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Monseñor Luca Li Jingfeng, obispo emérito de Fengxiang (Shaanxi) murió esta mañana a las 7:20 a la edad de 95 años tras llevar enfermo mucho tiempo. Era famoso en China porque era el único obispo de la comunidad clandestina pasado a la Iglesia oficial sin suscribirse a la Asociación Patriótica.
También era famoso en el Vaticano: en el 2005 él - junto con otros tres prelados - había sido invitado a participar en el Sínodo sobre la Eucaristía. El gobierno no le dio el permiso de dejar a China. En ocasión del Sínodo del 2012 sobre la Nueva Evangelización, él escribió a los padres reunidos en el Sínodo, contando la fe de los católicos chinos que tendrían “consuelo del papa” para que “nuestra Iglesia sea fiel a pesar de los 50 años de persecución”.
Monseñor Li nació en 1922 en el condado de Gaoling (Shaanxi) de una familia profundamente católica. De los ocho hijos de los que estaba compuesta, todos menos uno se dedicaron a la vida religiosa. Se convirtió en sacerdote en 1947 y asumió varios deberes en la diócesis. En 1959 fue detenido y condenado a trabajos forzados, siendo liberado en 1980, 21 años después. El 25 de abril de ese año fue consagrado obispo auxiliar de Fengxiang y en 1983 se convirtió en obispo ordinario aquella diócesis.
Según recuerda Asia News, hasta 2004, era tal vez la única diócesis de la China Popular donde solo existía la Iglesia no oficial, no reconocida por el gobierno. En el verano de 2001 en Fengxiang se abrió una Oficina de Asuntos Religiosos, con el fin de registrar a los católico en la Iglesia oficial y hacer que se inscribieran todos en la Asociación Patriótica (AP). En noviembre de 2001, la diócesis fue sometida a una dura represión por parte de las autoridades chinas, que ordenaron "redadas" en conventos y parroquias en la zona.
Monseñor Luca Li Jingfeng, a la izquierda de la imagen
También monseñor Li desapareció durante unas semanas para ser adoctrinado en las regulaciones de la actividad religiosa china. En 2004, el obispo fue reconocido por el gobierno como obispo oficial, pero sin la obligación de inscribirse en la AP, algo único e inaudito hasta la fecha.
Para los católicos locales sigue siendo inolvidable su comentario a la Carta a los católicos chinos, escrita por Benedicto XVI en el 2007, que él consideraba muy importante para los católicos instando a estar más unidos, y para el gobierno, para que pudiera entender más las razones de la Iglesia Católica.
Por su parte, un joven católico, que se llama "El corderito del Señor", quiso recordar los últimos días de Monseñor Li. Esta es la carta enviada a Asia News:
“Nuestro Lao Zhujiao [anciano obispo], Luca Li Jingfeng, ha tenido problemas de salud desde el comienzo de este año. En los últimos meses entró y salió continuamente de los hospitales. Él ha sido golpeado por una hemorragia cerebral y una infección pulmonar. La inflamación de los pulmones se ha mantenido, imposible de curar.
En los últimos meses, cada vez que lo visitaba, sus condiciones eran peores. Al principio, al menos podía hablar, decir una broma, y no estaba preocupado por su salud. "El Señor me la ha dado, el Señor se la ha llevado", dijo, "y estoy completamente preparado para ver al Señor en todo momento".
Cuando visité a Lao Zhujiao en las últimas semanas, ya no podía hablar, pero se obligó a levantar la mano para bendecir a cualquiera que fuera a verlo. Estaba muy débil y no tenía fuerzas.
En mi última visita al obispo, él estaba frágil y sin fuerzas. Pero un hecho me sorprendió: aunque parecía haber perdido toda su energía, puse una cruz en su mano. Y con gran asombro, lentamente, se llevó la cruz a la boca y la besó.
Sus pulmones estaban muy seriamente infectados. Su médico había insertado un tubo en el esófago para nutrirlo y evitar que las gotas de líquido penetren en los pulmones.
Un día, estaba vertiendo cuidadosamente unas gotas de agua en sus labios y su boca para humedecerla. Inesperadamente, una gota de agua llegó a su garganta y comenzó a toser con violencia. Estaba tan asustada que su enfermedad empeorara y ya no me atreví a tocar sus labios deshidratados.
En cambio, cuando le dábamos la comunión, el pan y el vino todas las mañanas, estaba tranquilo y no tosía.
Él era una persona muy lúcida. Él amó a Dios por toda su vida. Por su fortaleza en la fe, ha sido encarcelado durante muchos años. A pesar de que sufrió todo tipo de presiones y sufrió injusticias, su amor por Dios nunca ha sido afectado. Fue claro en su fe, permaneció fiel hasta el último instante de su vida en la tierra.
Su firmeza en los principios de la fe, su amor y su seriedad en la liturgia y la tradición de la Iglesia han influido profundamente en mi fe y mi vocación.
Nos complació que nuestro amado obispo recibiera la Sagrada Comunión a las 6:50 de esta mañana y luego nos dejó a las 7:20. ¡En la oración de sacerdotes y fieles, nuestro Lao Zhujiao descansa en paz!
ReL
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