Entre el baño, los deberes, preparar la comida… no siempre es fácil encontrar la mejor organización para la vida familiar. Sigue estos 5 consejos comprobados y aprobados para optimizar el tiempo precioso al terminar el día.
Aunque hay muchos consejos para empezar bien el día, no pensamos mucho en cuidar nuestros hábitos de la tarde y noche. Especialmente con uno o varios niños, porque el ritual del final del día requiere un poco de organización para evitar que todo el mundo se vaya a la cama estresado o disgustado.
Hay que recordar que los niños son más sensibles al estrés que los adultos. Su organismo más frágil y su sensibilidad lo convierten en una esponja para las emociones. Antes de los 4 o 5 años, también tiene dificultades para proyectarse en el futuro, vive en el momento presente. “¡Date prisa!”, “¡Vamos tarde!” y otras frases del estilo le resultan difíciles de entender.
Entre la preparación de la comida, el juego, el baño o las tareas, puedes seguir estos consejos de otras madres para organizar de la mejor manera el final del día y tener tiempo para todo.
Organizarse para la semana
Hacer un cronograma quizás parezca demasiado académico, pero es el mejor medio para evitar enredos. Examinar a fondo tu semana también es reparar en los momentos más exigentes (la reunión de las 18h, la clase de judo o la cena con la familia) y los momentos más tranquilos cuando tener tiempo de respirar. ¡Una visión global estructura el pensamiento y tranquiliza el espíritu!
Organizar con varios días de antelación también permite anticipar las compras o las idas y venidas de cada uno (¿Quién recoge al último de la guardería? ¿Quién lleva al pequeño a fútbol? ¿Quién está aquí para cenar?) para una organización óptima. Pega en el frigorífico un calendario semanal (puedes descargar plantillas de Internet) para que todos estén al tanto de los próximos movimientos.
Concederse tiempo para jugar y disfrutar
Incluso si el tiempo escasea, prevé siempre unos minutos para jugar, leer un cuento o estar juntos. “Algunas noches, de verdad tengo la impresión de vivir en una carrera en la que cada minuto está contado”, describe Ingrid, madre de Léo, de 3 años. “Cuando siento que el estrés aumenta, trato de orientarlo hacia un juego. Me tumbo en el suelo con él durante cinco minutos y hacemos el avión o cosquillas. Es como una válvula de escape”.
El niño no es un adulto. Necesita un refugio con una sensación de seguridad. Un momento de calma antes de acostarse con la lectura de un cuento, una oración individual o en familia, para él es un ritual que disfruta. La falta de tiempo puede paliarse con intercambios de mayor calidad con el niño.
Despejar las tareas cuando lleguen
Cuando llegues a casa del trabajo o de la escuela, empieza a trabajar en las tareas imperativas de inmediato para poder relajarte después. “En cuanto llego, conservo el ritmo de mi jornada y aprovecho esta energía para preparar la comida”, cuenta Émilie, madre de Calie y Samuel, de 4 años y 1 año. “Durante este rato, los niños pueden jugar, merendar, desfogarse. Y una vez que todo está listo, ¡al baño!”.
Si buscas nuevas recetas para las comidas, apunta en un cuaderno las ideas que veas en revistas o Internet para poder recurrir a ellas cuando te falten ideas en casa. Pide a los pequeños que te ayuden también. A los niños les encanta participar y la cocina puede ser una buena oportunidad para realizar una actividad en común.
Animar al niño a ser independiente
Tendemos a creer que nuestros hijos no son capaces de hacer ciertas cosas por sí mismos, ¡cuando en realidad les encanta! “Antes, por hábito, solía ayudar siempre a mi hija a ducharse”, recuerda Marie, madre de Louise, de 6 años. “Le echaba una mano para desvestirse, lavarse el pelo o preparar sus cosas. Una noche, cuando iba a enjuagarle el pelo, me dijo: “Ya lo he hecho, mamá”. Comprendí su deseo de hacerlo sola, de mostrarme su independencia. Desde entonces se ducha todas las noches sin mi ayuda”.
Esta autonomía crea una oportunidad para emplear ese tiempo para hacer otra cosa (ordenar la compra, poner una lavadora, recoger el salón, etc.) para poder encontrar luego un momento de disfrute con el niño.
Anotar todo lo que queda por hacer para el día siguiente
En vez de parasitar tu cabeza con una lista enorme de cosas por hacer, anota todas esas pequeñas cosas que no has tenido tiempo de hacer o lo que tienes que recordar para el día siguiente. A menudo lo más agotador es la sobrecarga mental, por ejemplo, ayudando a tu hijo con los deberes mientras piensas en la carta que olvidaste mandar esa mañana.
“Es un acto reflejo, antes de salir del trabajo, me tomo diez minutos para hacer una lista de todo lo que tengo en marcha”, dice Julie, madre de tres. “Especialmente antes del fin de semana. Esto me permite salir con la mente libre y volver el lunes sabiendo exactamente las tareas que hay que hacer”.
Este hábito sirve también como medio para hacer balance de la jornada o la semana transcurrida y destacar los puntos positivos. Tener una cierta gratitud hacia uno mismo y sentir orgullo por el trabajo realizado es un factor de bienestar.
Mathilde Dugueyt, aleteia
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