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jueves, 30 de abril de 2015

La ideología de género explicada de forma genial en menos de 3 minutos



Juan Andrés Zenteno, catholic-link


Desde el 18 de mayo de 2013, en Francia personas del mismo sexo pueden contraer matrimonio y adoptar niños. «Mariage pour tous» (Matrimonio para todos) fue el nombre de la ley que aseguró que todas las personas, sin importar su orientación sexual, pudieran casarse con los que aman. Francia se transformó en un país no discriminatorio, que reconoce las diferencias culturales, étnicas, religiosas y afectivas de todos sus ciudadanos. El Estado francés reconoce, por lo tanto, que así como hay diferencias de creencias, hay también diferentes formas de amar y de constituir una familia.

Rural signboard - Forward - Backward


De este lenguaje persuasivo pero engañoso nos busca alertar «La manif pour tous» (La manifestación para todos), una organización que busca ayudar a los franceses para que se opongan a esta ley, pues « … [ésta] causa daño al código civil, reemplazando las palabras marido y mujer, padre y madre, por una terminología indiferenciada y unisexual: progenitores. Ella intenta eliminar tanto la diferenciación sexual como la complementariedad presentes en la ley y pone en riesgo los fundamentos de la identidad humana: la diferenciación sexual y en consecuencia, la paternidad. Ella abre el camino para una nueva paternidad “social”, desvinculada de la realidad humana. Crea un marco para un nuevo orden antropológico basado no en el sexo específico sino en la opción sexual: el género».




En este interesante video se denuncian con mucha claridad los errores y peligros que entraña la ideología de género. Éste inicia con una constatación evidente: los niños y las niñas son distintos desde que nacen. Y esta diferencia se nota en lo biológico, pero sobre todo, en la interioridad de cada uno. Sin embargo algunas personas plantean que la desigualdad se da solo porque las dicta el entorno: la familia, la sociedad, la escuela etc… que estas imponen cómo se debe comportar un niño y cómo una niña, por lo tanto, las diferencias marcadas por la sociedad, son las que llevan a la discriminación. Para ellos la solución a este problema es la igualdad radical entre los niños y las niñas: el entorno debe dejar de dictar los modos de ser de cada uno; y la escuela, lejos de la familia y los padres, debe ser el lugar dónde se pueda enseñar esta nueva concepción de la sexualidad. Así los niños y niñas pueden aprender que no hay diferencias entre ellos, y que perfectamente puede un hijo tener dos papás o dos mamás. El resultado de toda esta confusión es que no se percibe ninguna diferencia entre lo masculino y lo femenino.

Debemos comunicar a los demás la verdad sobre el hombre y la mujer. No basta formarse para saber, hay que transmitir lo que la Iglesia nos enseña.

La Iglesia siempre ha intentado dar un paso más allá en su comprensión del hombre y la mujer. No se queda solamente en las diferencias naturales evidentes, sino les da un significado teológico. El Papa Francisco nos enseña:

Solo en el hombre y en la mujer la diferencia sexual lleva en sí la imagen y la semejanza de Dios. […] ¡Hombre y mujer son imagen y semejanza de Dios! Esto nos dice que no solo el hombre por su parte es imagen de Dios, no solo la mujer por su parte es imagen de Dios, sino también el hombre y la mujer, como pareja, son imagen de Dios. La diferencia entre hombre y mujer no es para la contraposición o la subordinación, sino para la comunión y la generación, siempre a imagen y semejanza de Dios.
Catequesis del 15 de abril de 2015

Dios, en su creación, nos pensó a cada uno hombre o mujer. Y puso en esta diferencia y complementariedad el ambiente propicio (el matrimonio entre el hombre y la mujer) para la formación de cada persona. Es en este lugar en dónde podemos aprender a desplegarnos desde quienes somos.

¡Tenemos una riqueza muy grande que aportar al mundo! No es algo sin importancia lo que está en juego: es la base de toda sociedad, la familia. Debemos comunicar a los demás la verdad sobre el hombre y la mujer. No basta formarse para saber, hay que transmitir lo que la Iglesia nos enseña. Ser conscientes de la batalla cultural en la que está el mundo y, como en toda batalla ¡hay tácticas que emplear! (OJO: las de la astucia evangélica solamente).

Para finalizar, quisiera comentar algunas de las estrategias que me llamaron la atención del video. Una de ellas: el arte de elegir las palabras adecuadas. Puede sonar sencillo y hasta obvio. Algunas palabras bien elegidas y bonitas pueden esconder sentidos muy equivocados. Esto nos lleva a esforzarnos en hacer que nuestro discurso sea comprensible por todos. No basta con mostrar la verdad «a secas», sino que debemos transmitirla de tal manera que para la otra persona sea lo más lógico y evidente. Otra estrategia importante consiste en elegir los campos de batalla: así como en el video veíamos que elegían la escuela, nosotros debemos buscar aquellos lugares en dónde la difusión de la verdad sea más grande y más significativa. En primer lugar los niños y jóvenes.

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