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viernes, 11 de julio de 2025

Evangelio del día - Memoria de San Benito


 

Libro de Génesis 46,1-7.28-30.

Israel partió llevándose todos sus bienes. Cuando llegó a Berseba, ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac.
Dios dijo a Israel en una visión nocturna: "¡Jacob, Jacob!". El respondió: "Aquí estoy".
Dios continuó: "Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No tengas miedo de bajar a Egipto, porque allí haré de ti una gran nación.
Yo bajaré contigo a Egipto, y después yo mismo te haré volver; y las manos de José cerrarán tus ojos".
Cuando Jacob salió de Berseba, los hijos de Israel hicieron subir a su padre, junto con sus hijos y sus mujeres, en los carros que el Faraón había enviado para trasladarlos.
Ellos se llevaron también su ganado y las posesiones que habían adquirido en Canaán. Así llegaron a Egipto, Jacob y toda su familia
- sus hijos y sus nietos, sus hijas y sus nietas - porque él había llevado consigo a todos sus descendientes.
Israel hizo que Judá se le adelantara y fuera a ver a José, para anunciarle su llegada a Gosen. Cuando llegaron a la región de Gosen,
José hizo enganchar su carruaje y subió hasta allí para encontrarse con su padre Israel. Apenas este apareció ante él, José lo estrechó entre sus brazos, y lloró un largo rato, abrazado a su padre.
Entonces Israel dijo a José: "Ahora sí que puedo morir, porque he vuelto a ver tu rostro y que vives todavía".


Salmo 37(36),3-4.18-19.27-28.39-40.

Confía en el Señor y practica el bien;
habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite,
y él colmará los deseos de tu corazón.
El Señor se preocupa de los buenos
y su herencia permanecerá para siempre;

no desfallecerán en los momentos de penuria,
y en tiempos de hambre quedarán saciados.
Aléjate del mal, practica el bien,
y siempre tendrás una morada,
porque el Señor ama la justicia
y nunca abandona a sus fieles.

Los impíos serán aniquilados
y su descendencia quedará extirpada,
La salvación de los justos viene del Señor,
él es su refugio en el momento del peligro;
el Señor los ayuda y los libera,
los salva porque confiaron en él.


Evangelio según San Mateo 10,16-23.

Jesús dijo a sus apóstoles:
"Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas.
Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.
A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.
Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento,
porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.
El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.
Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.
Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre."


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Reflexión sobre el cuadro

Hoy celebramos la fiesta de San Benito, una figura que ha modelado no sólo el monacato occidental, sino el propio ritmo espiritual de la Iglesia. Los benedictinos ocupan un lugar especial en mi corazón. Tuve la suerte de asistir a una escuela benedictina en Bélgica, y fue allí, a través del testimonio silencioso y el ejemplo orante de los monjes, donde se sembraron las primeras semillas de mi propia vocación. Observar a los monjes, cuyas vidas se ordenaban en torno a la oración, el estudio y la comunidad, me dejó una impresión duradera: la de una profunda sencillez, pero también la de un compromiso inquebrantable con Cristo.

San Benito nació hacia el año 480 d.C. en el seno de una familia privilegiada de Umbría (Italia). Desilusionado por la decadencia de la sociedad romana, buscó un camino más auténtico y encontró a Romano de Subiaco, que le guió hacia una vida de soledad y profundidad espiritual. Durante tres años, Benito vivió en una cueva cerca de Subiaco, dedicándose por completo a la oración y al ascetismo. Llamado a asumir el liderazgo, se convirtió en abad de un monasterio cercano, donde su riguroso compromiso con la disciplina monástica pronto provocó resistencia. Unos monjes descontentos conspiraron para envenenarle, pero cuando bendijo la copa de vino envenenado, ésta se rompió y le salvó la vida.

El momento de esta protección milagrosa está plasmado en el cuadro que comparto hoy: La historia de San Benito y el vino envenenado", de la Galería de los Uffizi. Aquí vemos a Benito bendiciendo tranquilamente la copa que le trae un laico ricamente vestido. El tocado pagano del laico da a entender que ha sido contratado con engaño para poner el cáliz envenenado delante de nuestro santo. El contraste entre las galas mundanas del laico y la sencilla vestimenta de Benito también es elocuente. El cuadro nos introduce en ese momento crucial de la intervención divina que protege al santo.

Tal como se nos dice en el Evangelio de hoy, San Benito no odió a sus perseguidores sino queríia seguir a Cristo, sin concesiones. Su Regla comienza célebremente con las palabras "Escucha, hijo mío, las instrucciones del maestro, e inclina el oído de tu corazón". En un mundo que a menudo fomenta la comodidad y la conveniencia, el ejemplo de Benedicto nos devuelve a la invitación radical del Evangelio: renunciar a los apegos mundanos y buscar a Dios por encima de todo. Su vida y su legado nos recuerdan que la santidad no se encuentra en los grandes gestos, sino en la fidelidad de la vida cotidiana.

by Padre Patrick van der Vorst

Oración

Dios eterno, dame la fuerza para orar por quienes no quieren mi bienestar. Aleja de mí todo sentimiento de recelo y de resentimiento.

No permitas Santo Padre, que mi alma se torne oscura, que la sed de venganza contra mis enemigos se apodere de mí, no lo permitas Señor, mantenme con un corazón noble y quebrantado.

Ayúdame a entender que pase lo que pase, es porque así estaba escrito en tu plan mi Señor, que los sentimientos negativos no turben mi mente y me permitan pensar con claridad, para hacerle frente a mis enemigos, aquellas personas que tanto necesitan de Ti, mi Señor.

Entra en sus vidas, Padre de amor, para que no sigan dañando a más personas, para que puedan darse cuenta de sus errores y arrepentirse. Concédeles la oportunidad de enmendar sus daños y cambiar sus vidas, dales tu perdón Dios Misericordioso, porque solo Tú puedes darles la paz y el consuelo que necesitan. Esperamos tu sagrada voluntad, en el nombre de Jesucristo, Amén.

(unidosenoracion)



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