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jueves, 31 de enero de 2019

ENCUENTRO VOCACIONAL: EL LLAMADO

Al concluir la JMJ de Panamá, el Encuentro Vocacional del Camino Neocatecumenal congregó a 25.000 personas para pedir voluntarios dispuestos a entregarse a Cristo. Kiko Argüello explicó el sentido de esa vocación, a la que respondieron 700 chicos, 650 chicas y 600 familias. 







Camino Neocatecumenal: Nuevas vocaciones de 700 chicos, 650 chicas y 600 familias

En el encuentro de la JMJ 2019



Encuentro de Kiko Argüello con jóvenes y familias en Panamá, 28 enero 2019 © Camino Neocatecumenal
Encuentro De Kiko Argüello Con Jóvenes Y Familias En Panamá, 28 Enero 2019 © Camino Neocatecumenal

El Camino Neocatecumenal celebró este lunes 28 de enero el tradicional Encuentro Vocacional para recoger los primeros frutos de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá.
Unos 25.000 jóvenes de todo el mundo participaron del mismo. Los más numerosos fueron los de Centroamérica y el Caribe: más de 8.000. Desde Costa Rica se desplazarán finalmente unos 1.700, de Nicaragua 1.600. De El Salvador 1.200, de Honduras y Guatemala 1.550 y 300, respectivamente. Desde República Dominicana participaron unos 250. Del mismo Panamá asistieron unos 3.400.
12Desde América del Sur participaron cerca de 4.600. Desde Brasil lo hicieron 2.230 jóvenes. De Chile 530, Perú 260, Colombia 320 y Ecuador 710. De Argentina acudieron 125 peregrinos, de Venezuela 120 y de Bolivia 155.
Todos ellos se dieron cita en el Estadio Rommel Fernández a las 15 horas, el mismo en el que el Papa tuvo su encuentro con los voluntarios el día anterior.
Desde primera hora de la mañana, los jóvenes fueron llegaron progresivamente al estadio, y a pesar del calor sofocante, hicieron gala en todo momento de su alegría y entusiasmo, danzando y cantando.
El equipo internacional del Camino, formado por Kiko Argüello, el P. Mario Pezzi y Ascensión Romero, fueron los encargados de guiarlo. Estuvo presidido por el arzobispo de Boston, el cardenal Sean O’Malley, quien forma parte del Consejo de Cardenales que asesora al Papa Francisco en el gobierno de la curia. Es, además, presidente de la Comisión para la Protección de los Menores de la Santa Sede.
También estuvieron presentes el arzobispo de Ciudad de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa, así como el cardenal José Luis Lacunza, de la diócesis de David.
De España participaron el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Ricardo Blázquez Pérez; y el obispo auxiliar de Getafe, monseñor José Rico Pavés.
12De Brasil asistieron el arzobispo de Brasilia, cardenal Sergio Da Rocha y el de São Paulo, Odilo Pedro Scherer. El Nuncio de Su Santidad en Panamá, monseñor Miroslaw Adamczyk, también asistió junto a otros obispos del mundo.
Transformación del mundo 
Monseñor José Domingo Ulloa agradeció “a Dios esta oportunidad de tenerlos hoy aquí a ustedes después de haber participado con la juventud del mundo en este regalo y este don que Dios ha dado a esta Iglesia y este país de Panamá”. “No me canso de repetir que la transformación de este mundo, de la Iglesia solo puede venir de vosotros, los jóvenes. Ustedes son el presente de la humanidad y de la Iglesia”, afirmó.
Anuncio del Kerigma: que los cristianos “sean uno”
A continuación, Kiko Argüello realizó el anuncio del Kerigma. “Este es un encuentro providencial y va a cambiar la vida de muchos de vosotros. Vuestra vida se va a transformar en una aventura: la aventura de ayudar a Jesucristo a salvar esta generación”, dijo refiriéndose a la posterior llamada vocacional.
“Dios ha querido salvar el mundo a través de la necedad de la predicación. Necesitamos abrir el oído de esta generación. Cada vez que se escucha el kerigma se realiza nuestra salvación porque esta Buena Noticia explica algo que está sucediendo ahora mismo: la salvación de los hombres del infierno eterno”, señaló.
“La salvación viene a través de la escucha. La Iglesia dice que la fe viene por el oído. Sin fe no se salva nadie”.
El iniciador y responsable internacional del Camino lamentó que “la gente hoy no escucha porque tiene el oído cerrado. No le interesa nada de la religión, y por eso necesitamos abrir el oído de esta generación”.
“Jesucristo abrió el oído haciendo milagros, porque si no nadie creía lo que decía. Hay un momento en los Hechos de los Apóstoles en que los milagros cesan porque aparece el milagro moral más grande de la historia: la Iglesia, hombres poseídos del Espíritu mismo de Dios”. “Y dice Cristo: amaos como yo os he amado”.
“Cristo nos amó cuando éramos sus enemigos. No tengas miedo de si tú marido es tu enemigo, o tu mujer, o quien sea. El Señor nos da el poder de amar al otro en una nueva dimensión, en la dimensión de la cruz”, añadió.
¡Cristo ha resucitado!
“Jesucristo ofreció su vida por nosotros, y así también hacen los cristianos: ofrecen su vida por los enemigos”.
Durante la predicación, Kiko afirmó que “los cristianos ofrecen su vida por el enemigo” y “Dios nos llama a ser perfectamente uno en Él”. “Los cristianos, no se reservan nada, viven en el otro como uno, aman siendo uno, totalmente dados al Señor, porque ‘sed uno y el mundo creerá’. El mundo está esperando que aparezca el amor”.
“Cristo ha vencido a la muerte para nosotros y nos ha dado a participar de su victoria sobre ella”, recordó.
“¿Quieres salvar a los hombres del infierno, de la lujuria, del adulterio, de la avaricia, del odio, de la guerra?, ¿quieres ayudar a Jesucristo a que cambie a los hombres y les haga uno con Él”, preguntó a la asamblea. “Cristo nos quiere salvar a todos de la muerte y nos quiere hacer partícipes de su victoria, porque ¡Cristo ha resucitado!”.
Junto al sufrimiento de Centroamérica
Antes de pedir vocaciones para el presbiterado, la vida consagrada y familias para la misión, el P. Mario Pezzi destacó que el Camino es un don inmenso del Señor. Muchos han sido bautizados, pero el “germen de vida eterna” que infunde queda como muerto.
San Pablo VI, el 8 de Mayo de 1974, dirigiéndose al Camino dijo: “vosotros hacéis lo que la Iglesia primitiva hacía antes del Bautismo. Vosotros lo hacéis después. El antes o el después da lo mismo porque es importante hacerlo y es necesaria la iniciación cristiana”.
“A través de Kiko y Carmen, y vuestros catequistas, el Señor os ha dado un Camino gradual y progresivo en el cual desarrollar y hacer crecer el germen del Bautismo que, por el Espíritu Santo, tiene unas fuerzas inimaginables, hasta llegar a una fe adulta en una comunidad”.
A su vez, sostuvo que “hoy sobre todo, para los hermanos y las comunidades que os encontráis en situaciones de tribulación y de sufrimiento, es más que nunca necesario ser fieles a la celebración de la Palabra y de la eucaristía en comunidad, para ser iluminados y fortalecidos, para vencer las tentaciones de desánimo, y de dudar del amor de Dios, permaneciendo agarrados con más fuerza al Señor, invocando constantemente su ayuda y consuelo. Todos estamos en este combate, día a día”.
D12e cara a la llamada vocacional el P. Mario Pezzi destacó: “¡Qué puede haber más maravilloso que participar de la misión misma de Cristo! Participando de su poder de dar la vida a los que están muertos, dar el perdón a los que sienten el peso de sus pecados, de celebrar la eucaristía que nos hace pasar constantemente de la muerte a la vida”. “Si alguno siente la llamada de Dios al presbiterado, a la vida consagrada o a la evangelización, es un don que os hace el Señor. ¡No tengáis miedo!”, finalizó.
Por su parte, Ascensión Romero recordó cómo en la JMJ en Santiago de Compostela “vi que la invitación de San Juan Pablo II a ser santo era el único camino para ser feliz”. “En el encuentro vocacional posterior en Zaragoza supe que el Señor me llamaba a seguirle como mi único esposo”.
“He estado 25 años en Rusia anunciando el Evangelio y el Señor me ha consolado siempre. Me ha permitido ver incontables milagros, tanta gente que al escuchar el kerigma ha cambiado de vida. Dios es buenísimo y no os defraudará”, concluyó.
“Un verdadero canal de Panamá de la espiritualidad”
Después de la llamada vocacional, ante la generosa respuesta de los jóvenes, el cardenal O’Malley concluyó el Encuentro con unas palabras de entusiasmo y de agradecimiento. Comenzó felicitando a Kiko por su 80 cumpleaños: “quiero darle la enhorabuena a Kiko porque el 9 de enero ha cumplido 80 años”.
“Este hombre es como un verdadero ‘canal de Panamá’ espiritual por el cual han pasado muchas aguas y ha tocado a muchos católicos dormidos con las aguas bautismales que se han convertido en católicos renovados”, subrayó.
El arzobispo de Boston también manifestó que “la conversión de Kiko ha permitido a su vez la conversión de muchísimas personas y estamos muy agradecidos por su vocación y por el Camino Neocatecumenal, que es una gracia especial para la Iglesia”.
“Kiko es un trovador de Dios como su patrón San Francisco, que con su música y arte ayuda a descubrir la belleza del amor de Dios presente en nuestras vidas. Pero lo más importantes es la respuesta radical a su llamada a recibir a Jesús como discípulo”.
A la disponibilidad de tantos jóvenes y familias a servir a Jesucristo, se unió la sorpresa de un espectáculo de fuegos artificiales que dio al encuentro un final de auténtica fiesta.










miércoles, 30 de enero de 2019

RESPUESTA MUSICAL AL SUICIDIO

El cantautor católico peruano Luis Enrique Ascoy se ha inspirado en la serie de televisión, que aborda la cuestión del suicidio adolescente, para un tema muy potente que ofrece razones para vivir: no tanto en lo que se tiene o recibe, sino en lo que se da.











Así dejé de aburrirme en misa y empecé a entender

Lo que sucedió "en aquel tiempo" tiene lugar "en este tiempo"

Santa Misa

Desde hace un tiempo la Eucaristía es muy importante para mí. Lo que entiendo y vivo en ella llena mi días y se muestra como un camino claro a seguir. Confieso que ha sido todo un aprendizaje, pues antes solo sentía cómo pasaba el tiempo, minuto a minuto, cuando estaba allí.
Desde siempre la Iglesia ha querido introducirnos en las profundidades del misterio eucarístico, pero creo que hemos puesto poca atención a lo que verdaderamente sucede en ella.
“Para nosotros la Eucaristía no es algo nuevo a descubrir, es algo antiguo y familiar, pero, precisamente por esto, quizá necesitada de ser rescatada de la costumbre. Uno de los fines que Juan Pablo II, en su carta apostólica, asignaba al año eucarístico del 2004, era el de resucitar el “estupor eucarístico”, es decir, la capacidad de asombrarse nuevamente ante la “enormidad” (así la define Claudel) que es la Eucaristía” (P. Raniero Cantalamessa).
Para renovarnos en este nuevo asombro eucarístico tomaré algunas citas del Padre Raniero.

Presencia en la Palabra

En la liturgia, las lecturas bíblicas adquieren un sentido nuevo y más fuerte que cuando son leídas en otros contextos.
En la misa no tienen tanto el objetivo de conocer mejor la Biblia, sino el de reconocer quién se hace presente en la fracción del pan. Nos ayudan a iluminar un aspecto del misterio que vamos a recibir.
Como con los discípulos de Emaús: cuando escucharon la explicación de las Escrituras su corazón se ablandó de modo que fueron capaces de reconocer a Jesús en la fracción del pan.
“En la misa, las palabras y los episodios de la Biblia no son solamente narrados, sino revividos: la memoria se hace realidad y presencia. Lo que sucedió “en aquel tiempo”, tiene lugar “en este tiempo”. Nosotros no solo somos oyentes de la palabra, sino interlocutores y actores en ella. A nosotros, allí presentes, se nos dirige la palabra; somos llamados a asumir el puesto de los personajes evocados”.
Escuchando las lecturas podemos ser tocados por su actualidad. Las cosas que allí sucedieron tienen lugar en el ahora de nuestra vida, podemos encontrar una profunda identificación con ellas:
“Un día de verano, me encontraba celebrando la Misa en un pequeño monasterio de clausura. Como texto evangélico teníamos Mateo 12. No olvidaré nunca la impresión que me hicieron las palabras de Jesús: aquí ahora hay uno que es más que Jonás…, aquí ahora hay uno que es más que Salomón. Entendía que aquellos dos adverbios “ahora” y “aquí” significaban verdaderamente ahora y aquí, es decir, en ese momento y en ese lugar, no sólo en el tiempo en el que Jesús estuvo en la tierra hace tantos siglos”.

La consagración

En este momento central hay dos cuerpos de Cristo en el altar: está su cuerpo real (nacido de la Virgen María) y está su cuerpo místico que es la Iglesia.
En la consagración la cabeza y el cuerpo están inseparablemente unidos. En el gran “Yo” de la Cabeza, se esconde el pequeño “yo” del cuerpo que es la Iglesia.
Nuestra ofrenda y la ofrenda de la Iglesia no sería nada sin la de Jesús; y la ofrenda de Jesús, sin la de la Iglesia, no sería suficiente.
“Nuestra firma son las pocas gotas de agua que se mezclan con el vino en el cáliz, como explica la oración que acompaña el gesto: «El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana». Nuestra firma es, sobre todo, ese Amén solemne que la liturgia hace que pronuncie toda la asamblea como final de la Plegaria eucarística: «Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. ¡Amén!». Es como quien dijera: «Me uno a lo que se ha hecho y dicho, lo suscribo todo»”.
Cada uno de nosotros se puede preguntar: ¿qué ofrezco yo al entregar mi cuerpo y mi sangre junto con Jesús en la Misa?
Ofrezco lo mismo que ofreció Él: la vida y la muerte; el tiempo, la salud, las energías, mis capacidades, mis afectos, limitaciones, fracasos, y también, quizás, esa sonrisa llena de amor que solo mi espíritu puede ofrecer y que es extraordinaria.
Todo esto exige que cada uno de nosotros, al salir de la Misa, nos pongamos manos a la obra para realizar lo que hemos dicho; que a pesar de nuestros límites nos esforcemos en ofrecer a los hermanos nuestro “cuerpo”, es decir, nuestro tiempo, nuestras energías, nuestra atención; en una palabra: nuestra vida.

Toda la vida una Eucaristía

“Tratemos de imaginar qué sucedería si celebrásemos la Misa con esta participación personal. (…) Imaginemos una madre de familia que celebra así su misa, y después va a su casa y empieza su jornada hecha de multitud de pequeñas cosas. Su vida es, literalmente, desmigajada; pero lo que hace no es en absoluto insignificante: ¡Es una eucaristía junto con Jesús!
Pensemos en una religiosa que viva de este modo la Misa; después también ella se va a su trabajo cotidiano: niños, enfermos, ancianos… Su vida puede parecer fragmentada en miles de cosas que, llegada la noche, no dejan ni rastro; una jornada aparentemente perdida.
Imaginemos un sacerdote, un párroco, un obispo, que celebra así su misa y después se va: ora, predica, confiesa, recibe a la gente, visita a los enfermos, escucha… También su jornada es eucaristía. Un gran maestro de espíritu, decía: «Por la mañana, en la misa, yo soy el sacerdote y Jesús es la víctima; durante la jornada, Jesús es el sacerdote y yo soy la víctima» (P. Olivaint)”.

El hombre es lo que come

Un filósofo ateo dijo: “el hombre es lo que come”. Gracias a la Eucaristía, el cristiano es verdaderamente lo que come.
En la Eucaristía nosotros no asimilamos a Jesús, es Él quien nos asimila a su cuerpo. La carne de Cristo se hace “mía”, pero también mi carne, mi humanidad, se hace de Cristo. Esto nos pone delante una gran verdad: no hay nada en mi vida que no pertenezca a Cristo.
Pero dar a Jesús nuestros cansancios, dolores, fracasos, alegrías y pecados, es solo el primer paso. De dar se pasa, en la comunión, a recibir. Recibir nada menos que a Cristo. En esto consiste “la enormidad” de la Eucaristía: en este intercambio absolutamente inmerecido.

La comunión con el cuerpo

“El Cristo que viene a mí en la comunión, es el mismo Cristo indiviso que se dirige también al hermano que está a mi lado; por así decirlo, Él nos une unos a otros, en el momento en que nos une a todos a sí mismo”.
Todos quedamos unidos en Cristo y en todos vive Cristo. Por eso podemos decir que somos hermanos. Cuando decimos amén en el momento de la comunión, decimos amén al cuerpo de Jesús que ha muerto por nosotros, pero decimos también amén a su cuerpo que es la Iglesia, todos aquellos que están a nuestro alrededor.
¿De ahora en adelante la Misa será igual para ti?

Luisa Restrepo, Aleteia









Así se vivieron las confesiones en el día penitencial de la JMJ

Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Panamá 2019, el viernes fue un día penitencial; por lo que el Papa confesó a un grupo de jóvenes reclusos del Centro de Cumplimiento de Menores, en las Garzas de Pacora.
Mientras tanto, el resto de peregrinos recibieron el sacramento de la reconciliación en sus sedes de catequesis o en el “Parque del Perdón”, ubicado en el Parque Recreativo Omar Torrijos.
Estas son algunas imágenes de cómo se vivió este día de perdón y reconciliación con Dios:jVer imagen en Twitter





ChurchPop: Caroline Bortle
Natalie Rubini, peregrina.




Más de 12 mil peregrinos y nacionales se han confesado en los 200 confesionarios del Parque del Perdón, en el Parque Omar. Inglés, polaco, francés, español, italiano y portugués son los idiomas al servicio de estos sitios. Vía: @ReineldaAlvarez Foto: @onassis33

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JMJ Panamá
Foto: Carolina Bellocq, Twitter

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