Un momento de tranquilidad en el ajetreo cotidiano de Blythe Fike con sus hijos. |
Muchas comunidades protestantes han ido cediendo a la mentalidad anticonceptiva a partir de mediados del siglo XX. Por eso, para algunos de sus miembrosla firmeza de la Iglesia católica al proclamar la ley natural frente a las presiones de la mentalidad ambiente y de los poderes del mundo constituye un factor de credibilidad, que la certifica como la única y auténtica Iglesia de Cristo.
Es el caso de seis familias que prestan su testimonio en un reciente reportaje de Our Sunday Visitor, personas jóvenes con buena formación teológica y moral que vieron en la encíclica Humanae Vitae dePablo VI, de 1968, o en sus aplicaciones (como la difusión de los métodos naturales) un faro de luz que les guió hasta la conversión.
Los Millegan
Brantly y Krista eran novios y estudiaban en un colegio evangélico, el Wheaton College (Illinois) cuando cayó en sus manos la encíclica y la leyeron juntos. "Fue lo primero que me convenció de tomarme el catolicismo en serio. De repente, parecía que los católicos podían tener razón en algo. ¿Y si la tenían en otras cosas?", explica Krista.
La legitimidad de la anticoncepción era algo indudable para ellos, y acudieron al texto de Pablo VI sólo porque Brantly ("hombre concienzudo", dice su hoy esposa) quería estudiar el tema desde todos los puntos de vista. Al finalizar la lectura, ambos habían cambiado: "Amparándome en mis prejuicios anticatólicos, dudaba de que tuviese algo valioso que decir, y si accedí a leerla fue por él. Lo último que me esperaba es que me convenciese".
Los Millegan: confianza en el plan y
la voluntad de Dios.
Desde el punto de vista práctico, la convicción tardó más en llegar, pero casi fue providencial, pues como Krista quería seguir usando anticonceptivos, profundizó en la cuestión y estudió su historia, y eso la acercó a la Iglesia: "Me sorprendió saber que todas las tradiciones cristianas lo rechazaron hasta mediados del siglo XX, pero eso me convenció. Todos los cristianos habían tenido razón durante diecinueve siglos, hasta que los protestantes cedieron a la presión social".
Y añade: "Lo que realmente me impactó sobre la opinión de la Iglesia es lo pro-mujer que resulta. Me gustaba que trataba mi cuerpo y mi fertilidad con respeto. Que yo estuviese hecha de forma diferente al hombre significaba algo. La fertilidad no era sólo un hermoso regalo y un privilegio de la mujer, era una parte esencial de mi feminidad, de mí misma. Recuerdo haber pensado que si el plan de Dios para el sexo era que quedase abierto a la procreación de una nueva vida, entonces eso era algo que podía aceptar sin miedo ni rencor".
En cuanto a Brantly, el cambio era radical (como lo sería luego su conversión): "Tenía consecuencias prácticas duras para nuestro matrimonio y para nuestro papel como marido y mujer. Enseguida comprendimos que tendríamos que repensar el resto de nuestras vidas. Hemos sido pobres. Hemos tenido altos y bajos en términos de más y menos dinero, pero hasta ahora Dios siempre ha provisto lo que necesitábamos. Hemos hecho un gran sacrificio personal y económico, pero ha sido totalmente maravilloso". (Pincha aquí para leer unos buenos consejos matrimoniales de Brantly.)
Los Simms
Luma Simms (divorciada y vuelta a casar: pincha aquí para conocer su historia) leyó la encíclica en un difícil momento personal. Alguien muy próximo había abandonado a su esposa tras 43 años de matrimonio, y la comunidad presbiteriana a la que acudía estaba totalmente dividida, que hizo que ella y su marido se planteasen la cuestión de la autoridad en la Iglesia. "¿Habrá alguna Iglesia que no se rompa antes o después? Si podemos hacer nuestra propia lectura de la Biblia, y nuestra propia interpretación, la conclusión lógica del protestantismo es el cisma. Nos preguntábamos dónde podríamos encontrar una verdadera autoridad eclesial, dentro de la cual poder entender definitivamente el matrimonio".
Los Simms encontraron la relación
entre la doctrina sobre el matrimonio
de la encíclica de Pablo VI y la autoridad
como garantía de la unidad de la Iglesia.
Y en esto cayó en sus manos la Humanae Vitae. "Al concluir la lectura, me senté llorando", confiesa Luma: "Su poderosa antropología y su profética comprensión de la sexualidad humana golpeaban mi mente. No es que en ámbitos protestantes no se oiga hablar de estas cosas, pero no se presentan como un todo basado en siglos de doctrina teológica sobre quién es Dios y quién es el hombre que Él ha creado".
Los Schmitz
Matthew Schmitz, editor de producción de la revista conservadora First Things, afirma que su itinerario de conversión comenzó al quedarse "impresionado por las enseñanzas morales de la Iglesia católica".
Matthew Schmitz, editor de producción de First Things,
una de las más influyentes
revistas de pensamiento de la derecha
religiosa norteamericana.
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Entrar en ellas supuso "llevar a plenitud la fe cristiana que mis padres me habían transmitido, no rechazarla", y le aproximaron a Cristo.
Los Brozozowski
Tavi, de Oklahoma City, se casó con un estudiante de medicina católico cuando ella aún era baptista: "Michael estaba en segundo de carrera, así que pensamos que no podíamos tener un hijo en ese momento". Así que recurrían a anticonceptivos que para ella implicaban serios e incómodos efectos secundarios para la salud, y para él un gran sentimiento de culpa por ello.
Cuando luego tuvieron su primer hijo, ella decidió no volver a usar métodos hormonales y acudió a clases de métodos naturales: "Dios me condujo hasta su Iglesia a través de esas clases", evoca, y de hecho ahora colabora en difundir el método Billings.
Tavi llegó a la Iglesia a través de
los métodos naturales, y hoy ella
también los enseña.
"Si Dios me ama tanto como para poner límites a mi sexualidad, incluso en el matrimonio, entonces es que es un Dios que ama mucho. Me hizo verle con una luz diferente", explica, en una reflexión realmente sustanciosa. A ella también le satisfacía la forma con la que la Iglesia aborda la sexualidad, a diferencia de la comunidad protestante en la que creció, donde "el sexo y la sexualidad eran algo sucio de lo que no se podía hablar": "En la Iglesia se habla mucho, pero en el contexto apropiado. Era refrescante ver que había un contexto apropiado, con sus límites y sus reglas".
Los Jennings
Cierra Jennings también utilizaba habitualmente métodos químicos que le producían efectos secundarios muy negativos. Su entonces novio y hoy marido, Fitz le sugirió enterarse de "lo que hacen los católicos". Fitz había sido educado como tal, aunque no practicaba. Empezaron a acudir, a clases de métodos naturales y conocieron a "una pareja católica majísima", con quien ambos (ella para la conversión, él para volver a ser coherente con su fe) hicieron el recorrido hasta la Iglesia.
Los Jennings: la apertura a la vida
conduce a la confianza en Dios y
mejora la relación con Él.
Que empezó con algo que ella misma reconoce "superficial", pero que fue efectivo: "Cuando me quedé embarazada de mi primer hijo, pensé que tendría la niña y que quería vivir con ellas las mismas tradiciones navideñas con las que yo me había criado. Empecé a ese nivel, pero ello me condujo a una comprensión más profunda de mi fe y de Dios". Y va más allá: "Si no hubiese empezado a usar métodos naturales, no sé adónde habría ido al quedar embarazada de Rosa... o nunca habría quedado embarazada".
Hoy tiene cuatro niños, y apunta un detalle interesante: "Yo quería tener hijos, pero no tenía un plan sobre cuántos y con qué rapidez. Renunciar al control artificial de la natalidad realmente tomó esa decisión por mí en muchos sentidos. Cuando empecé a tenerlos, de repente descubrí lo que es ser madre. ¡Y nunca he sido tan buena en algo como siendo madre!".
Renunciar a la anticoncepción mejoró su elación con Dios: "Cambió completamente mi confianza en Él y mi fe. Él sabe realmente lo que es mejor, y eso es estimulante". Su ansiedad desapareció: "Ya no me asustan tanto las cosas como antes. Es condición humana que la muerte te aterrorice, pero eso, en mí, cambió. Ya no temo morir porque sé que Él estará ahí, esperándome".
Los Fike
Blythe Fike, bloguera muy seguida, madre de cinco hijos y esperando el sexto, veía en su comunidad protestante una contradicción: "Siempre había tenido un problema con la idea, prevalente en nuestro grupo evangélico, de rendirse a la voluntad de Dios en todas las áreas de tu vida... excepto en la sexualidad. La llamada de Dios en tu vida podía significar desplazarte a China o vender todo lo que tenías, pero en asuntos familiares nunca se la tenía en cuenta".
A Blythe Fike le chocaba que la voluntad
de Dios debiese prevalecer en todo, salvo
en la moral matrimonial.
Tras resolver ese "problema" convirtiéndose al catolicismo, Blythe explica que los hijos son un regalo que conduce a la santidad: "En la vida consagrada tienes que levantarte a horas intempestivas para rezar, dormir en el suelo... Aquí los desafíos te vienen todos hechos, así que en términos de crecimiento en santidad, tenemos fácil encontrar una cruz en nuestras vidas".
En cuanto a su relación matrimonial, dejar de usar anticonceptivos fue "el mayor regalo" de pareja que ambos se hicieron: "Cada respiración de cada niño es un regalo de amor en la intimidad del otro. Elegir la apertura al otro es realmente un estado espiritual, y hace sólida la convicción de que Dios realmente sabe lo que hace".
Blythe se quedó embarazada de su segundo hijo cuando el primero sólo tenía seis meses: "Me sentí culpable, porque el primero lo habíamos buscado, pero el segundo no. Era duro pensar cómo iba a ser madre de los dos a la vez, tan cercanos. Pero cuando nació el segundo, lo primero que pensé es que no habría querido esperar ni un instante más para tenerlo. Y así ha sucedido cinco veces. Dios sigue diciéndome: tengo algo perfecto para ti".
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