ABC 18 noviembre 2015
Ante la dictadura de la violencia, muchos se plantean si hay vida tras la muerte y un Poder Superior que compensa a las víctimas
«El viernes por la noche robasteis la vida de un ser excepcional, el amor de mi vida, la madre de mi hijo»», escribió ayer Antoine Leiris a los terroristas que mataron a su esposa en los atentados que dejaron 129 víctimas en París.
Tras haber visto por primera vez el cuerpo de su mujer, el desolado marido expresa su particular venganza en una carta publicada en su Facebook:«No tendréis mi odio»
«No sé quiénes sois y no quiero saberlo, sois almas muertas», les recrimina Leiris, periodista de France Bleu, antes de afirmar que «si el Dios por el que vosotros matáis ciegamente nos ha hecho a su imagen, cada bala en el cuerpo de mi mujer habrá sido una herida en su corazón».
«Pero no, no os regalaré mi odio. Os lo habéis buscado, pero responder al odio por cólera sería ceder a la misma ignorancia que ha hecho de vosotros lo que sois», continúa en su carta.
«Queréis que tenga miedo, que mire a mis conciudadanos con desconfianza, que sacrifique mi libertad por la seguridad. Habéis perdido», les asegura en la carta que ya ha sido compartida por más de 70.000 personas en la red social.
Leiris explica cómo «tras noches y días de espera» había visto el cadáver de su mujer. «Estaba tan hermosa como cuando me enamoré perdidamente de ella hace más de 12 años», escribe antes de reconocer que «por supuesto que estoy devastado por el dolor».
Es la «pequeña victoria» que les concede en su carta a los terroristas, aunque les advierte de que les «durará poco» porque «sé que ella nos acompañará cada día y que nos volveremos a encontrar en ese paraíso de almas libres al que nunca tendréis acceso».
«Somos dos, mi hijo y yo, pero somos más fuertes que todos los ejércitos del mundo», remarca Leiris, que finaliza su escrito porque Melvil se acaba de despertar de su siesta. «Apenas tiene 17 meses», dice, y «va a comer su merienda como todos los días y después iremos a jugar como todos los días y durante toda su vida este pequeño os ofenderá por ser feliz y libre. Porque no, tampoco tendréis su odio».
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