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domingo, 20 de agosto de 2023

2 JMJ, un sí a Cristo y 10 años después: un gran amor a Dios

Hermana Adriana Guerrero JMJ

Para la hermana Adriana Emilia, Sierva de Jesús, hacer un recuento de la última década vivida ha sido una oportunidad más para constatar lo inmenso que es el amor de Dios

El tiempo pasa sin que nos demos cuenta. Acumulamos años, experiencias; el cuerpo cambia. Comúnmente, solo nos damos cuenta de ello una vez que hacemos una pausa y volteamos hacia atrás. En ese momento nos damos cuenta de que, en solo 10 años, la vida puede cambiar enormemente.

En realidad, Dios no necesita mucho para transformarnos, requiere únicamente nuestro sí más sincero. Para la hermana Adriana Emilia, Sierva de Jesús, hacer un recuento de la última década vivida ha sido una oportunidad más para constatar lo inmenso que es el amor de Dios.

Recientemente, la hermana Adriana compartió en sus redes sociales la comparativa de su vida actual y la que tenía hace 10 años. Coincidentemente, en 2013 se encontraba participando en la JMJ de Río con su grupo de jóvenes; ahora, en 2023, volvió como religiosa.

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Llamado vocacional

La hermana Adriana contó para Aleteia que antes de ingresar a la congregación de las Siervas de Jesús, fundadas por la Beata Madre Carmen Rendiles, tenía una vida como la de cualquier joven: estudiaba Derecho, salía con sus amigos, iba de fiesta, tenía novio y participaba en un grupo de la iglesia que se llama Encuentros de Promoción Juvenil en donde, platica, su amor por Jesús y su Iglesia fue creciendo.

“En un momento de oración delante del Santísimo Sacramento descubrí que Dios me llamaba a ser religiosa. Jesús no quería un fin de semana, no quería un ratito de mi tiempo; Jesús quería mi vida entera y, abrazándome a su proyecto, solté lo mío y abracé lo de Él”.

En su historia vocacional, la Jornada Mundial de la Juventud de 2013 fue un momento clave. “Recuerdo participar en la Expo vocacional y ver tantos hombres y mujeres entregados a “estar con Él”, tantos carismas, que me cuestionaba mi proyecto personal. Durante toda la JMJ de Río vi muchas religiosas -la mayoría jóvenes- que con su alegría, sencillez, cercanía y pobreza cuestionaban, sin saberlo, mi vida. Por supuesto, volví a casa con el corazón cargado de experimentar un pentecostés juvenil”.

Ahora, en Lisboa 2023, regresó con toda la ilusión de volver a vivir la experiencia, pero ahora desde otro punto de vista. “Para mi fue hermoso sentir que ahora caminaba entre esa multitud, pero esta vez como consagrada; y lo hermoso de compartir la experiencia vocacional junto tantos jóvenes que -con curiosidad, timidez, alegría y entusiasmo- se acercaban a saludar y compartir la llamada vocacional”.

Hermana Adriana Guerrero JMJ Lisboa

Esta nueva vida, completamente entregada a Jesús, es un regalo en donde lo más bonito ha sido “el don de la vida compartida”, pues en vida religiosa se siente invitada a, no solo donar la vida, sino compartirla en lo cotidiano, pequeño y sencillo. “Ahí es donde Dios hace todo lo demás, en medio de esta vida sencilla y compartida Dios se manifiesta con su ternura y majestad”.

¿Quiénes somos nosotros para hacer esperar al Amor?

Preguntamos a la hermana Adriana qué le diría a una persona que siente inquietud vocacional y esta fue su respuesta:

“Que la alegría que saberte de Dios y para Dios no tiene comparación con nada en este mundo; que cuando respondemos con libertad a la llamada del Señor podemos vivir para lo eterno, y que la verdadera alegría está en “vivir para la razón por la cual existimos” (esa es la premisa de mi vida). Así que con el corazón dispuesto y cargado de humanidad vale lanzarse a los brazos de Aquel que es el amor. Y ¿quiénes somos para hacer esperar al Amor?”.

Y para seguir a Cristo y perseverar en la fe católica, sobre todo cuando el mundo intenta arrastrarnos hacia el lado contrario, la hermana compartió que no hay nada más práctico que aprender a descubrir a Dios en todo y en todos, “eso permite hacer de lo cotidiano algo extraordinario, y por su puesto, amar, ama, ama con todo el corazón, una y otra vez, ahí está Dios”.

Majo Frías, Aleteia

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