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lunes, 7 de julio de 2025

¿Orgullosos de pecar? 7 consecuencias de celebrar nuestras caídas: del corazón duro al juicio eterno

El orgullo puede nublar el discernimiento, llevando a justificar el mal como bien

Cuando alguien se gloria en su pecado, su conciencia
puede volverse insensible.

Sentirse orgulloso del pecado —es decir, no solo cometerlo, sino justificarlo, celebrarlo o negarse a reconocerlo como algo malo— puede tener serias consecuencias, tanto espirituales como personales y sociales

Desde una perspectiva cristiana, aquí tienes siete consecuencias de estar orgulloso del pecado:

1. Alejamiento de Dios

El orgullo en el pecado endurece el corazón y dificulta el arrepentimiento. Esto interrumpe la comunión con Dios y bloquea la gracia.

"Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (Santiago 4:6).

2. Ceguera espiritual

El orgullo puede nublar el discernimiento, llevando a justificar el mal como bien, perdiendo sensibilidad hacia lo que es pecado.

Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo!" (Isaías 5:20).

3. Corazón endurecido

Cuando alguien se gloria en su pecado, su conciencia puede volverse insensible, haciendo que el arrepentimiento sea cada vez más difícil.

"Por la dureza de tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira" (Romanos 2:5).

4. Influencia negativa sobre otros

El orgullo en el pecado no solo afecta al pecador, sino que puede llevar a otros por el mismo camino, escandalizándolos o debilitando su fe.

5. Ruptura de relaciones humanas

El pecado celebrado puede destruir relaciones con familiares, amigos o miembros de la comunidad, especialmente si otros ven el mal que se causa.

6. Consecuencias morales y sociales

Muchos pecados tienen consecuencias tangibles: adicciones, violencia, deshonestidad, promiscuidad, etc. Sentirse orgulloso impide reconocer y corregir esos daños.

7. Juicio eterno

Según la fe cristiana, si una persona persiste en el pecado sin arrepentimiento y se gloria en ello, corre el riesgo de perder la salvación.

"El alma que pecare, esa morirá" (Ezequiel 18:4).

A. Martínez, ReL

Vea también     Pecados capitales y virtudes opuestas:
Reglas de discernimiento de espíritu




















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