a un amigo que se está perdiendo. Cuando lo dijo era 1982. Ya veía el Papa proféticamente lo que sucedía y el sinsentido que venía.
Si nosotros mismos no hemos respetado lo nuestro no podemos esperar que nadie más lo respete. Sin raíces, nos lleva cualquier viento. Sin identidad, solo quedará el recuerdo de lo que fuimos. Y un día descubriremos que ya es tarde para recuperar lo que dejamos perder.
Mientras tanto aquí seguimos en las iglesias tratando de no vivir recordando las viejas cenizas sino prendiendo de nuevo la llama del Evangelio. Si quieres venir, al lado de ese colegio de Leganés que te he contado está la mía. Nuestra Señora de Butarque. Y tiene una capilla de adoración perpetua esperándote abierta todo el día.
La paz.
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