Un libro que explica lo que un católico debe creer, practicar y celebrar y cómo orar
Jaime Septién, aleteia
Este año estamos celebrando los 25 años de que el papa san Juan Pablo II recibió y promulgó el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica. Una obra mayúscula que, en opinión del obispo emérito de Querétaro (México), Mario de Gasperín, es un motivo de alegría, “porque tenemos una síntesis moderna de la fe católica”.
Este año estamos celebrando los 25 años de que el papa san Juan Pablo II recibió y promulgó el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica. Una obra mayúscula que, en opinión del obispo emérito de Querétaro (México), Mario de Gasperín, es un motivo de alegría, “porque tenemos una síntesis moderna de la fe católica”.
En la siguiente entrevista, el prelado mexicano penetra en la historia y en la actualidad del trabajo que llevó siete años y que se considera una de las aportaciones más importantes del actual papa emérito Benedicto XVI, quien fue el que recibió el encargo de san Juan Pablo II de coordinar los trabajos de este valioso instrumento para agradecer a Dios este don de la fe “estudiando su doctrina y viviendo sus enseñanzas”.
¿De dónde viene el nuevo Catecismo de la Iglesia católica?
El papa Pablo VI instituyó el Sínodo de los Obispos, una asamblea representativa de los obispos de todo el mundo como órgano consultivo del Romano Pontífice y así colaborar con él en su gobierno de la Iglesia. Se reúne cada cuatro años en asamblea ordinaria y cuando el Papa lo requiere en extraordinaria.
En 1977 tuvo lugar la cuarta asamblea ordinaria que trató sobre la catequesis y donde el papa Paulo VI subrayó la importancia de seguir un “ritmo catequético sistemático” en la enseñanza; pero el documento postsinodal sobre “La Catequesis” correspondió publicarlo al papa Juan Pablo II.
Fue hasta la asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos de 1985 cuando algunos padres sinodales hablaron de un catecismo universal o conciliar. Debería reflejar la doctrina clara y actualizada de la fe, según el espíritu del Concilio Vaticano II, para cubrir la negra nube de ignorancia religiosa que comenzaba a cernirse sobre la Iglesia.
¿Qué Catecismo se manejaba entonces?
En esa época el catecismo oficial era el del papa san Pío V (1556) inspirado en el Concilio de Trento y conocido como “Catecismo dirigido a los párrocos” o “Catecismo romano”, actualizado por el papa san Pío X y en el que se apoyaban los catecismos por todo el mundo.
Por otra parte, se habían hecho intentos de catecismos nacionales, regionales, diocesanos y hasta parroquiales que divergían uno de otro por el enfoque, extensión y hasta en los contenidos doctrinales. Un caos. “Éxito catastrófico de la catequesis moderna”, lo llamó el cardenal Ratzinger.
Era, pues, urgente una intervención del Magisterio que, al mismo tiempo que transmitiera la unidad y totalidad de la fe, la expresara en un lenguaje capaz de incidir en las diversas culturas, según los requerimientos del Concilio Vaticano II. El ambiente era adverso y el trabajo escabroso, pero necesario.
Sin embargo, desde antiguo, la Iglesia tenía algo que podemos llamar “tradición catequética, ¿no es así?
Sí, una tradición que los Padres de la Iglesia llevaron a su máximo esplendor. Las catequesis de san Cirilo de Jerusalén, de san Ambrosio de Milán y la famosa obra de san Agustín Para catequizar a los rudos, marcaron una pedagogía y enseñanza preciosa que había que rescatar y que continuar.
La temática central y básica de la catequesis es cuádruple: lo que hay que creer, lo que hay que practicar, lo que hay que celebrar y cómo debemos orar. Popularmente decimos: Credo, Mandamientos, Oraciones y Sacramentos.
¿Cómo se generó el nuevo Catecismo?
El 11 de octubre de 1992 el papa Juan Pablo II, satisfaciendo la sugerencia del Sínodo de 1985, promulgó el Catecismo de la Iglesia católica, obra encomendada a un grupo de cardenales, obispos, teólogos y especialistas de varios países, bajo la dirección del cardenal Joseph Ratzinger, el ahora papa emérito Benedicto XVI.
Su realización implicó siete años de duro esfuerzo y se redactó primero en francés, por tratarse de un grupo multilinguístico, y posteriormente, en 1997, se promulgó la edición oficial en latín con la carta apostólica de san Juan Pablo II merecidamente titulada: “Mucho nos alegramos…”. Nosotros nos alegramos más todavía porque tenemos una síntesis moderna de la fe católica.
Se trata de un regalo inestimable, ¿no le parece a usted?
Sí, la verdad. Este “Catecismo mayor” es un fruto precioso del Concilio Vaticano II. Posteriormente se le pidió al Papa la elaboración de un “Compendio”, advirtiendo que “no es un compendio de la fe”, porque ésta se contiene también íntegra en él, sino un compendio del Catecismo de 1992, para favorecer el acceso inmediato al conocimiento de la fe.
Este Catecismo, junto con la Biblia, pertenece a los libros básicos de la familia católica. Sólo se agradece a Dios este don estudiando su doctrina y viviendo sus enseñanzas.
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