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lunes, 13 de mayo de 2024

La Ascensión de Cristo es una “anticipación de nuestro destino”, dice el Papa

 


La Ascensión, que conmemora la subida de Cristo al cielo cuarenta días después de su resurrección, no es una "partida", sino una "anticipación de nuestro destino", explicó el Papa durante el Ángelus

Durante la Ascensión, Cristo “nos atrae con Él como en una cuerda” hacia el Cielo, dijo el Papa Francisco durante el Ángelus del 12 de mayo de 2024. En este teleférico, subrayó, “nadie debe perderse ni quedarse atrás, porque somos un solo cuerpo”.

En Italia, como en muchos países donde el jueves de la Ascensión no es festivo, los católicos celebran el día de la Ascensión el domingo. Esta decisión fue tomada por los obispos italianos en 1977, y validada por el Papa Pablo VI, que se alineó con la decisión de sus hermanos obispos.

La Ascensión, que conmemora la subida de Cristo al cielo cuarenta días después de su resurrección, no es una “partida”, sino una “anticipación de nuestro destino”, explicó el Pontífice argentino a la gran multitud reunida en la plaza de San Pedro bajo un sol de verano.

Para ilustrarlo, puso como ejemplo el momento en que, subiendo una montaña, un caminante ve por fin el horizonte despejado, el paisaje revelado, y sabe que la cumbre no está lejos.

“Es entonces cuando todo el cuerpo encuentra la fuerza para afrontar la ascensión final”, subrayó el Papa Francisco. Cristo, que es como la cabeza de este alpinista, atrae así “todo el cuerpo” hacia el Cielo.

Este destino es conocido por los creyentes “a través de su Palabra y de la gracia de los Sacramentos”. Y en esta ascensión, insistió el Papa, “el paso de uno es un paso para todos”. En efecto, como Iglesia, “nadie debe perderse ni quedarse atrás, porque somos un solo cuerpo”.

Solo queda dar los “pasos”, aseguró el Pontífice. Para ello, Cristo pide a sus discípulos que realicen las “obras del amor”: “dar la vida, llevar la esperanza, alejarse de toda malicia y mezquindad, responder al mal con el bien, estar cerca de los que sufren”.

Al caminar, los creyentes se dejan “transformar” por el Espíritu, concluyó el Papa. “Cuanto más seguimos su ejemplo, más, como en la montaña, sentimos que el aire que nos rodea se vuelve ligero y puro, el horizonte amplio y la meta cercana, las palabras y los gestos se vuelven buenos, la mente y el corazón se dilatan y respiran”.

IMedia, Aleteia

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