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domingo, 31 de diciembre de 2023

Pensamiento MSC del día

 

Miguel MSC

Propósitos de familia para este año

FAMILY


Compartir tiempo de calidad o rezar juntos pueden ser algunas de las metas que nos propongamos en casa

El inicio del año es la mejor ocasión para marcarse nuevos propósitos. Pero no pensemos solo en dejar de fumar, ponernos a dieta o apuntarnos al gimnasio. Pensemos en la familia, ¿qué cosas podemos mejorar con los nuestros en este nuevo 2022?. Es momento de construir nuevos propósitos de familia. Compartir tiempo de calidad o rezar juntos pueden ser algunas de las metas.

Propósitos para toda la familia

Reuniones para fijar objetivos

Trabajar para reforzar las relaciones familiares siempre es positivo. Por ello, fijar nuevos retos que mejoren nuestra alianza merece la pena. Establecer un diálogo en casa y exponer lo que necesitamos o queremos mejorar puede ser un primer paso para este 2022.

La forma de fijarlo puede ser a través de una reunión familiar. Sentarse padre, madre e hijos para marcar los nuevos propósitos que enriquezcan la relación. Cada uno expone lo que necesita o lo que quiere cambiar y se establecen como objetivos. Viendo lo que aporta cada uno, podemos valorar cómo está la relación familiar.

Más tiempo con los pequeños

Dedicar más tiempo a los niños debe ser un propósito primordial. En nuestro día a día y, con el ritmo de vida que llevamos, cuesta. Pero debemos organizarnos para dedicarles más tiempo diario. Parar nuestras obligaciones y retomarlas después. Aparcar nuestras miles de cosas para estar con ellos y demostrarles que ellos son más importantes que todas esas cosas.

Tiempo para jugar, leer o charlar… unos minutos al día para que ellos se conviertan en protagonistas y sientan que lo que les preocupa nos importa y ahí estamos para escucharlos. Se lo demostramos parando nuestras cosas para estar con ellos. Tiempo exclusivo, tiempo de calidad.

Leer juntos

Compartir un rato de lectura es también muy apropiado. Nunca es tarde para retomar hábitos que deberían ser imprescindibles por la cantidad de beneficios que nos aportan.

Buscar un lugar y un momento para leer con nuestra familia es una buena idea si queremos que todos recuperemos esta buena práctica. Incluso, si tenemos pequeños que están aprendiendo a leer, podemos ayudarles, ojear con ellos la cartilla o escucharles mientras leen en alto y practican la expresión oral.

Menos discusiones y gritos

Aparcar las discusiones y los gritos en casa debe ser un propósito habitual. Un buen clima en el hogar es vital para las relaciones familiares. Hacer un esfuerzo y luchar contra los gritos o las discusiones debe proponerse para cumplirse.

Lo mismo ocurre con las peleas entre hermanos. Ellos deben ponérselo como meta y, antes de empezar el enfrentamiento, pensar en ese propósito que plantearon en la reunión familiar de principios de año. Hablar más y discutir menos es la clave. No podemos olvidar que la buena comunicación es una de las bases para el buen funcionamiento del hogar.

Oración en familia

Vital es también el tiempo para rezar juntos. Puede convertirse en un hábito diario, al levantarse o antes de dormir. Unos minutos en familia para dar gracias a Dios por todo lo que tenemos o pedir por nuestras intenciones. Es bueno, en este caso, que los pequeños muestren sus peticiones. Que lo expliquen con sus palabras, que pidan por sus amigos o compañeros del cole. Que le cuenten a Jesús lo que para ellos es un mundo o las inquietudes que puedan tener.

Sentir que lo suyo es tan importante como lo de los mayores les estimulará a seguir haciéndolo. Buena es la fórmula de, al acabar el día, pedir perdón, dar gracias y pedir por alguien o algo para el día siguiente. Tres pequeños pasos con los que les enseñamos a diario a hacer un pequeño examen de conciencia.

Domingo especial

El domingo es el día del Señor. Un día en el que todo se hace nuevo. Poner una mesa bonita o hacer una comida especial pueden marcar la diferencia. Podemos establecer un brindis dominical con los asuntos importantes que vamos a emprender en la nueva semana y pedir juntos por ello. Un hábito que hará ese día importante.

Paso a paso

Para sacar adelante todos estos nuevos propósitos debemos ir poco a poco. Las metas no se alcanzan todas a la vez, sino que se van logrando a corto o medio plazo. Querer hacerlo todo a la vez puede provocar el efecto contrario, que fracasen. Todo lleva su tiempo. Por tanto, repetir esas reuniones familiares para ver cómo van las cosas o para incorporar nuevos objetivos siempre es bueno. Podemos ver si se van cumpliendo metas y premiarlas con un refuerzo, algo que estimula para seguir trabajando en las otras.


Vopñeta Tejera, Aleteia

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El error que no debes cometer en el examen de conciencia de fin de año

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San Agustín de Hipona, padre de generaciones de contemplativos y contemplativas, mostró por qué la primera pregunta a la que debemos responder no es «¿Qué pecados he cometido?», sino más bien «¿Quién soy yo ante ti, Dios mío?»

Llega el final de año. Desde tiempos antiguos, se trata de una ocasión natural para hacer un alto en el camino de la vida, un examen de conciencia, y así poder dar gracias a Dios por los dones recibidos. Una manera ideal para después comenzar el nuevo año con nuevo impulso vital.

San Agustín de Hipona (354-430), padre con su Regla de generaciones de contemplativos y contemplativas, ofreció en su libro más leído, «Las Confesiones» la clave para comprender el sentido del examen de conciencia: una reflexión, en oración, para evaluar la propia vida con los ojos de Dios.

Un gran conocedor de san Agustín, el cardenal Carlo María Martini S.I., arzobispo de Milán (1927 – 2012), constataba que «el examen de conciencia es la primera de las prácticas de piedad que desaparece cuando la vida interior comienza a declinar». 

¿Por qué ocurre esto? Probablemente, porque el examen de conciencia se ha convertido para muchos en una práctica formal, de escasa utilidad, en la que se limitan a responder a la pregunta: «¿Qué pecados he cometido?».

Aconsejados por san Agustín, nuestro examen de conciencia debería responder a la pregunta central: «¿Quién soy yo ante ti, Dios mío?»; «¿Cómo vivo ante ti, Padre?».

Quien lee «Las Confesiones» puede comprender que estas dos preguntas constituyen la clave para vivir una verdadera relación a la luz de Dios, con los demás y con la naturaleza que nos rodea. 

San Agustín propone tres momentos, o tres etapas, para poder comprender la vida a la luz de Dios. Las presentamos según las ilustraba el cardenal Martini al predicar Ejercicios Espirituales. Se trata de tres momentos que también pueden ser analizados para preparar la confesión sacramental. 

1
CONFESIÓN DE ALABANZA

Todo examen de conciencia debería comenzar respondiendo a la pregunta: ¿por qué motivo debo dar gracias a Dios principalmente en este tiempo?

Es la «confesión de alabanza» o acción de gracias. Se trata de poner nuestra vida a la luz del amor misericordioso de Dios. 

Hay muchas páginas de san Agustín que nos pueden inspirar para responder a esta pregunta: «Yo te alabo y te glorifico, Dios mío, porque tú me has amado, me has perdonado, me has conservado hasta este momento, porque solo tú eres grande, misericordioso, poderoso, santo, porque riges el mundo con tu fuerza y tu sabiduría, porque tú te manifiestas en todas las situaciones de la Tierra, en las personas que conozco».

2
CONFESIÓN DE VIDA

Tras ponernos en presencia de Dios, surge de manera espontánea después la «confesión de vida»

Se trata de responder a las preguntas: «¿Qué aspecto de mi vida no agrada a la mirada de Dios?».  ¿Por qué mi pobre vida no está a la altura de los dones y del amor de Dios? 

La confesión de vida no consiste en un amargo arrepentimiento, en la conmiseración con uno mismo, en el sentimiento de culpa.

La confesión de vida es confesar: «Señor, tú me has conservado hasta ahora en tu amor y yo no he sido capaz de corresponderte, de estar a la altura de mi vocación».

Es el momento para reconocer aquello que me aleja de Dios, aquello que mancha la armonía de mi relación con Él, mis pecados, con los demás, con los dones que el Señor me ha dado.

Puedo hacer esta confesión con el lenguaje de alabanza, de confianza y de paz, a pesar de que se trata de un verdadero arrepentimiento de mis pecados. La confesión de vida reconoce las ofensas provocadas al corazón de Dios. De este modo, sufrimos con Él, por las heridas que le provocamos. En última instancia, nuestro dolor por el dolor que le infligimos nos debe llevar a un acto de amor.

3
CONFESIÓN DE FE

De este modo, vemos ya como el segundo momento, la confesión de vida, nos lleva después a la confesión de fe: la certeza de que Dios, con su amor, me acoge y me cura. El acto de dolor se convierte en en una manifestación de fe y, por consecuencia, de amor. 

De ahí surge no solo el propósito de enmienda, sino también la resolución concreta que adoptaré para que en 2023 mi vida esté en armonía con el amor de Dios.

La confesión de fe es la esencia misma de la fe cristiana: fe en Jesús salvador, fe evangélica en Jesús que salva al hombre del pecado

Ha llegado el momento de decir: «Señor, creo en tu fuerza que me sostiene en mi debilidad, creo en el poder de tus dones, que fortalecen mi flaqueza e iluminan mi falta de serenidad, que alumbran mi camino oscuro y sombrío; creo que tú eres el Salvador de mi vida, que has muerto en la cruz por mis pecados». 

En definitiva, san Agustín, con sus Confesiones, y tantos  contemplativos y contemplativas a lo largo de la historia, nos muestran que el examen de conciencia, si es verdadero, necesariamente se convierte en un acto de amor a Dios. 

«Te Deum»

Por este motivo, tras este examen de conciencia, la Iglesia aconseja concluir el año con la proclamación del «Te Deum», himno que durante siglos los cristianos han atribuido (no es casualidad) a San Agustín y a San Ambrosio, el obispo que tuvo un papel decisivo en su conversión y que le bautizó.


Matilde Latorre, Aleteia

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Recibir el año nuevo, ¿qué hacer a media noche?

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Llega el año nuevo, y con ello, las resoluciones, metas y deseos. Además de los festejos y los propósitos de año, la noche del 31 de diciembre suele estar llena de supersticiones o rituales con los que se busca tener más dinero, una nueva pareja o un año lleno de viajes…

Cada cultura tiene sus tradiciones para evitar la mala suerte en el año que comienza o para atraer aquello que anhelamos. Escuchamos que la ropa interior debe ser de un color para tener pareja, que las 12 uvas nos alcanzan éxitos y que comer lentejas nos asegura tener dinero.

Más allá de la superstición -que por supuesto va en contra de la fe- estas tradiciones de año nuevo pueden decirnos mucho sobre nosotros mismos y nuestra sociedad. ¿Qué es lo que verdaderamente anhelamos? ¿Qué motiva esos deseos? ¿Aquello que buscamos nos llevará al fin último que es la vida eterna?

Amar y ser amado, gozar de salud, vivir felices y tener prosperidad son deseos completamente lícitos. No tiene nada de malo desear una pareja, descansar tranquilos sabiendo que nuestra familia tiene el sustento asegurado o aspirar a una mejor calidad de vida; sin embargo, cuando esos deseos se vuelven desmedidos, o se mal encaminan, nos conducen a la avaricia, la vanidad y el egoísmo. Dejan de causarnos un bien y nos impiden contemplar lo que tenemos.

Entonces, ¿qué podemos hacer este año al escuchar las campanadas? Te presentamos tres alternativas católicas que, si bien, no te aseguran aquello que deseas, seguro te conducirán a una verdadera felicidad y un aumento de tus virtudes.

1
PROSPERIDAD ECONÓMICA

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Atraer dinero y tener bienes en abundancia es quizá el deseo más popular, y en consecuencia, es lo que más supersticiones tiene. En algunos países, como Italia, se comen lentejas justo a la medianoche, mientras que en Latinoamérica las personas se arrojan lentejas a ellas mismas; eso sin mencionar los borregos de peluche, la ropa interior amarilla o los anillos en la copa con la que se hace el brindis.

La seducción del tener es muy fuerte en esta sociedad; sin embargo, las riquezas no son una fuente de alegría, muchas veces -incluso- son todo lo contrario. 

Centrarnos en lo que nos falta, en tener más o poseer en abundancia, puede distraernos de  contemplar la Providencia de Dios.

La Madre Teresa de Calcuta decía que la Providencia «continuamente nos hace saber con qué amor Jesús nos acompaña y nos ayuda», y aseguraba que ésta siempre llegaba a ella y sus hermanas a través de «industrias, entidades, compañías, gobiernos, pero principalmente a través de pequeñas ofertas de personas que viven con recursos económicos modestos».

Medita: haz una lista en donde identifiques, mes por mes, todos los momentos de necesidad en los que viste la mano providente de Dios; o aquellos en los que incluso te permitió gozar de un poco más de lo necesario. ¿Te resulta complicado recordar qué paso cada mes del año? Pues tu teléfono no. Puedes revisar tus redes o galería de imágenes para ayudarte a recordar.

Actúa: hay más alegría en dar que en recibir, dice la Palabra de Dios en los Hechos de los apóstoles. Revisa tu entorno y plantéate cómo puedes ser tú un instrumento de la Providencia en la vida de los otros.

2
AMOR DE PAREJA

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Repartir besos, ponerse debajo de la mesa, ropa color rojo, usar margaritas…

El amor es una necesidad humana; lo requerimos para vivir. Nuestra autoestima, regulación del estrés, seguridad y desarrollo emocional y cognitivo dependen del cariño que recibimos. 

Sin embargo, estar en pareja no es la única manera de experimentar y expresar amor. Encontramos y sembramos amor en la familia y amistades, pero también en obras de caridad y con desconocidos.

Santa Teresita del Niño Jesús, en Historia de un alma, escribió:

«Comprendí lo imperfecto que era mi amor a mis hermanas y vi que no las amaba como las ama Dios. Sí, ahora comprendo que la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no extrañarse de sus debilidades, en edificarse de los más pequeños actos de virtud que les veamos practicar. Pero, sobre todo, comprendí que la caridad no debe quedarse encerrada en el fondo del corazón: Nadie, dijo Jesús, enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. Yo pienso que esa lámpara representa a la caridad, que debe alumbrar y alegrar, no sólo a los que me son más queridos, sino a todos los que están en la casa, sin exceptuar a nadie».

Manuscrito C, 12r

Medita: comenzando por casa, ¿en qué pequeñas cotidianidades me hace falta soportar con paciencia los defectos del otro? ¿Qué virtudes hacen falta en mi trato con el prójimo? ¿Qué puedo aprenderle a esa persona que tanto me hace enfurecer?

Actúa: elige una de estas virtudes y determina cómo y en qué momentos podrás ejercitarla. No elijas demasiadas, pues por querer abarcar mucho podrías descuidarlas todas. Para esto puede ser especialmente útil consultar las obras de misericordia.

3
BUENA FORTUNA

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Desde la ropa de lunares en Filipinas, hasta la tradición de regar azúcar por toda la casa o cruzar una puerta con el pie derecho, la buena fortuna es uno de los conceptos más populares de estas fechas.

Por supuesto, nadie desea pasar por malos momentos, pero dejando de lado el pensamiento mágico y la confianza en el azar o el destino, a la luz de la fe sabemos que los momentos de prueba edifican y purifican.

Dios permitió que Job enfrentara diferentes pruebas antes de restaurarle lo que perdió y multiplicárselo: familia, felicidad y riquezas. En el proceso, Job permaneció fiel a Dios y dijo: «Si me prueba en mi crisol, saldré puro como el oro» (Job 23,10).

Medita: ¿qué me ha quitado la paz? ¿puedo resolverlo con mis propias fuerzas?

Actúa: aquello que esté en tus manos, hazlo, y no olvides pedir ayuda si es necesario. Por el contrario, todo lo que te sobrepase, entrégalo a Dios con un acto de fe. Para ayudarte puedes dirigirle esta oración.

Acción de gracias

Ahora que ves claramente la providencia, amor, protección y resguardo de Dios durante los 365 días del año que culmina, agradécele en la intimidad de la oración y no olvides encomendar el año que comienza.

Majo Frías, Aleteia

Vea también     Homilía del Papa Benedicto para abrir
el año de la fe




















Una acción de gracias para despedir el año que termina

CALENDAR        

El Señor nos ha colmado de bendiciones y gracias evidentes y algunas otras que no percibimos a simple vista; por ello, tenemos mucho que agradecer

Termina otro año, recibimos uno más. Dios nuestro Señor ha sido generoso y misericordioso con nosotros. Hasta las situaciones desagradables o tristes están contempladas en su providencia divina para nuestra salvación. Nuestra fe nos ayuda a verlo, al voltear la mirada hacia atrás y evaluar cada acontecimiento al que no le encontrábamos explicación y que ahora agradecemos porque nos hizo crecer.

Por eso, al dar vuelta a la última hoja del calendario, entendemos que todo tenía que ser como ocurrió. Este es el momento perfecto para orar y manifestar nuestra gratitud al Padre.

GRATITUDE

Acción de gracias

Gracias te sean dadas, Señor de los señores, dueño absoluto de lo creado, por todos los inagotables beneficios que nos ha prodigado tu paternal mano. Gracias infinitas, creador mío, porque me sacaste de la nada, porque me dotaste de un alma lavada con tu sangre preciosa, porque me hiciste nacer en el seno de la única y verdadera religión, en cuya fe y creencia quiero vivir y morir, porque me conservas en tu tierno regazo y disfruto de tus divinos consuelos.

Gracias infinitas porque instituiste los santos sacramentos para sustento y regalo de mi alma. Gracias, Dios mío, porque me has salvado la vida y, pudiendo haberme lanzado a los abismos del infierno, me has dado tiempo para la enmienda de mis costumbres.

Gracias, Dios y Señor mío, porque me has aliviado en mis enfermedades, porque me has dado el necesario sustento y porque en mis horas de profunda amargura has mitigado mi mortal tristeza y consolado la orfandad de mi corazón.

Gracias, en fin, por todos los beneficios de alma y cuerpo que me has prodigado y por los peligros espirituales y corporales de los que me has librado. Porque Tú, Señor, eres la fuente inagotable de todo bien, el autor de lo creado y el Señor del Cielo y de la tierra.

Porque me has concedido terminar este año que expira, dígnate derramar sobre mí y toda mi familia tus infinitas gracias; da bienestar a nuestra infeliz nación, la cual se haya tan agobiada por tantas calamidades como han caído sobre ella.

Te pido por nuestro Señor Jesucristo que contigo reina en unión del Espíritu Santo, por toda la eternidad.

Amén.

Mónica Muñoz, Aleteia

Vea también      San Bernardo: Exhortación
a la Acción de Gracias















Evangelio del día. ¿No sería muchísimo mejor escucharlo, con la familia, proclamado durante la Santa Misa presencial?


 

Libro de Génesis 15,1-6.17,5.21,1-3.

En aquellos días, la palabra del Señor llegó a Abrám en una visión, en estos términos:
"No temas, Abrám. Yo soy para ti un escudo. Tu recompensa será muy grande".
"Señor, respondió Abrám, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco?".
Después añadió: "Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero".
Entonces el Señor le dirigió esta palabra: "No, ese no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti.
Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: "Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas". Y añadió: "Así será tu descendencia".
Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.
Y ya no te llamarás más Abrám: en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que yo te he constituido padre de una multitud de naciones.
El Señor visitó a Sara como lo había dicho, y obró con ella conforme a su promesa.
En el momento anunciado por Dios, Sara concibió y dio un hijo a Abraham, que ya era anciano.
Cuando nació el niño que le dio Sara, Abraham le puso el nombre de Isaac.


Salmo 105(104),1b-2.3-4.5-6.8-9.

Hagan conocer entre los pueblos sus proezas;
canten al Señor con instrumentos musicales,
pregonen todas sus maravillas!
¡Gloríense en su santo Nombre,

alégrense los que buscan al Señor!
¡Recurran al Señor y a su poder,
busquen constantemente su rostro!
recuerden las maravillas que él obró,

sus portentos y los juicios de su boca!
Descendientes de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido:
El se acuerda eternamente de su alianza,

de la palabra que dio por mil generaciones,
del pacto que selló con Abraham,
del juramento que hizo a Isaac.


Carta a los Hebreos 11,8.11-12.17-19.

Hermanos:
Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba.
También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía.
Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.
Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas,
a aquel de quien se había anunciado: De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre.
Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.


Evangelio según San Lucas 2,22-40.

Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor,
como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor.
También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él
y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor.
Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley,
Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
"Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido,
porque mis ojos han visto la salvación
que preparaste delante de todos los pueblos:
luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel".
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él.
Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción,
y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos".
Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido.
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea.
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía para Navidad (PG 56, Les Pères commentent)


El padre y la madre del niño se asombraban de lo que decían de él

¿Qué puedo decir de este gran misterio? Veo un obrero, un pesebre, un niño, pañales, una virgen que da a luz privada de lo necesario para un parto, las marcas y el peso de la pobreza. ¿Vieron alguna vez la riqueza entre tantas penas? ¿Cómo el que era rico se hace pobre por nosotros (2 Cor 8,9) al punto que privado de cuna y cobijas está acostado en un duro comedero? (…) ¡Oh riqueza inmensa, bajo las apariencias de pobreza! Duerme en un pesebre y conmociona el universo. Envuelto en sus pañales, rompe las cadenas del pecado. No puede aún pronunciar una palabra e instruye a los magos para que vuelvan por otro camino. ¡El misterio supera a la palabra!
He aquí al neonato en pañales, acostado en un pesebre. También está María, virgen y madre. Y José, al que llaman su padre. Él ha esposado a María, pero el Espíritu Santo la ha cubierto con su sombra. Por eso José estaba angustiado, no sabiendo cómo llamar al niño. (…) En medio de esta ansiedad, un mensaje le fue llevado por un ángel “No temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo” (Mt 1,20). (…) ¿Por qué el Salvador nació de una virgen? Antiguamente, Eva, que era virgen, se dejó seducir y engendró la causa de nuestra muerte. María, habiendo recibido la Buena Noticia, dio a luz al Verbo hecho carne, que nos trae a la vida eterna. (EDD)

Oración

Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.
Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración, auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado sea pronto consolado y curado.
Santa Familia de Nazaret,
haz tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia, de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.
Amén.

(Papa Francisco, Amoris Laetitia, 325)


























Francisco recuerda a Benedicto XVI en el Ángelus: «Que desde el cielo nos bendiga y nos guarde»


El Papa presidió el último rezo del Ángelus del 2023, donde denunció los conflictos bélicos y recordó a Benedicto XVI.

 

Este domingo 31 de diciembre, en el último rezo del Ángelus el Papa Francisco presidió el rezo del Ángelus, precisamente el mismo día en el que se cumple el primer aniversario de la muerte del Papa Benedicto XVI.

Tras el rezo del Ángelus y después de hablar de la situación de los conflictos del mundo, el Papa hizo una breve mención al Pontífice alemán: “Hace un año el Papa concluía su camino terreno tras haber servido con amor y sabiduría a la Iglesia. Sentimos tanto cariño, gratitud y admiración. Que desde el Cielo nos bendiga y nos acompañe”. Y pidió a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro un aplauso para Benedicto XVI.

Francisco no ha celebrado una misa pública en sufragio por Benedicto XVI en este primer aniversario de su muerte, como sí había sido costumbre en sus antecesores. Así lo  hizo el Papa alemán el primer año de la muerte de San Juan Pablo II, o el propio Pontífice polaco en esa misma fecha tras la muerte de Juan Pablo I.

A las 8 de la mañana, en el altar principal de la basílica de San Pedro, ha sido monseñor Georg Gänswein, el que fuera fiel secretario de Benedicto XVI, el que tras volver a Italia desde Alemania, ha celebrado la misa en sufragio por Ratzinger.

El arzobispo Gänswein se encontraba de regreso en Roma invitado a participar en unas conferencias que se han celebrado el 30 y 31 de diciembre en el Campo Santo Teutónico del Vaticano para hablar del legado de Benedicto XVI.

Organizado por la Fundatio Christiana Virtus y la Fundación Joseph Ratzinger, este evento ha reunido a amigos y antiguos colaboradores de Benedicto XVI. Además de Gänswein han participado, entre otros, el padre Federico Lombardi, colaborador de Benedicto en la Oficina de Prensa; el cardenal Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe; o el cardenal Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Precisamente, el purpurado suizo ha sido la más alta instancia vaticana presente en este homenaje a Benedicto XVI, a pesar de que preside un dicasterio tradicionalmente de segundo rango.

“El gran legado que el Papa Ratzinger, un año después de su muerte, nos deja a los creyentes es haber puesto la cuestión de Dios y el cristocentrismo en el centro de su larga vida. Toda su existencia como ‘simple’ teólogo profesional, luego como cardenal y finalmente como Papa tuvo como verdad última, casi como estrella guía de sus acciones: los cristianos no creen en un Dios cualquiera, sino en un Dios que tiene relación con el hombre, un Dios que se reveló a través de Jesucristo”, ha explicado el cardenal Koch al diario Avvenire sobre la figura del Papa alemán.

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sábado, 30 de diciembre de 2023

Fin de año: haz un balance espiritual con estos consejos

 


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Llegó el fin de año, y con ello las resoluciones y propósitos. Antes de comenzar a prometernos cosas a nosotros mismos, conviene hacer un balance espiritual

Una manera de avanzar en el camino espiritual es identificar nuestros objetivos y ver claramente lo que conseguimos y lo que dejamos a medias, o que no alcanzamos si quiera a realizar. En eso consiste un balance, es una especie de inventario de nuestro interior, un explorar hacia dentro lo que somos y queremos seguir siendo en este fin de año.

Este balance también incluye los errores que cometimos, las faltas de fuerza de voluntad y la carencia de constancia y persistencia para esmerarnos en conseguir lo que tanto deseamos.
A continuación algunos consejos que te pueden ayudar con tu exploración.

El punto de partida es tu relación con Dios

Desde luego que un punto de partido más importante es la reflexión sobre como has llevado tu relación con Dios:

  • ¿Qué tan agradecido has sido por lo que tienes, o al contrario, qué tan lejos has mantenido tu vida de Él?
  • ¿Qué tan cerca has estado de cumplir con los valores cristianos, al ser compasivo, honesto y justo contigo mismo y con los demás ¿Qué puedes cambiar para hacerlo mejor?
  • ¿Cumples con lo que te propones en tu vida espiritual, como pueden ser tus oraciones, asistir a Misa y leer textos edificantes?

Muchos balances espirituales deben iniciar por preguntarte qué tanto control has tenido de tus emociones durante el año, en especial el enojo, miedo y tristeza. ¿Hasta qué punto has podido disminuir tu impulsividad y manejo explosivo de tus sentimientos?

Emociones, fortalezas, flaquezas y relación contigo mismo

Puedes plantearte cuáles son tus principales fortalezas mentales y reconocer tus flaquezas o vulnerabilidades y anotarlas para que te queden muy claras. Es importante identificar qué te puede estar impidiendo crecer; puede ser que incluso seas tú mismo.

Para ahondar en esto puedes hacerte algunas preguntas como estas:

  • ¿Qué tan honesto he sido conmigo mismo y con los demás, o en otras palabras, en qué me ha dado por mentir y tratar de engañar?
  • ¿Realmente he tratado de hacer el bien y no dañar a los demás con omisiones y acciones que no respetan la dignidad o el bienestar de las personas que me rodean?
  • ¿Qué tanto he practicado la caridad, compasión y trato cortés y amable con los demás?
  • ¿He sido justo en mis decisiones, o he tomado ventaja y abusado de los demás?
  • ¿Hasta que punto he tomado consciencia de la tarea cotidiana de estar más alegre y de vivir en paz, estando en las manos de Dios y no queriendo solo hacer las cosas a mi modo?

Un examen minucioso y sincero

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Un balance de fin de año tiene que ser muy sincero y con profunda autocrítica, lo que implica un examen más minucioso de tu manera de ser y de vivir la vida. Es una exploración y revisión de tu forma de pensar y de las creencias que has venido adquiriendo durante este año y los anteriores.

Se le llama balance porque es una comparación entre lo positivo y lo negativo de tu manera de pensar y de actuar. Psicológicamente debemos esmerarnos por eliminar de nuestra mente las emociones negativas, junto a los respectivos pensamientos que nos perturban, en especial los que nos llevan a vivir dependiendo del mundo exterior o de las mismas adicciones que nos hacen más esclavos y le restan libertad a nuestras vidas.

Si a ti, como a muchas personas, te cuesta trabajo enfrentarte a ti mismos, es muy recomendable buscar a alguien que acompañe este proceso, puede ser un amigo, un familiar o hasta un profesional que te de nuevas herramientas para que veas con claridad lo que has avanzado o en lo que te has estancado.

Echarte un clavado a tu interior y hacerlo con plenitud de consciencia, no suele ser nada fácil. Cuesta trabajo reconocer, tanto nuestros errores, como los aciertos; pero es indispensable verlos con claridad y no tratar de ocultarnos la realidad de lo que somos.

El crecimiento emocional, mental y espiritual, trae muchos beneficios y nos lleva a vivir una vida más estable y feliz, así que vale mucho la pena que te lances a realizar tu balance de vida. Si no lo habías hecho antes, es hora de comenzar; si ya lo habías hecho anteriormente, pues a continuar realizando esta positiva actividad.

Hay muchas órdenes religiosas que suelen proponer retiros espirituales con muchos elementos psicológicos para que el enfrentamiento contigo sea más completo e integral. Busca alguno cerca de ti, y veras qué buena inversión haces en tu vida.

Ser mejor persona no es gratis, se requiere de un esfuerzo propio y de la gracia del Espíritu Santo; por eso es muy cierto el refrán mexicano que dice: «A Dios rogando y con el mazo dando».

Guillermo Dellamary, Aleteia

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