El Evangelio de hoy: San Juan 16, 23b-28.
Aquél día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre.
Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta.
Les he dicho todo esto por medio de parábolas. Llega la hora en que ya no les hablaré por medio de parábolas, sino que les hablaré claramente del Padre.
Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes,
ya que él mismo los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios.
Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre".
Palabra del Señor
Leer el comentario del Evangelio por :
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia Sermón de Cuaresma nº5, 5
«Si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará»
Cada vez que hablo de la oración, me parece escuchar dentro de vuestro corazón ciertas reflexiones humanas que he escuchado a menudo, incluso en mi propio corazón. Siendo así que nunca cesamos de orar ¿cómo es que tan raramente nos parece experimentar el fruto de la oración? Tenemos la impresión de que salimos de la oración igual que hemos entrado, nadie nos responde una palabra, ni nos da lo que sea, tenemos la sensación de haber trabajado en vano. Pero ¿qué es lo que dice el Señor en el evangelio? «No juzguéis por las apariencias, sino tened un juicio justo» (Jn 7,24) y ¿qué es un juicio justo sino un juicio de fe? Porque «el justo vive de la fe» (Ga 3,11). Sigue, pues, el juicio de la fe más seguro que el de tu experiencia, porque la fe no engaña, mientras que la experiencia puede inducirnos al error.
Y ¿cuál es la verdad de la fe sino la que el mismo Hijo de Dios nos promete?: «Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis» (Mc 11, 24). Así pues, hermanos, ¡que ninguno de vosotros tenga en poco su oración! Porque, os lo aseguro, aquel a quien ella se dirige, no la tiene en poca cosa; incluso antes de que ella haya salido de vuestra boca, él la ha escrito en su libro. Sin la menor duda podemos estar seguros de que Dios nos concede lo que pedimos, aunque sea dándonos algo que él sabe ser mucho más ventajosa para nosotros. Porque «nosotros no sabemos pedir como es debido» (Rm 8, 26) pero Dios tiene compasión de nuestra ignorancia y recibe nuestra oración con bondad... Entonces «sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón» (Salmo 36,4).
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