Sin los sacerdotes no tendríamos la Eucaristía ni ninguno de los sacramentos, por eso debemos pedir a Dios por ellos con esta oración de san Pablo VI
Los sacerdotes son elegidos de entre los hombres para el servicio del pueblo de Dios (Heb 5,1), por eso, necesitan de nuestro apoyo espiritual para que perseveren en la vocación especial a la que fueron llamados por Dios.
Esta oración del Papa san Pablo VI al Espíritu Santo pide específicamente por la santidad de los ministros de la Iglesia:
Oremos por nuestros sacerdotes
Ven, oh Espíritu Santo,
y da a los sacerdotes, dispensadores de los misterios de Dios,
un corazón nuevo que actualice toda su educación y toda su preparación,
que les haga conscientes cual sorprendente revelación del sacramento recibido,
y que responda siempre con nueva ilusión
a los incesantes deberes de su ministerio,
en orden a tu Cuerpo Eucarístico y a tu Cuerpo Místico.
Dales un corazón nuevo,
siempre joven y alegre.
Ven, oh Espíritu Santo,
y da a nuestros sacerdotes,
discípulos y apóstoles de Cristo Señor,
un corazón puro, capaz de amarle solamente a Él con la plenitud,
el gozo y la profundidad que solo Él sabe dar,
cuando constituye el exclusivo y total objeto
del amor de un hombre que vive de tu gracia;
dales un corazón puro que solo conozca el mal
para denunciarlo, combatirlo y huir de él;
un corazón puro como el de un niño,
pronto al entusiasmo y a la emoción.
Ven, oh Espíritu Santo,
y da a los ministros del pueblo de Dios
un corazón grande,
abierto a tu silenciosa y potente Palabra inspiradora;
cerrado a toda ambición mezquina,
a toda miserable apetencia humana;
impregnado totalmente del sentido de la Santa Iglesia;
un corazón grande,
deseoso únicamente de igualarse al del Señor Jesús,
y capaz de contener dentro de sí
las proporciones de la Iglesia, las dimensiones del mundo;
grande y fuerte para amar a todos,
para servir a todos,
para sufrir por todos;
grande y fuerte para superar cualquier tentación,
dificultad, hastío, cansancio, desilusión, ofensa;
un corazón grande, fuerte, constante,
si es necesario hasta el sacrificio,
feliz solamente de palpitar con el Corazón de Cristo
y de cumplir con humildad, fidelidad y valentía
la voluntad divina.
Amén.
¨Patricia Navas, Mónica Muñoz, Aleteia
Vea también Testimonios de Sacerdotes y del Sacerdocio
La oración por los sacerdotes de Benedicto XVI
La compuso para el 150 aniversario de la muerte del Cura de Ars, patrono de los sacerdotes
El Papa Benedicto XVI compuso esta bella oración para el Año Sacerdotal (2010), en el 150 aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, el Cura de Ars:
“Señor Jesús
En San Juan María Vianney Tú has querido dar a la Iglesia la imagen viviente y una personificación de tu caridad pastoral
Ayúdanos a bien vivir en su compañía, ayudados por su ejemplo en este Año Sacerdotal.
Haz que podamos aprender del Santo Cura de Ars delante de tu Eucaristía; aprender cómo es simple y diaria tu Palabra que nos instruye, cómo es tierno el amor con el cual acoges a los pecadores arrepentidos, cómo es consolador abandonarse confidencialmente a tu Madre Inmaculada, cómo es necesario luchar con fuerza contra el Maligno.
Haz, Señor Jesús, que, del ejemplo del Santo Cura de Ars, nuestros jóvenes sepan cuánto es necesario, humilde y generoso el ministerio sacerdotal, que quieres entregar a aquellos que escuchan tu llamada.
Haz también que en nuestras comunidades –como en aquel entonces la de Ars– sucedan aquellas maravillas de gracia, que tu haces que sobrevengan cuanto un sacerdote sabe ´poner amor en su parroquia´.
Haz que nuestras familias cristianas sepan descubrir en la Iglesia su casa –donde puedan encontrar siempre a tus ministros– y sepan convertir su casa así de bonita como una iglesia.
Haz que la caridad de nuestros Pastores anime y encienda la caridad de todos los fieles, en tal manera que todas las vocaciones y todos los carismas, infundidos por el Espíritu Santo, puedan ser acogidos y valorizados.
Pero sobre todo, Señor Jesús, concédenos el ardor y la verdad del corazón a fin de que podamos dirigirnos a tu Padre celestial, haciendo nuestras las mismas palabras, que usaba San Juan María Vianney:
Te amo, mi Dios, y mi solo deseo
es amarte hasta el último respiro de mi vida.
Te amo, oh Dios infinitamente amable,
y prefiero morir amándote
antes que vivir un solo instante sin amarte.
Te amo, Señor, y la única gracia que te pido
es aquella de amarte eternamente.
Dios mío, si mi lengua
no pudiera decir que te amo en cada instante,
quiero que mi corazón te lo repita
tantas veces cuantas respiro.
Ti amo, oh mi Dios Salvador,
porque has sido crucificado por mí,
y me tienes acá crucificado por Ti.
Dios mío, dame la gracia de morir amándote
y sabiendo que te amo. Amén.
Vatican News
No hay comentarios:
Publicar un comentario