El orgullo puede nublar el discernimiento, llevando a justificar el mal como bien
Cuando alguien se gloria en su pecado, su conciencia
puede volverse insensible.
Sentirse orgulloso del pecado —es decir, no solo cometerlo, sino justificarlo, celebrarlo o negarse a reconocerlo como algo malo— puede tener serias consecuencias, tanto espirituales como personales y sociales.
Desde una perspectiva cristiana, aquí tienes siete consecuencias de estar orgulloso del pecado:
1. Alejamiento de Dios
El orgullo en el pecado endurece el corazón y dificulta el arrepentimiento. Esto interrumpe la comunión con Dios y bloquea la gracia.
"Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (Santiago 4:6).
2. Ceguera espiritual
El orgullo puede nublar el discernimiento, llevando a justificar el mal como bien, perdiendo sensibilidad hacia lo que es pecado.
"¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo!" (Isaías 5:20).
3. Corazón endurecido
Cuando alguien se gloria en su pecado, su conciencia puede volverse insensible, haciendo que el arrepentimiento sea cada vez más difícil.
"Por la dureza de tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira" (Romanos 2:5).
4. Influencia negativa sobre otros
El orgullo en el pecado no solo afecta al pecador, sino que puede llevar a otros por el mismo camino, escandalizándolos o debilitando su fe.
5. Ruptura de relaciones humanas
El pecado celebrado puede destruir relaciones con familiares, amigos o miembros de la comunidad, especialmente si otros ven el mal que se causa.
6. Consecuencias morales y sociales
Muchos pecados tienen consecuencias tangibles: adicciones, violencia, deshonestidad, promiscuidad, etc. Sentirse orgulloso impide reconocer y corregir esos daños.
7. Juicio eterno
Según la fe cristiana, si una persona persiste en el pecado sin arrepentimiento y se gloria en ello, corre el riesgo de perder la salvación.
"El alma que pecare, esa morirá" (Ezequiel 18:4).
A. Martínez, ReL
Vea también Pecados capitales y virtudes opuestas:
Reglas de discernimiento de espíritu
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