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miércoles, 8 de abril de 2015

Recemos por los perseguidos por su fe y levantemos nuestra voz en protesta



Open Doors ( una organización americana protestante dedicada al seguimiento de las persecuciones de los cristianos en el mundo y a la difusión global de la Biblia) en su lista de los 50 países del mundo que en 2012 atentaron específicamente contra los ciudadanos pertenecientes a confesiones cristianas, ofrece cuatro categorías: 

“Persecución extremada”: Corea del Norte, Arabia Saudita, Afganistán, Irak, Somalia, Maldivas, Mali, Irán, Yemen, Eritrea, Siria.

“Persecución severa”: Sudán, Nigeria, Pakistán, Etiopía, Uzbekistán, Libia, Laos, Turkmenistán, Qatar, Vietnam, Omán, Mauritania.

“Persecución moderada”: Uganda, Kazajistán, Kirguistán, Níger, Tanzania, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Brunei, Bután, Argelia, Túnez, la India, Myanmar, Kuwait, Jordania, Bahréin, Territorios Palestinos, China, Azerbaiyán, Marruecos, Kenia, Comoras, Malasia.

 “Persecución escasa”: Yibuti, Tayikistán, Indonesia, Colombia.

El mismo autor hace la  recomendación de que las distintas confesiones religiosas realicen  denuncias conjuntas ante distintos organismos nacionales  e internacionales y que  lo hagan con fuerza y sin complejos, buscando de manera inmediata la solidaridad de todas las confesiones cristianas, todas igualmente amenazadas, en la consecución de un mensaje poderoso y común. Esa renovación ecuménica bien se podría ver acompañada con la presencia de confesiones no cristianas potencialmente amenazadas por las mismas persecuciones. Denuncia profética ante los que practican la persecución, los que la alientan, los que la permiten o los que la comprenden.

Porque los cristianos están sufriendo y muriendo en muchas partes del mundo. Y con ellos la libertad. 
El silencio, como bien decía David Harris, no es remedio. 

Y como predicaba el pastor protestante alemán Martin Niemoller de cara a la persecución nazi:

“Primero vinieron a buscar a los comunistas, y no dije nada porque no era comunista.
Luego vinieron por los judíos, y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas, y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos, y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí, pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada.”


Christian persecution _

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