Nory Camargo, CatholicLink
Tantas cosas nos quitan hoy la paz, las cuentas por pagar, las necesidades del hogar, las preocupaciones del trabajo o cualquier otra cosa. Muchas veces los problemas nos quitan el sueño, nos debilitan y nos alejan de nuestros seres queridos. Ser padre o madre en tiempos como los que ahora vivimos significa todo un reto. Anteriormente las mujeres se dedicaban 100% a sus hogares y al cuidado de sus hijos, mientras que el hombre era el encargado de traer el sustento al hogar.
Tal vez muchos de nosotros contamos con esa dicha, con la gran fortuna de tener a nuestros padres y abuelos vivos, aquellos irremplazables seres humanos que nos esperan siempre con los brazos abiertos y con cálidas sonrisas. Este video inquietó mi corazón por varias razones, en primera instancia parece que a medida que crecemos se nos borra el cassette, se nos van lejos aquellos recuerdos de niños, se nos olvida que también fuimos pequeños inquietos a los que solo les importaba jugar. Nos volvemos duros y rígidos, fríos e insensibles, no solo con las personas que nos rodean en el trabajo o en los negocios sino con nuestros propios hijos.
Recuerdo que cuando era pequeña la palabra “angustia” no existía en mi vida, solo importaba estar cerca de mamá o papá, solo importaba obtener ese permiso que en ocasiones costaba tanto para salir a jugar. Nos embargaba una emoción inconmensurable al tener la oportunidad de jugar a las escondidas, a “la lleva”, “congelados”, no sé qué recuerdos tienes de tu infancia. Yo recuerdo que el frio no era frio si estabas jugando, que no importaba si te ensuciabas porque esa era la gracia, que el hambre se iba a pasear a un mejor lugar cuando estábamos con nuestros amigos. Todos éramos increíblemente creativos, así las rocas podían convertirse en tortugas, los palos en espadas, la escoba en caballo, la chaqueta en capa o una caja en palacio, solo nuestras mejillas enrojecidas y el sudor de nuestra frente eran la prueba de la diversión.
Puede que no tengas recuerdos tan dulces como muchos otros, puede que tus padres hayan sido bastante duros en la crianza pero eso no quiere decir que no hayamos sido niños, que no hayamos tenido deseos de divertirnos. No hay que cometer ese error con nuestros hijos, no hay que privarlos del juego, no hay que prohibirles que imaginen que los cojines de la sala se conviertan en un fuerte de batalla, no hay que regañarlos cuando quieran ayudar en el jardín o cuando quieran participar en la cocción de un pastel. Somos los encargados de mostrarles el mundo, de enseñarles a diferenciar entre el bien y entre el mal, de corregirlos con un mazo envuelto en algodón, de moldear sus corazones para que sean personas llenas de compasión, ¡qué gran misión se nos ha otorgado desde lo alto!
La sorpresa que se llevan estos padres al ver que su niño interior es su propio hijo se convierte en una escena conmovedora, quitémonos entonces el disfraz de adultos y compartamos más tiempo con nuestros hijos, dejemos que la seriedad se vaya de vacaciones y démosle la bienvenida a la creatividad y a las carcajadas. Nuestros hijos nos necesitan, desean que nos arrodillemos en el piso y juguemos sin ser nosotros quienes impongan las reglas, juguemos a los dinosaurios, a la cocinita, a ser cantantes o bomberos, deja que tu hija juegue contigo a las muñecas y si eres hombre deja que te ponga moñitos en la cabeza y te siente en su mesa a tomar el té.
Un sabio dicho dice que los hijos son prestados y es cierto, algún día crecerán y se marcharan de casa para ir tras sus sueños, no se quedaran a tu lado por siempre. Por eso es importante que disfrutemos cada segundo que podamos en su compañía.
Pertenezco a una era digital, nací sin que nadie me enseñara como usar un teléfono celular o una laptop y no puedo negar que la tecnología es de gran ayuda, pues gracias a ella puedo llegar a muchos de ustedes, pero pienso que el uso que le damos a ella algunas veces no es el correcto. Tal vez a muchos no les guste lo que voy a decir, pero no estoy de acuerdo en que los padres reemplacen el juego con sus hijos por aparatos móviles, bien es cierto que los niños de ahora nacen con un chip que les permite manejar estos dispositivos mejor que nosotros, lo que no quiere decir que este bien. A menudo veo a padres entusiasmados con la idea de regalarle ipads, tablets y celulares a sus hijos,¿no será mejor regalo darles tiempo de calidad a nuestros hijos? Muchos padres ni siquiera saben que les gusta a sus hijos, no tienen idea de cuál es su plato favorito, su escondite preferido, cual es la película que más les gusta.
El tiempo no se puede retroceder, amemos a nuestros hijos, juguemos con ellos y dediquémosle el mayor tiempo posible. Si eres de los que se marcha al trabajo cuando ellos aun duermen y vuelves cuando ya están a punto de volver a la cama (creo son la mayoría de los padres) programa tu tiempo, déjale una nota a tu hijo al lado de su mesita de noche, dile que lo extrañas, que arme un plan divertido para el fin de semana y prométele que estarás ahí para cumplir la aventura. Si eres de los que lleva el trabajo a casa, has una pausa y pregúntale como estuvo su día, detén tus actividades por una hora y haz algo divertido con ellos.
Un sabio dicho dice que los hijos son prestados y es cierto, algún día crecerán y se marcharan de casa para ir tras sus sueños, no se quedaran a tu lado por siempre. Por eso es importante que disfrutemos cada segundo que podamos en su compañía. Quiero dejarles dos interrogantes para reflexionar: ¿Cómo quieres que te recuerden tus hijos?, ¿cuántas horas les dedicas diariamente? ¡Cuéntanos que ideas tienes para pasar más tiempo con tus hijos y dinos que recuerdos tienes de tu infancia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario