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martes, 16 de septiembre de 2025

Evangelio del día - Memoria de los Santos Cornelio y Cipriano Mártires


 

Evangelio según San Lucas 7,11-17.

Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud.

Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba.

Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: "No llores".

Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: "Joven, yo te lo ordeno, levántate".

El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.

Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo".

El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


San Agustín (354-430)

obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia

Sermón 98

“Muchacho, a ti te digo, ¡levántate!”

    Que nadie tenga duda, si es cristiano, que incluso ahora los muertos resucitan. Ciertamente, todo hombre tiene ojos para ver resucitar a los muertos como resucitó el hijo de esta viuda del que nos habla el evangelio. Pero no todos pueden ver resucitar a los hombres que están muertos espiritualmente. Para ello hay que haber resucitado interiormente. Es una obra mayor resucitar a un hombre, para vivir para siempre, que resucitar a alguien para volver a morir más tarde.

    La madre de este joven, esta viuda, se llenó de alegría al ver a su hijo resucitar. Nuestra madre, la Iglesia, se alegra también viendo todos los días la resurrección espiritual de sus hijos. El hijo de la viuda estaba muerto en su cuerpo, pero aquellos estaban muertos en su espíritu. Hubo llanto por la muerte del primero, pero no hubo pena por la muerte invisible de los últimos ya que no se veía esta muerte. El único que no quedaba indiferente era aquel que conocía a estos muertos. Sólo él los podía devolver a la vida. En efecto, si el Señor no hubiera venido a resucitar a los muertos, el apóstol Pablo no hubiera dicho: “Levántate, tú que duermes, y Cristo será tu luz.” (Ef 5,14)

(evangeliodeldía.org)


Reflexión sobre el manuscrito iluminado

Los santos Cornelio y Cipriano se celebran juntos el 16 de septiembre por su estrecha amistad y su dedicación común a la Iglesia cristiana primitiva durante una época de intensa persecución por parte del emperador Decio. Cornelio fue Papa de 251 a 253 d.C.. Su papado se caracterizó por su actitud compasiva hacia los cristianos que habían caído bajo la persecución y apostatado. La apostasía se refiere al acto de renunciar a la fe cristiana, a menudo bajo amenaza de muerte o castigo severo, negando públicamente la creencia en Cristo o participando en rituales paganos. El Papa Cornelio defendía que las personas que hacían esto debían ser perdonadas y acogidas de nuevo en la Iglesia, en lugar de recibir duros castigos.

 Cipriano, obispo de Cartago, fue un firme defensor de Cornelio en este asunto, y ambos mantuvieron una intensa correspondencia, en la que Cipriano defendía a Cornelio de los movimientos cismáticos que pretendían socavar su autoridad. El Papa Cornelio y el obispo Cipriano siguen siendo de gran actualidad porque defendieron el perdón como piedra angular de nuestra fe cristiana. En un mundo cada vez más implacable y, en consecuencia, más duro y difícil de manejar, su mensaje es más importante que nunca. Aunque los llamamientos a la justicia son a menudo apropiados y necesarios, nunca debemos perder de vista el imperativo de perdonar, un principio que se encuentra en el corazón de nuestra fe.

 Nuestra ilustración procede de una doble página del Libro de Horas de Catalina de Cleves, creado hacia 1440 en Utrecht (Países Bajos). Aquí vemos a los santos Cornelio y Cipriano compartiendo la iluminación de la página superior derecha: Cornelio sostiene un cuerno (cornus en latín, un juego de palabras con su nombre), mientras que Cipriano lleva la espada, símbolo de su martirio. La escena está enmarcada por exquisitas cenefas de jaulas de pájaros en plata y oro, quizá una referencia a Cornelio como patrón de los animales domésticos. Las Horas de Catalina de Cleves están reconocidas como el mayor manuscrito holandés iluminado, con 157 extraordinarias miniaturas del artista anónimo conocido como el "Maestro de Catalina de Cleves". Se le considera el mejor y más original iluminador de los Países Bajos septentrionales medievales, y este libro, su obra maestra.

by Padre Patrick van der Vorst

Oración
Señor, Dios nuestro, que santificaste los comienzos de la Iglesia Romana con la sangre abundante de los mártires, concédenos que su valentía en el combate nos infunda el espíritu de fortaleza y la santa alegría de la victoria.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.




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