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martes, 23 de diciembre de 2014

Adviento: un tiempo de oración (San Hipólito de Roma)





Velad, pues, y orad en todo tiempo...” (Lc 21,36) - Ora antes de que 
descanse tu cuerpo en la cama. Y luego, a medianoche, levántate, 
lávate las manos con agua y ora. Y si tu mujer está presente, 
orad los dos juntos. Si ella, por lo contrario, no es todavía creyente, 
retírate a otra habitación para orar, luego, vuelve a tu cama. 
No seas remiso en la oración...


Hay que orar en esta hora de la noche porque nuestros 
padres antiguos, de quienes hemos recibido esta tradición
nos enseñaron que en esta hora toda la creación descansa un instante 
para alabar al Señor. Las estrellas, los árboles y las aguas se 
detienen un instante y todos los coros de los ángeles que sirven 
a Dios lo alaban en esta hora junto con los justos. Por esto, 
los creyentes se apresuran a orar en esta hora. 
Dando testimonio de todo esto, el Señor dijo: “A medianoche 
se oyó un grito: -Ya está ahí el esposo, salid a su encuentro.-“ (Mt 25,6) 
Y continúa diciendo: “Así, pues, vigilad, porque no sabéis 
el día ni la hora.” (Mt 25,13) Al canto del gallo, en la madrugada, 
cuando te levantes, ¡ora también! 
(San Hipólito de Roma. La tradición apostólica, 41; SC 11) 

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