Francesca Giannoni, catholic-link
En muchos casos el concepto de belleza ha quedado reducido al exterior, a la apariencia física; verse bien, estar bien arreglada, maquillarse, estar a la moda, tener las medidas perfectas… de este modo tristemente, se ha ido alejando de su verdadero significado, de aquella belleza que viene del alma y brota del corazón.
¿Ser sexy es lo mismo que ser bella?, ¿qué es realmente lo bello de una mujer? Si nos quedamos solamente con la belleza exterior nos damos cuenta inevitablemente que, ésta pasará en algún momento. Llegará un día en que envejeceremos. La belleza de una mujer no envejece con el tiempo y sus arrugas. No se reduce solamente a la apariencia física. Es mucho más que eso.
¿Dónde eres más bella? Eres más hermosa en el interior. En aquello que te hace distinta, especial y diferente a los demás. La belleza, ha estado desde la antigüedad relacionada con la bondad. La mujer ha suscitado, a lo largo de la historia, diversas reflexiones entre lo bueno y lo bello. Es así que los griegos acuñaron la palabra “kalokagathia” que significa belleza-bondad. Platón decía: “La potencia del Bien se ha refugiado en la naturaleza de lo Bello”.
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