La hermana Lupita Muñoz nos enseña una práctica que toda mujer puede hacer si quiere acercarse más a su esencia femenina y mejorar su relación con Dios
La hermana Lupita Muñoz, de las Religiosas Carmelitas de Santa Teresa de Jesús, nos compartió un consejo que nos hará vivir una relación con Dios más profunda y sincera.
El Señor creó a la mujer con el objetivo de “custodiar el orden de la creación con amor”. Sin embargo, la sociedad nos presenta formas o discursos que nos alejan del propósito para el que fuimos creadas.
Es ahí donde la hermana Lupita nos dice, viendo el ejemplo de la Virgen María, que la clave para seguir con esa intención divina, es el autoconocimiento.
Porque, ¿cómo esperamos saber quiénes somos si no nos detenemos a cuestionarlo?
María se conocía
María demostró en distintos aspectos de su vida, su capacidad de conocerse a profundidad, de saber que “quería mantener, de esta vida de interioridad”. Lo podemos ver reflejado en el pasaje de La Anunciación (Lc 1, 26- 38), cuando el ángel Gabriel, enviado por Dios, llega con María para decirle que concebirá y dará a luz a Jesús, el salvador.
Ante este anunció, respondió que cómo podía ella sería madre, si ni siquiera había conocido varón. La hermana Lupita, resalta que, en ese momento, la Virgen mostró su capacidad de autoconocimiento;
“¿Cómo dices que voy a ser mamá? ¿Cómo vienes y me dices que yo voy a ser la madre de Jesús? Si ya me lo explicas, te entiendo. El ángel le contó, y entonces dijo, ‘he aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’. María respondió [al plan divino], porque se conocía”.
Resaltar nuestra esencia original para no igualar
En cualquier área de su vida en la que te preguntes cuál es el objetivo de tu creación y tu forma de servir, puedes hacerte las siguientes preguntas: ¿qué digo yo de mí? ¿Cuándo voy a hablar desde mí? ¿Qué digo yo de mi ser mujer? ¿Qué virtudes tengo que al otro le faltan? ¿Qué dones tengo para ofrecer a Dios?
Es necesario, en este reconocimiento, entender que somos diferentes a los hombres. Porque en la actualidad, se nos presenta una “competitividad de querer ser iguales”, cuando ambos tenemos cualidades propias y complementarias.
Hay que “rescatar ese genio femenino, que tiene que ver con la ternura, la intuición, el amor, el orden y la capacidad de discernimiento”. Esto aplicado en distintos ámbitos como la parte física, en la que “las mujeres somos para acoger y recibir. El hombre es el habitante que llega, que busca un lugar seguro”.
En lo emocional, somos más intuitivas respecto a lo que le pasa a nuestro alrededor; a la vez, tenemos más creatividad porque buscamos, no solo una alternativa, sino múltiples opciones; por el contrario, el varón tiende a ser más práctico, objetivo y resolutivo.
La mujer -en la parte espiritual- es más susceptible al “paso de Dios en la vida”, es, por naturaleza, más entregada a lo divino. Pero al hombre se le complica un poco más presenciarlo.
El papel de la mujer en la Iglesia Católica
“Por no conocernos, nos volvemos un blanco fácil de maneras de pensar, ideologías y causas que a veces ni son nuestras batallas. Pero como todo el mundo lo hace, como es el tema de moda, pues ahí vamos”.
Es momento de reconocernos para ir respondiendo conforme a lo que Dios nos está planteando en nuestra vida. Si necesitamos saber más sobre esa esencia, podemos fijarnos en santos que explican el valor de la mujer como Edith Stein,Teresa de Ávila, Juan Pablo II y más. Porque todas esas respuestas están dentro de la Iglesia católica.
Yohana Rodrígez, Aleteia
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