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jueves, 11 de enero de 2018

Sacerdote celebra misa con ayuda de aparatos médicos… por un motivo increíble

Él tenía algo muy importante que decir

“¿Cómo fue tu año 2017? El mío, si no fue el mejor, fue uno de los mejores años de mi vida y de mi ministerio. Fue un año de grandes desafíos, de muchas luchas y de bellas conquistas. Gente, fue el año en que fui al Cielo. Acuérdense: el 27 de mayo, el día en que entré a la UCI, tuve la gracia de llegar a la puerta del Cielo…. pero mucha gente rezó por mí, incluidos ustedes y volví. Amén. ¡Gloria a Dios!
Digo que fue uno de los años más felices de mi vida porque fui al Cielo y también porque la enfermedad me ha enseñado algunas cosas. Con las pruebas de la vida alguna personas empeoran (y empeoran su familia, comunidad, sociedad). Pienso que yo, por la gracia de Dios, mejoré un poco. La enfermedad me ha vuelto más orante, paciente, humilde, misericordioso con los hermanos. Si antes me gustaba sonreír, ahora sonrío aún más.
Si, gracias a Dios, ya tenía una buena escala de valores (no nací en una cuna de oro, ni tampoco Jesús, pero, como Él, tengo una familia de oro), mi escala mejoró aún más: empecé a valorar más la vida, la familia, los amigos, la comunidad, el tiempo que Dios me da.
Hoy, soy consciente: no sirvo a la enfermedad, pero me sirvo de ella para servir a los enfermitos del cuerpo y el alma. Amén. Me sirvo de la enfermedad para volver a Jesús más conocido, amado, seguido y adorado. Puedo incluso afirmarles: espero mi curación, creo que el Señor me curará (Él ya me está curando, amén), pero soy mucho más feliz hoy que antes.
¿Y cómo fue para ustedes el 2017? Cuénteme, compártanlo con nosotros. ¿Transformemos todo eso en oración?
P.S. Esta foto es de la misa del día  31/12/17, na Casa Juan Pablo II.”

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