¿Serían capaces de llevar las cuentas de la casa un fin de semana? Haz la prueba.
Ser el responsable de la economía doméstica puede ser una forma de educar a los hijos en muchos valores. Implica prudencia, saber pedir consejo, buscar información, saber comparar, tener nociones de cálculo, ser previsor, tomar decisiones justas, no ceder a los caprichos…
Y al mismo tiempo hay un elemento lúdico en todo ello: salir de compras y darle el dinero a un preadolescente para que se haga cargo de la economía familiar en el recorrido del supermercado puede ser tan divertido como una tarde con la playa. ¿A ver si no mola decidir cuántas pizzas van a la cesta y de qué sabores las escogemos?
Ir a la compra es solo la punta del iceberg, un botón de muestra de que los chicos pueden formarse en el campo de la educación financiera desde muy temprana edad, siempre a su nivel.
Lo que es importante es ver que la educación financiera es parte de la educación integraly que, más allá de vencerse en no comprar una tonelada de chuches, saber llevar las cuentas les servirá para la vida.
El informe Pisa valora materias como las matemáticas o la música, y competencias como el trabajo colaborativo. En el de 2017, tanto la OCDE como España aparecían entre los 30 primeros puestos, en la zona media de la tabla.
Bien, pues la educación financiera estimulada desde la familia puede fortalecer muchas áreas de la educación escolar que luego se mide a escala internacional.
Veamos algunos puntos de estímulo al niño y al preadolescente:
Un baño de realismo a su medida
Es bueno que el niño aprenda lo que cuestan algunas cosas: los alimentos, la ropa, los utensilios que usa para la escuela, los materiales de deportes… así como los servicios que se emplean en la vida ordinaria: el transporte, la farmacia…
En el caso del preadolescente y del adolescente, es muy positivo que en la conversación aparezca el valor económico de lo que cuesta la vida: un automóvil, una casa, el sueldo medio de un trabajador…
Que comiencen a contribuir
No se trata de poner sobre sus espaldas la responsabilidad de sacar adelante la familia pero sí puede ser momento de que contribuyan a los ingresos familiares con aportaciones a su escala: clases particulares, “trabajillos”…
Algunos parientes a veces ofrecen remuneración por trabajos de jardinería, limpieza, cuidado de primos o pintura.
El ahorro
Una de las mejores maneras de contribuir a la economía familiar es no gastar. Eso se aprende al conservar la ropa limpia y ordenada, al no romper el material de uso, al utilizar las cosas hasta el final (bolígrafo, lápiz, zapatillas deportivas…).
A su nivel, aprenderán que pueden conseguiralgo que les ilusiona si son capaces de conseguir el dinero que cuesta: una bicicleta, una excursión, un juego de ordenador…
Es muy alentador hablar de ello en casa con el resto de la familia, para valorar el esfuerzo que hacen si han decidido ahorrar. Eso puede verse en cómo pesa la hucha o en cómo aumenta la cuenta corriente.
Que nos acompañen a la compra
La cesta de la compra da ocasión para buscar ofertas, comparar pesos y precios con marcas y calidad. También ayuda a vencerse en caprichos, en no caer en lo innecesario, en pensar en las necesidades de todos los miembros de la familia.
Fomenta el espíritu de servicio (quién carga y descarga la compra, quién coloca los botes en la despensa).
Durante la semana se les enseña a ser previsores: hay que calcular si se acaban los recursos de cereales para el desayuno, por ejemplo.
Un paso más: que vayan a la compra solos. Primero a por el pan o el agua, luego a compras mayores hasta que se hagan cargo de todo. Habrá errores pero también así se aprende porque podrás ver con qué criterio han actuado.
Si van a la compra solos, aprenderán a ser responsables de administrar el dinero que se les da. También han de saber que han de devolver el cambio.
Llevar las cuentas
Un poco de cálculo numérico, sobre todo de sumas. Atrévete a llevar las cuentas de la casa con tus hijos. Que vean la factura de la luz un mes les puede ir muy bien para entenderte cuando les pides que apaguen el interruptor al dejar la habitación. o que la calefacción o el aire acondicionado gastan…
Guardad los tickets de compra y que vayan anotando los gastos. Así verán de forma patente cuánto se gasta en cada apartado: limpieza, higiene personal, alimentos, parafarmacia… También conviene incluir los gastos de transporte si se emplea el coche o un transporte público para hacer la compra.
Regalos
A partir de cierto momento, sobre todo en la preadolescencia, les gusta tomar decisiones de compra en lo que a ropa se refiere. Algunos regalos de cumpleaños o de Navidad o fin de curso (si los hay) pueden ser en dinero, de modo que sea el chico quien pueda acercarse a la tienda y comprar aquello que le gusta. Será un modo de demostrar autonomía y de autogestionar los propios recursos.
También pueden servir como estímulo en algo que cuesta (la habitación ordenada, las notas en determinada materia…).
Que haga sus presupuestos
¿Pide dinero para un extra con los amigos? Sentaos a la mesa y haced números. ¿Cuánto cuesta? ¿De dónde puedes conseguir ese dinero? ¿En cuánto tiempo? Así puede también plantearse la posibilidad de un préstamo familiar en forma de adelanto. Eso sí, luego hay que tener la fortaleza para exigir la devolución en los plazos acordados.
Motivos de solidaridad
A los niños les entra la generosidad por los ojos si destinan una parte de los recursos a un fin solidario o a contribuir con una buena causa.
Dolors Massot, aleteia
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