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miércoles, 20 de septiembre de 2023

Vivir la vida contemplativa y la vida activa en armonía

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La vida cristiana se compone de dos dimensiones fundamentales: la contemplación y la acción. Ambas dimensiones son esenciales para el seguimiento de Cristo, pero ¿cómo se relacionan entre sí? ¿Cómo podemos equilibrarlas en nuestra vida cotidiana?

La vida cristiana se compone de dos dimensiones fundamentales: la contemplación y la acción. La primera se refiere al amor a Dios, expresado en la oración, la adoración y el estudio de las verdades divinas. La segunda se refiere al amor al prójimo, manifestado en las obras de caridad, justicia y apostolado.

Para responder a estas preguntas, podemos recurrir a la sabiduría de Santo Tomás de Aquino, el gran teólogo y filósofo del siglo XIII, que dedicó varias cuestiones de su Suma Teológica a este tema.

Según Santo Tomás, la vida contemplativa y la vida activa se complementan entre sí, pero no de la misma manera. La vida contemplativa es superior a la vida activa, porque tiene como objeto a Dios mismo, que es el bien supremo y la felicidad última del hombre.

La vida activa, en cambio, tiene como objeto los bienes temporales y humanos, que son medios para alcanzar a Dios. Sin embargo, la vida activa es necesaria para la vida contemplativa, porque nos ayuda a purificar nuestro corazón de las pasiones desordenadas, a ejercitar las virtudes morales y a disponernos para recibir la gracia divina.

Además, la vida activa es un fruto de la vida contemplativa, porque nos impulsa a compartir con los demás el amor y la verdad que hemos recibido de Dios.

Por lo tanto, no se trata de oponer o separar la vida contemplativa y la vida activa, sino de integrarlas y armonizarlas. Para ello, Santo Tomás nos propone algunos criterios prácticos:

VIDA CONTEMPLATIVAPRIORIDAD

Debemos dar prioridad a la vida contemplativa sobre la vida activa, sin descuidar las obligaciones de nuestro estado y vocación. Esto significa que debemos dedicar tiempo suficiente y de calidad a la oración personal y comunitaria, a la lectura espiritual y a la participación en los sacramentos.

VIDA ACTIVACON CONTEMPLACIÓN

TEAM

Debemos realizar las obras de la vida activa con espíritu de contemplación, es decir, con atención, recogimiento y amor a Dios. Esto implica que debemos evitar el activismo, el estrés y la dispersión, y buscar hacer todo por Dios y para Dios.

VOLUNTAD DE DIOSATENTOS A ATENDERLA

caridad

Debemos estar atentos a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestros hermanos, especialmente de los más pobres y necesitados. Esto supone que debemos estar abiertos a la voluntad de Dios y a las inspiraciones del Espíritu Santo, que nos pueden llamar a salir de nuestra comodidad y a servir con generosidad y alegría.

La vida contemplativa y la vida activa son dos caras de una misma moneda: el amor. Solo el amor nos permite vivir en comunión con Dios y con los demás. Como dijo San Juan de la Cruz: “En el atardecer de la vida nos examinarán del amor”.

Matilde Latorre, Aleteia

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