Les comparto 3 testimonios maravillosos e impactantes que me han dejado reflexionando toda la semana, comprendiendo lo poco que amo al buen Jesús en el sagrario y cuánto le debemos.
IBA A SUICIDARME…
“Cansado de la vida pecaminosa que llevaba decidí un día suicidarme.
Antes de hacerlo decido ir a la Iglesia a las 2:00 a.m. a pedirle perdón a
Dios por lo que iba hacer. Estaba abierta.
Dios por lo que iba hacer. Estaba abierta.
Yo nunca iba a la iglesia, menos sabía lo que era el Santísimo.
Una señora me explica que allí está Jesús que Él me mira, escucha y me sugiere que hablara con Él.
Fue algo inexplicable lo que paso allí. Sentí fuertemente la presencia de Jesús dándome un abrazo y diciéndome: “Levántate”.
Sentía que me quemaba. Algo muy caliente entró dentro de mí. Empecé a llorar, a sudar… En ese momento Jesús me sanó de todo lo que traía cargando.
Hoy, 7 años después de esa maravillosa experiencia, sólo vivo para alabar su Santo Nombre y dar testimonio de que, ¡Él está Vivo!” (RM)
ME HA DADO LA PAZ QUE NECESITABA…
“Cómo me ha aliviado mis cargas y mis cansancios mi dulce Jesús Sacramentado. ¡Él está vivo y presente en el Sagrario! Me da mucha pena porque todavía hay muchas personas que no lo creen… pero igual hay que orar por ellas”. (MG)
SENTÍ SU ABRAZO…
“Este año le dije a Jesús en el Sagrario: “Cómo me gustaría darte un abrazo”. La respuesta no se hizo esperar. Al llegar a mi casa un chico discapacitado se acercó a mí y me abrazó con todas sus fuerzas y me dijo: “Te quiero mucho”. Quedé perplejo y supe que Él siempre nos escucha. Bendito y alabado seas mi señor Jesús”. (FA)
Es cierto, el único que puede llenar nuestro corazón de paz y serenidad ante las adversidades es Jesús Sacramentado. Acudamos a Él confiados.
Cada día son más las personas que nos comparten sus hermosas experiencias con Jesús presente y VIVO en los sagrarios del mundo entero.
Me conmueve ver tanto amor de Jesús por nosotros, que inmerecidamente recibimos sus consuelos.
Suelo preguntarle:
“¿Cómo puede amarnos tanto? ¿Acaso no ves lo que hacemos?”
“¿Cómo puede amarnos tanto? ¿Acaso no ves lo que hacemos?”
Y es como si respondiera siempre:
“El Amor, sólo puede amar Claudio”.
Me brota del alma un gesto de arrepentimiento por mis muchos pecados y le digo:
“Perdóname Jesús”.
“Perdóname Jesús”.
Cada vez que lo visitó en el sagrario esa pequeña llama que arde en mi corazón cobra una fuerza impresionante. Él la reaviva con su amor. Y me hace comprender mi pequeñez y Su grandeza, el camino que aún debo recorrer y cuánta humildad me falta para poder amar con todo el corazón.
Les dejo con esta bella canción cantada por las angelicales voces de los niños. Dios les bendiga.
¡Ánimo! ¡Jesús te ama!
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