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sábado, 25 de octubre de 2025

Evangelio del dìa


 

Carta de San Pablo a los Romanos 8,1-11.

Por lo tanto, ya no hay condenación para aquellos que viven unidos a Cristo Jesús.
Porque la ley del Espíritu, que da la Vida, me libró, en Cristo Jesús, de la ley del pecado y de la muerte.
Lo que no podía hacer la Ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios lo hizo, enviando a su propio Hijo, en una carne semejante a la del pecado, y como víctima por el pecado. Así él condenó el pecado en la carne,
para que la justicia de la Ley se cumpliera en nosotros, que ya no vivimos conforme a la carne sino al espíritu.
En efecto, los que viven según la carne desean lo que es carnal; en cambio, los que viven según el espíritu, desean lo que es espiritual.
Ahora bien, los deseos de la carne conducen a la muerte, pero los deseos del espíritu conducen a la vida y a la paz,
porque los deseos de la carne se oponen a Dios, ya que no se someten a su Ley, ni pueden hacerlo.
Por eso, los que viven de acuerdo con la carne no pueden agradar a Dios.
Pero ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo.
Pero si Cristo vive en ustedes, aunque el cuerpo esté sometido a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia.
Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes.


Salmo 24(23),1-2.3-4ab.5-6.

¡Felices los que buscan al Señor!

Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y todos sus habitantes,
porque El la fundó sobre los mares,
Él la afirmó sobre las corrientes del océano.

¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias
y puro el corazón;

él recibirá la bendición del Señor,
la recompensa de Dios, su Salvador.
Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.


Evangelio según San Lucas 13,1-9.

En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios.
El les respondió: "¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.
¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera".
Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró.
Dijo entonces al viñador: 'Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?'.
Pero él respondió: 'Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré.
Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás'".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

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Bulle

San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars
Homilía para el 7º Domingo después de Pentecostés (Sermons de Saint Jean Baptiste Marie Vianney, Curé d'Ars, II, Ste Jeanne d'Arc, 1982), trad. sc©evangelizo.org


¡Porten fruto para la vida eterna!

Vemos que nuestro divino Salvador nos compara (…) a una higuera, que el padre de familia plantó en su viña. La poda, la cultiva con cuidado, en la esperanza que portará fruto. Pero viendo que no daba frutos, ni siquiera malos frutos, la arranca y la tira al fuego (…). Díganme, ¿Jesucristo no daría su Paraíso a los que lo han merecido por sus buenas obras? Miren a Jesucristo, nuestro modelo. ¿Pasó un instante de su vida sin trabajar para realizar buenas obras, para convertir almas a su Padre o sufrir? ¿Y nosotros? ¿Miserables como somos, queremos que nada cueste? (…)
Si no hicieron nada, o si lo hecho fue perdido por alguna situación humana, empiecen en seguida, a fin que el día de la muerte tengan algo para presentar a Jesucristo. Dirán quizás que sólo hicieron el mal durante toda su vida, que son un mal árbol, que no pueden portar buen fruto. Hermanos míos, eso es siempre posible, se los demostraré.
Cambien la tierra de este árbol, riéguenlo con otra agua, pónganle otro fertilizante. Verán que darán buen fruto, aunque hayan dado mal fruto anteriormente. (…) Hagan como la tierra que, antes del diluvio, sacaba el agua de su seno para regarse a sí misma (Gn 2,6), sin recurrir a las nubes del cielo para su fecundidad. Igualmente, mis hermanos, saquen de su mismo corazón el agua saludable que cambiará la situación. La han regado con el agua impura de las pasiones. Ahora, riéguenla con las lágrimas del arrepentimiento, el dolor y el amor. Verán que dejarán de ser malos árboles y que se transformarán en árboles que portan fruto para la vida eterna. (EDD)

Oracion
"Padre, te pido que me ayudes a dar frutos abundantes. Concédeme la gracia de ser compasivo, generoso, paciente y humilde con quienes me rodean. Cuando me encuentre con la dificultad, permíteme ser una fuente de esperanza, y que mis acciones sean un reflejo de tu amor". 



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