San Lucas pintando al niño Jesùs y la Virgen Maria
Reflexión sobre el cuadro
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Hoy celebramos la fiesta
de San Lucas Evangelista, escritor de uno de los cuatro Evangelios y de
los Hechos de los Apóstoles. Nacido en Antioquía, ciudad de la actual
Turquía, se cree que era médico de profesión, según la tradición
cristiana primitiva. Lucas no fue uno de los doce apóstoles originales,
pero fue un estrecho compañero de San Pablo, al que acompañó en varios
viajes misioneros. Su Evangelio ofrece una perspectiva única, subrayando
la universalidad del mensaje de Cristo. Lucas presenta a Jesús como el
Salvador de todos los pueblos, no sólo de la nación judía. Esta
inclusividad se manifiesta en la atención que presta a los gentiles, los
parias, los marginados y los pobres, destacando los temas de la compasión
y la justicia social. Por ejemplo, las parábolas del Buen Samaritano y
del Hijo Pródigo, exclusivas de Lucas, hacen hincapié en la misericordia,
el perdón y el amor al prójimo, independientemente de su condición o
procedencia. Se cree que Lucas murió a una edad avanzada en Grecia, hacia
el año 84 d.C.
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San Lucas es también el patrón de los artistas, un título
atribuido en gran medida a la antigua tradición de que él mismo era artista.
Según la leyenda, Lucas pintó varios retratos de la Virgen María y de Cristo,
lo que contribuyó a su asociación con las artes visuales. Aunque no existen
pruebas históricas definitivas de su obra artística, esta tradición perduró
durante toda la Edad Media y más allá, y Lucas quedó estrechamente vinculado a
la práctica del arte sacro. Las detalladas y vívidas descripciones que hace en
el Evangelio se asemejan a las de un artista que aplica pintura sobre un
lienzo, plasmando una bella imagen de Cristo y su mensaje. La profundidad
emocional de sus temas refuerza aún más la conexión con las artes creativas. |
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Oración en la fiesta de San Lucas Evangelista:
¡Oh Dios, que sanas las enfermedades de tu pueblo, y que llamaste a Lucas, el médico amado, para que fuese uno, de tus evangelistas! Concédenos que en la saludable doctrina de tu palabra transmitida por él, hallen nuestras almas la medicina eficaz para todas tus dolencias; por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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