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viernes, 17 de octubre de 2025

Evangelio - Memoria de San Ignacio de Antioquia, obispo y màrtir


 

Carta de San Pablo a los Romanos 4,1-8.

¿Y qué diremos de Abraham, nuestro padre según la carne?
Si él hubiera sido justificado por las obras tendría de qué gloriarse, pero no delante de Dios.
Porque, ¿qué dice la Escritura?: Abraham creyó en Dios y esto le fue tenido en cuenta para su justificación.
Ahora bien, al que trabaja no se le da el salario como un regalo, sino como algo que se le debe.
Pero al que no hace nada, sino que cree en aquel que justifica al impío, se le tiene en cuenta la fe para su justificación.
Por eso David proclama la felicidad de aquel a quien Dios confiere la justicia sin las obras, diciendo:
Felices aquellos a quienes fueron perdonadas sus faltas y cuyos pecados han sido cubiertos.
Feliz el hombre a quien Dios no le tiene en cuenta su pecado.


Salmo 32(31),1-2.5.11.

¡Me alegras con tu Salvación, Señor!

¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado
y liberado de su falta!
¡Feliz el hombre a quien el Señor
no le tiene en cuenta las culpas,

y en cuyo espíritu no hay doblez!
Pero yo reconocí mi pecado,
no te escondí mi culpa,
pensando: “Confesaré mis faltas al Señor”.

¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado!
¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos!
¡Canten jubilosos los rectos de corazón!


Evangelio según San Lucas 12,1-7.

Se reunieron miles de personas, hasta el punto de atropellarse unos a otros. Jesús comenzó a decir, dirigiéndose primero a sus discípulos: "Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
No hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido.
Por eso, todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad, será escuchado en pleno día; y lo que han hablado al oído, en las habitaciones más ocultas, será proclamado desde lo alto de las casas.
A ustedes, mis amigos, les digo: No teman a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más.
Yo les indicaré a quién deben temer: teman a aquel que, después de matar, tiene el poder de arrojar a la Gehena. Sí, les repito, teman a ese.
¿No se venden acaso cinco pájaros por dos monedas? Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos.
Ustedes tienen contados todos sus cabellos: no teman, porque valen más que muchos pájaros."


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Bulle

Juan Pedro de Caussade (1675-1751)
jesuita
El abandono a la Providencia divina


«Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. No tengáis miedo»

Cuando alguien es conducido por un guía que le lleva a un país desconocido, de noche, a través de los campos, sin camino trazado, según su intuición, sin consultar a otros y sin querer conocer su propósito, ¿puede escoger otro partido que el del abandono? ¿De qué sirve mirar dónde está, preguntar a los que pasan, consultar al mapa y a los viajeros? La intención... de un guía que quiere que se confíe en él será contraria a todo ello; se gozará confundiendo la inquietud y la desconfianza de un alma; quiere una entrega total a él...
La acción divina es esencialmente buena, no quiere, en absoluto, ser confirmada ni controlada; comienza desde la creación del mundo y desde aquel instante, desarrolla nuevas pruebas; no limita, en absoluto, sus operaciones ni se agota su fecundidad; ayer hizo aquello, hoy hace esto; es la misma acción que aplica en cada momento y con efectos siempre nuevos, y así se desplegará eternamente. (EDD)

Reflexión sobre el cuadro

Hoy celebramos a San Ignacio de Antioquía, padre de la Iglesia primitiva, obispo y mártir. Nacido en Siria a mediados del siglo I, se dice que Ignacio fue instruido personalmente (junto con otro futuro mártir, San Policarpo) por el Apóstol Juan. Cuando Ignacio se convirtió en obispo de Antioquía hacia el año 70, asumió el liderazgo de una iglesia local que, según la tradición, fue dirigida en primer lugar por San Pedro antes de su traslado a Roma. Situada en la actual Turquía, Antioquía era una de las principales ciudades del Imperio Romano. También fue el lugar donde los creyentes en las enseñanzas de Jesús y en su resurrección recibieron por primera vez el nombre de "cristianos".

Las cartas de Ignacio hablan apasionadamente de la importancia de la unidad de la Iglesia, de los peligros de la herejía y de la importancia de la Eucaristía como "medicina de inmortalidad". Sus escritos contienen la primera descripción escrita que se conserva de la Iglesia como "católica", palabra griega que indica tanto universalidad como plenitud.

Sobre su inminente martirio escribió: "Ahora empiezo a ser discípulo. Que el fuego y la cruz; que las multitudes de las fieras; que los desgarros, roturas y dislocaciones de huesos; que el corte de miembros; que los destrozos de todo el cuerpo; y que todos los tormentos espantosos del diablo vengan sobre mí: sólo permítanme alcanzar a Jesucristo."

San Ignacio de Antioquía dio testimonio de Cristo públicamente por última vez en el Anfiteatro Flavio de Roma, donde murió mutilado por los leones. Vemos este momento representado en nuestro cuadro del artista napolitano Cesare Fracanzano (1605-1651). Su mitra desgastada aparece abajo a la izquierda. El artista capta el horrible momento, pero Ignacio mira al cielo, lleno de fe y determinación.

by Padre Patrick van der Vorst

Oraciòn

Señor, Dios nuestro, que santificaste los comienzos de la Iglesia con la sangre abundante de los mártires, concédenos que su valentía en el combate nos infunda el espíritu de fortaleza y la santa alegría de la victoria.
Por nuestro Señor Jesucristo.  Amén.
(ACI)

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