Libro de Zacarías 8,20-23.
Así habla el Señor de los ejércitos: Vendrán asimismo pueblos y habitantes de muchas ciudades. |
Los habitantes de una ciudad irán a otra, diciendo: "Vamos a apaciguar el rostro del Señor y a buscar al Señor de los ejércitos; yo también quiero ir". |
Pueblos numerosos y naciones poderosas vendrán a Jerusalén a buscar al Señor de los ejércitos y a apaciguar el rostro del Señor. |
Así habla el Señor de los ejércitos: En aquellos días, diez hombres de todas las lenguas que hablan las naciones, tomarán a un judío por el borde de sus vestiduras y le dirán: "Queremos ir con ustedes, porque hemos oído que Dios está con ustedes". |
Salmo 87(86),1-3.4-5.6-7.
Alaben al Señor, todas las naciones.
¡Esta es la ciudad que fundó el Señor |
sobre las santas Montañas! |
El ama las puertas de Sión |
más que a todas las moradas de Jacob. |
Cosas admirables se dicen de ti, |
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Ciudad de Dios. |
«Contaré a Egipto y a Babilonia |
entre aquellos que me conocen; |
filisteos, tirios y etíopes han nacido en ella.» |
Así se hablará de Sión: |
«Este, y también aquél, |
han nacido en ella, |
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y el Altísimo en persona la ha fundado.» |
Al registrar a los pueblos, el Señor escribirá: |
«Este ha nacido en ella.» |
Y todos cantarán, mientras danzan: |
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«Todas mis fuentes de vida están en ti.» |
Evangelio según San Lucas 9,51-56.
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén |
y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. |
Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. |
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?". |
Pero él se dio vuelta y los reprendió. |
Y se fueron a otro pueblo. |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
¡Practiquen la ternura!
[Nuestro Señor:] Otra virtud que les he recomendado con Mis palabras y muy frecuentemente con Mis ejemplos, es la ternura. Es por ustedes, por su bien, que tantas veces lo he predicado… Practiquen esta ternura en sus pensamientos, alejando, rechazando como de inspiración del diablo los pensamientos de amargura, de dureza, rigidez, violencia, cólera, rencor, antipatía, juicio severo acerca de los que no tienen a cargo. Reciban y alimenten los pensamientos mansos, tiernos, los pensamientos de simpatía, bondad, reconocimiento… |
Mis hijos amados, conmuévanse viendo el amor que deben a todos los hombres, sus hermanos. Vean el reconocimiento que deben a todos los que les hacen bien en la comunión de santos, por la gloria que Me dan, a Mí, su Amado. En todos los hombres, ustedes tienen amigos bondadosos y poderosos, porque comparten con ellos a los buenos ángeles. |
Sean dulces, tiernos, plenos de paz en sus pensamientos. También en sus palabras…Si están obligados a tener palabras severas, que se deje ver como a través de un velo transparente, una eterna ternura. Que se perciba que la severidad es sólo pasajera y que ella se evanescerá en cuanto no se requiera, dando lugar a la ternura. (EDD) |
Reflexión sobre el cuadro
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Hoy celebramos la memoria de San
Jerónimo (c. 347-420 d.C.). Se le conoce principalmente por su labor
fundamental en la traducción de la Biblia al latín, produciendo lo que se
conoce como la Vulgata. Se llama "Vulgata" por la expresión
latina "versio vulgata", que significa "la versión
común" o "la versión de uso ordinario". Esta traducción se
convirtió en la versión estándar de la Biblia para la Iglesia occidental
durante siglos, moldeando profundamente la liturgia, la teología y la
erudición cristianas. El dominio de Jerónimo del latín, el griego y el
hebreo le permitió trabajar directamente a partir de los textos bíblicos
originales, lo que constituyó un raro logro académico en su época. Por
encargo del papa Dámaso I, Jerónimo comenzó a traducir los Evangelios en
el año 382 d.C.. Su objetivo era crear una versión más precisa y legible
de las Escrituras, salvando la brecha lingüística y cultural entre los
textos antiguos y el mundo cristiano de habla latina.
En el arte, San Jerónimo suele
representarse en dos escenarios diferentes: como un erudito en su estudio
o como un ermitaño en el desierto. En el primero, aparece sentado ante un
escritorio, rodeado de libros, manuscritos y útiles de escritura, símbolo
de sus inmensas aportaciones intelectuales, en particular su traducción
de la Biblia al latín. La segunda representación sitúa a Jerónimo en un
entorno desértico, reflejando su estilo de vida ascético y su retiro a la
soledad. A menudo aparece vestido con ropas sencillas y andrajosas, y a
veces se golpea el pecho con una roca, símbolo de sus prácticas
penitenciales. Ambas imágenes ponen de relieve su singular papel de
erudito-monje: una se centra en su labor intelectual al servicio de la
Iglesia, mientras que la otra subraya su aislamiento espiritual y su
rigurosa autodisciplina.
San Jerónimo en su estudio, de
Antonello da Messina, pintado hacia 1475, es una obra maestra del arte
renacentista italiano. El cuadro presenta a san Jerónimo sentado en su
escritorio dentro de un grandioso y detallado interior arquitectónico
(obsérvese el fino detalle del suelo de baldosas y el león a la derecha
en la distancia). El estudio está meticulosamente representado con una
mezcla de elementos góticos y renacentistas, destacando el papel de
Jerónimo como erudito. Rodeado de libros, manuscritos y objetos
naturales, Jerónimo está inmerso en su trabajo, simbolizando su inmensa
contribución a la erudición bíblica y a la traducción. El uso de la
perspectiva atrae la mirada del espectador hacia el santo. Los grandes
arcos funcionan casi como halos arquitectónicos alrededor del santo.
Una cornisa separa al espectador de San
Jerónimo, proporcionando un límite visible entre el mundo real y el
pintado. Está custodiado por dos aves: una perdiz, símbolo de la verdad
(se creía que una perdiz siempre reconocía la llamada de su madre) y un
pavo real (símbolo de la inmortalidad, se creía que su carne nunca se
descomponía).
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by Padre Patrick van der Vorst Oración Antes de leer o escuchar la Palabra de Dios Espíritu Santo, ilumina nuestro entendimiento, para que al leer o estudiar la Sagrada Escritura, sintamos la presencia de Dios Padre que se manifiesta a través de tu Palabra.
Abre nuestro corazón para darnos cuenta del querer de Dios y la manera de hacerlo realidad en nuestras acciones de cada día. Instrúyenos en tus sendas para que, teniendo en cuenta tu Palabra, seamos signos de tu presencia en el mundo. Amén. Después de leer o escuchar la Palabra de Dios Gracias, Señor, porque al leer y estudiar tu Palabra nos invitas a seguirte con fidelidad. Tu mensaje ha dejado huella en nuestra mente y en nuestro corazón. Fortalecidos por tu luz nos disponemos a hacer realidad cuanto tu Espíritu nos ha hecho comprender. Ahora, Señor, estamos preparados para vivir según tu voluntad. Que tu Santa Madre, la Virgen María, Madre también de todos nosotros, sea nuestra estrella y guía en la misión de anunciar hasta el fin de los siglos la Buena Nueva a toda la creación.
Amén. (oblatos.com)
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