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miércoles, 23 de abril de 2025

Así murió el Papa y estas fueron sus últimas palabras, revelan quienes le acompañaron - Causas de la Muerte


 ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 22.04.2025).- 

El 21 de abril, el Papa Francisco partió silenciosamente de este mundo. Su partida no estuvo marcada por el espectáculo, sino por la misma humildad y cercanía humana que definieron su pontificado. A las 7:35 a. m., el Vaticano confirmó su fallecimiento, apenas horas después de que mostrara signos de malestar. Sin embargo, incluso en su último día, el Papa no descansaba a puerta cerrada. Estaba donde más deseaba estar: entre la gente. La víspera de su muerte fue Domingo de Pascua, y aunque visiblemente debilitado por una enfermedad reciente, Francisco se paró una vez más en la logia de la Basílica de San Pedro para impartir la bendición Urbi et Orbi. Fue un acto de fe y perseverancia; su voz aún resonaba con convicción al dirigirse a la ciudad y al mundo. Pero no fue la última sorpresa del día.

En un gesto inesperado que ahora adquiere tono de despedida, Francisco pidió subirse por última vez al papamóvil. «¿Crees que puedo?», le preguntó a su enfermero personal, Massimiliano Strappetti. Strappetti lo animó. Momentos después, Francisco, frágil pero sonriente, daba vueltas por la Plaza de San Pedro. De regreso a la Casa Santa Marta, el Papa descansó y compartió una cena sencilla. Nada en esas horas hacía presagiar lo cerca que estaba realmente el final. Pero al amanecer del día siguiente, alrededor de las 5:30 a. m., su estado empeoró. Rodeado de quienes lo habían acompañado durante su enfermedad —entre ellos, Strappetti—, hizo un último gesto de despedida, levantando ligeramente la mano de la cama. Luego, en paz y sin sufrimiento, entró en coma. Poco después, falleció. Quienes lo acompañaron describen el momento no como dramático ni trágico, sino profundamente sereno. Un final tranquilo para un Papa que había elegido la sencillez desde el momento en que salió al balcón en 2013 y se presentó con un humilde «Buona sera».

«Gracias por traerme de vuelta a la Plaza», le dijo a Strappetti. Era más que gratitud por el regreso físico a un lugar. Fue un reconocimiento de algo más profundo: la esencia de la misión de Francisco: acompañar a la gente, tocar sus heridas y encontrarla donde esté. Su papado nunca fue de distancia ni protocolo, sino de proximidad. Durante sus últimos meses, Strappetti se había convertido no solo en un cuidador, sino en un compañero de confianza, presente durante las cirugías, la recuperación y el cansancio. Fue él quien en una ocasión aconsejó al Papa que se sometiera a la cirugía de colon que le prolongó la vida. Más tarde, fue nombrado asistente personal de salud, una función que desempeñó con incansable devoción. Su presencia junto al lecho del Papa en las últimas horas no fue casualidad; fue el fruto de años de cuidado y compañía silenciosa. La muerte de Francisco, justo un día después de Pascua, ha sido considerada por muchos como simbólicamente apropiada. La resurrección que había predicado apenas unas horas antes se convirtió ahora en la esperanza a la que confió su alma.


El acta de defunción dice que:

“Por la presente certifico que Su Santidad Francisco (Jorge Mario Bergoglio) nacido en Buenos Aires (Argentina) el 17 de diciembre de 1936, residente en la Ciudad del Vaticano, ciudadano vaticano, falleció a las 7.35 horas del 21/04/2025 en su apartamento de la Domus Santa Marta (Ciudad del Vaticano) de:

– APOPLEJÍA CEREBRAL

 – COMA

 – COLAPSO CARDIOVASCULAR IRREVERSIBLE”

 

Se agrega que el Papa estaba aquejado de:

– Un episodio previo de insuficiencia respiratoria aguda en neumonía multimicrobiana bilateral,

 – Bronquiectasias múltiples,

– Hipertensión arterial y

– Diabetes tipo II

 El acta finaliza evidenciando que “La constatación de la muerte se realizó mediante registro electrocardioanatómico” y precisando que “.según mi leal saber y entender, las causas de la muerte son las arriba indicadas”.

(vatican.va)





























Evangelio del día

 


Libro de los Hechos de los Apóstoles 3,1-10.

En una ocasión, Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la tarde.
Allí encontraron a un paralítico de nacimiento, que ponían diariamente junto a la puerta del Templo llamada "la Hermosa", para pedir limosna a los que entraban.
Cuando él vio a Pedro y a Juan entrar en el Templo, les pidió una limosna.
Entonces Pedro, fijando la mirada en él, lo mismo que Juan, le dijo: "Míranos".
El hombre los miró fijamente esperando que le dieran algo.
Pedro le dijo: "No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina".
Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; de inmediato, se le fortalecieron los pies y los tobillos.
Dando un salto, se puso de pie y comenzó a caminar; y entró con ellos en el Templo, caminando, saltando y glorificando a Dios.
Toda la gente lo vio camina y alabar a Dios.
Reconocieron que era el mendigo que pedía limosna sentado a la puerta del Templo llamada "la Hermosa", y quedaron asombrados y llenos de admiración por lo que le había sucedido.


Salmo 105(104),1-4.6-9.

¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
hagan conocer entre los pueblos sus proezas;
canten al Señor con instrumentos musicales,
pregonen todas sus maravillas!

¡Gloríense en su santo Nombre,
alégrense los que buscan al Señor!
¡Recurran al Señor y a su poder,
busquen constantemente su rostro!

Descendientes de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido:
el Señor es nuestro Dios,
en toda la tierra rigen sus decretos.

El se acuerda eternamente de su alianza,
de la palabra que dio por mil generaciones,
del pacto que selló con Abraham,
del juramento que hizo a Isaac.


Evangelio según San Lucas 24,13-35.

Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.
En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos.
Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.
El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante triste,
y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!".
"¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo,
y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas.
Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro
y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo.
Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron".
Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!
¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?"
Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.
Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos.
Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.
Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista.
Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".
En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos,
y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!".
Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

San Nersés Shnorhalí (1102-1173)
patriarca armenio
Jesús Hijo Único del Padre, II (SC 203. Jésus Fils Unique du Père, Cerf, 1973), trad. sc©evangelizo.org


“Entonces los ojos de los discípulos se abrieron” (Lc 24,31)

El mismo día Domingo
Sobre el camino de Emaús
Con Cleofás y su compañero de ruta
Te pusiste a conversar.
Te diste a conocer en la morada,
Cuando rompiste el Pan sagrado;
Cuando desapareciste a sus ojos,
Sus corazones ardientes estaban inmersos en la perplejidad.
Hazme también conocer el Inefable;
La escondida visión de ti, tan deseada,
Ya que mi corazón se consume en mí
Por el recuerdo de tu amor celestial.
Desde este valle de tristezas,
Plaza escalones en mi corazón, para subir al cielo,
Dónde nos prometiste, oh Hijo único,
Tu Reino de lo Alto.

(EDD)

Reflexión sobre la litografía

En esta litografía, Maurice Denis ofrece una interpretación contemporánea de la Cena de Emaús. Vemos a Cristo sentado a la mesa, bendiciendo el pan. Frente a él se sienta el propio artista, representado como el discípulo que acaba de reconocer la verdadera identidad de su extraordinario compañero de mesa. La esposa de Denis, Marthe, entra en la habitación con un plato, mientras que un amigo le sigue con dos pequeñas jarras, una para el agua y otra para el vino, una clara referencia eucarística. El grabado, basado en el cuadro original de Denis que se conserva en el Museo Van Gogh de Ámsterdam, reimagina la escena del Evangelio de hoy en un entorno moderno. Fíjese también en los dos candelabros de la mesa: sus llamas parecen fundirse en una sola. Es una bella imagen: nuestra luz se funde con la de Cristo, brillando juntas con mayor intensidad.

La lectura de esta mañana nos ofrece una verdadera ayuda para nuestra vida de oración. Los dos discípulos de Emaús están claramente desanimados, agobiados por la tristeza. Muchos de nosotros nos hemos encontrado en ese lugar, viviendo bajo la sombra de una cruz.

¿Qué hace Jesús? Simplemente se pone a su lado y les pregunta con delicadeza por qué están abatidos. Les invita a hablar libremente, a compartir lo que tienen en la cabeza y en el corazón. Esto es lo que Jesús nos invita a hacer cada vez que nos acercamos a él en oración: derramar nuestro corazón, hablar de nuestras alegrías y nuestras luchas, nuestras esperanzas y nuestras heridas.

Y una vez que los discípulos han compartido todo lo que llevan dentro, el Evangelio nos dice que entonces Jesús empieza a hablar. Lo mismo ocurre con nosotros. Después de haber acercado nuestro corazón al Señor, llega el momento de escuchar, de estar quietos y de dejar que la palabra de Jesús nos hable. Así pues, la oración no consiste sólo en hablar, sino también en escuchar, en esperar en silencio la voz de Aquel que camina a nuestro lado, aunque al principio no lo reconozcamos.

by Padre Patrick van der Vorst

Oración

(La de San Nersés, un poco más arriba)

















martes, 22 de abril de 2025

Matrimonio lavanda, la nueva tendencia en parejas jóvenes

 

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Esta tendencia ha resurgido entre las parejas jóvenes con el fin de tener un compromiso sin romance, ¿a qué se debe? Conoce más sobre esta tendencia

El matrimonio, para muchos, es uno de los compromisos más grandes que se pueden hacer en la vida. Sin embargo, esta decisión no siempre se toma por las razones correctas. A veces, las presiones externas, el miedo o las expectativas malentendidas pueden empujar a una persona a casarse por motivos que, con el tiempo, podrían volverse insostenibles. 

Las nuevas generaciones, especialmente la Generación Z, ya no quieren invertir tiempo en conocer a alguien y enamorarse auténticamente. Al parecer, muchos han quedado desilusionados al no encontrar el verdadero amor; por lo que han buscado “aparentes soluciones” a su forma de relacionarse. 

El matrimonio lavanda

El término "matrimonio lavanda" tiene su origen en el siglo XIX. Se utilizaba para describir matrimonios conformados por un hombre y/o una mujer homosexual que deseaban ocultar su orientación sexual debido a presiones sociales. 

Sin embargo, la Generación Z le ha dado un nuevo significado: ahora un matrimonio lavanda es una unión entre dos personas que no mantienen una relación romántica ni sexual, pero que deciden compartir su vida bajo un compromiso de compañerismo, apoyo mutuo y estabilidad financiera.

A menudo se busca compartir gastos, responsabilidades domésticas y proporcionar compañía sin las expectativas tradicionales de una pareja romántica.​ 

¿Qué motiva a los jóvenes a casarse de esta forma?

1Desilusión al buscar a la pareja ideal

Muchos jóvenes se sienten decepcionados con el mundo de las citas y el amor romántico, marcados por fenómenos como el ghosting, la sobreexposición en redes sociales o las expectativas poco realistas.  

Según un reporte de Infobae, aplicaciones como Tinder tuvieron una significativa baja de un 6% de usuarios que pagaban por usar la app.

2Estabilidad emocional y económica

En un contexto de incertidumbre económica y altos costos de vida, compartir gastos y responsabilidades con alguien de confianza se vuelve una opción práctica y emocionalmente reconfortante. 

The Washington Post, compartió que la Generación Z gasta un 31% más en vivienda en comparación con los millennials, lo que motiva a los jóvenes a optar por dicho acuerdo matrimonial en tendencia.

3Evadir el sentimiento de soledad

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El ser humano ha sido creado como un ser social, así que al no encontrar con quien compartir su vida y tener una relación profunda de confianza, amistad y apoyo, se origina un vacío que podría motivarlo a buscar a alguien con quien compartir su vida, así sea por un mero acuerdo de convivencia entre ambas partes.

4No hay un compromiso

La sociedad actual sufre de un amor de bolsillo, con relaciones desechables y sin compromiso; es ahí donde el matrimonio lavanda se convierte en una opción para muchos, pues permite recibir beneficios sin un compromiso de lealtad y amor. 

Dicha práctica puede traer graves consecuencias en los jóvenes, pues no se experimenta un amor auténtico y ordenado, mientras que pueden llegar a existir confusiones emocionales o límites difusos.

Karen Hutch, Aleteia

Vea también    Vivir y gozar el matrimonio