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sábado, 2 de agosto de 2025

Evangelio del día


 

Libro del Levítico 25,1.8-17.

El Señor dijo a Moisés sobre la montaña del Sinaí:
Deberás contar siete semanas de años - siete veces siete años - de manera que el período de las siete semanas de años sume un total de cuarenta y nueve años.
Entonces harás resonar un fuerte toque de trompeta: el día diez del séptimo mes - el día de la Expiación - ustedes harán sonar la trompeta en todo el país.
Así santificarán el quincuagésimo año, y proclamarán una liberación para todos los habitantes del país. Este será para ustedes un jubileo: cada uno recobrará su propiedad y regresará a su familia.
Este quincuagésimo año será para ustedes un jubilo: no sembrarán ni segarán lo que vuelva a brotar de la última cosecha, ni vendimiarán la viña que haya quedado sin podar;
porque es un jubileo, será sagrado para ustedes. Sólo podrán comer lo que el campo produzca por sí mismo.
En este año jubilar cada uno de ustedes regresará a su propiedad.
Cuando vendas o compres algo a tu compatriota, no se defrauden unos a otros.
Al comprar, tendrás en cuenta el número de años transcurridos desde el jubileo; y al vender, tu compatriota tendrá en cuenta el número de los años productivos:
cuanto mayor sea el número de años, mayor será el precio que pagarás; y cuanto menor sea el número de años, menor será ese precio, porque lo que él te vende es un determinado número de cosechas.
No se defrauden unos a otros, y teman a su Dios, porque yo soy el Señor, su Dios.

Salmo 67(66),2-3.5.7-8.

¡Que todos los pueblos te den gracias, Señor!

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones.

Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra.
La tierra ha dado su fruto:

el Señor, nuestro Dios, nos bendice.
Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra.

Evangelio según San Mateo 14,1-12.

En aquel tiempo, la fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes,
y él dijo a sus allegados: "Este es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos".
Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe,
porque Juan le decía: "No te es lícito tenerla".
Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta.
El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la hija de Herodías bailó en público, y le agradó tanto a Herodes
que prometió bajo juramento darle lo que pidiera.
Instigada por su madre, ella dijo: "Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran
y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la presentó a su madre.
Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Bulle

Liturgia bizantina
Tropo y catísmo del oficio de las maitines del 29/08


« Voy a enviar a mi mensajero delante de ti, que preparara tu camino por delante de ti » (Trad. ©Evangelizo.org)

«El recuerdo del hombre justo está acompañado de elogios» (Pr. 10:7), pero a ti, el Precursor, te basta el testimonio del Señor. En verdad, te mostraste como «el más grande de todos los profetas» (Mt 11:9); es por eso que fuiste digno de bautizar en las aguas a aquél que había sido anunciado. Y habiendo luchado en esta tierra por la verdad, lleno de alegría, anunciaste hasta en el mundo de los muertos al Dios manifestado en la carne, el que quita el pecado del mundo (1 Tm 3:16; Jn 1:29) y que nos da la gracia de la salvación.
Por la voluntad de Dios, saliste de una mujer estéril, rompiste las ataduras de la lengua de tu padre (Lc 1:7-64), mostraste el Sol que te iluminó a ti, astro de la mañana. En el desierto, predicaste a los pueblos el Creador, el cordero que quita el pecado del mundo (Jn 1:29). En tu celo reprendiste al rey y tu cabeza gloriosa fue decapitada, eres el ilustre Precursor verdaderamente digno de nuestros cantos.
Intercede ante Cristo nuestro Dios, para que dé el perdón de los pecados a los que festejan de todo corazón tu sagrada memoria. (EDD)

Reflexión sobre el cuadro

La decapitación de San Juan Bautista tuvo lugar el día del cumpleaños de Herodes. Sin embargo, este día no se recuerda por la celebración de Herodes, sino por el martirio del precursor del Señor. Para los lectores del Evangelio, este acontecimiento cimentó la reputación de Herodes como gobernante débil y malévolo. A pesar de saber que Juan era un hombre justo y santo, Herodes, impulsado por los deseos mundanos y el encanto seductor de Salomé, ordenó la ejecución de Juan. En un momento de temeridad, transformó a Juan en un símbolo de todos los que serían martirizados en el futuro por su fe en Jesucristo. Este pasaje subraya la profunda tragedia de las acciones de Herodes, motivadas por deseos fugaces y que conducen a una infamia que perdura hasta nuestros días.

Nuestro panel de Aelbert Bouts, pintado en torno al año 1500, presenta una imagen inquietantemente vívida de la cabeza cortada de Juan el Bautista. Aunque inquietantes a los ojos modernos, estas representaciones fueron inmensamente populares, sobre todo a finales de la Edad Media, cuando la devoción al santo crecía rápidamente. Esta tabla es una de las más de veinte versiones conocidas, realizadas siguiendo un modelo de taller común que circulaba entre los seguidores y colaboradores de los círculos artísticos de Dieric Bouts y su hijo Aelbert. Aquí, la pintura al óleo se emplea con maestría para realzar el realismo: las texturas, los tonos de la carne y las sombras se unen para evocar la escalofriante ilusión tridimensional de una cabeza real descansando sobre una bandeja real.


La familia Bouts desempeñó un papel importante en el desarrollo de la pintura flamenca antigua. Dieric Bouts el Viejo (c. 1415-1475) fue un destacado pintor de Lovaina y uno de los primeros en adoptar las técnicas de pintura al óleo de Jan van Eyck. Sus obras se caracterizan por una composición serena, una contención emocional y una claridad luminosa que se convirtieron en señas de identidad del Renacimiento septentrional. Su hijo, Aelbert Bouts (c. 1452-1549), heredó el taller de su padre. Aelbert desarrolló un estilo más expresivo y a veces dramático, a menudo produciendo imágenes devocionales cargadas de emoción, diseñadas para despertar la piedad del espectador. Juntos, el taller de Bouts abarcó dos generaciones de gran éxito.

by Padre Patrick van der Vorst


Oración
(vea la Liturgia bizantina)

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