Hoy, día 28 de diciembre, la Iglesia Católica recuerda una fecha en la que,
según el Nuevo Testamento, el Rey Herodes dictó una orden de
asesinato a todos los niños menores de dos años que hubieran
nacido en Belén.
Según el evangelio de Mateo, se trataría de una especie de venganza
ya que no se le dieron indicaciones en relación al nacimiento
de Jesús. Por ello decidió matar a todos esas personas humanas
indefensas. Así pues, este día es conocido como el de los Santos
Inocentes.
Más de uno aprovecha este día para secundar una absurda tradición
bromista de tildar de “inocente” a quien se crea cierta falacia elaborada
a propósito. Ahora bien, no soy yo partidario de invertir mi tiempo
libre en una broma que puede llegar a ser pesada o de mal gusto.
Como sabéis, España es uno de tantos países del mundo
donde, por desgracia, la legislación no sólo no garantiza
un derecho esencial -y natural- como es la vida humana
desde el momento de la fecundación, sino que atenta también
contra la ética médica al no prohibir el aborto: un asesinato
de autoría médica contra criaturas humanas e indefensas pero
no nacidas aún.
Casi cien mil abortos hubo el año pasado, mientras que,
en estas décadas, se acumulan más de dos millones. No hay
ninguna clase de impedimento legal. De hecho, financiamos todo
esto con nuestros impuestos, con aquellos por los que
sacrificamos expectativas de empresas, puestos de trabajo,
herencias familiares, inversiones extranjeras, etc.
Se mantiene la legislación abortista del año 2010 (Ley Aído), que
no se limita a la de los tres supuestos (año 1985), y ninguno de los
diecisiete “reinos de Taifas” ha querido hacer un desafío
moralmente aceptable, por lo menos, restringiendo la
financiación de esta práctica inhumana con dinero público.
Pero, bajo cierto punto de vista, quizá sea peor que la defensa del derecho
a vivir del no nacido lleve años ausente del debate político a
nivel de “mainstream”. No existe ningún partido político con
epresentación que sea fervientemente pro-vida. Ocurre lo mismo que
con la falta de libertad económica y el invierno demográfico, que
nadie se preocupa de ello.
No obstante, parece haber más preocupación por los animales. Recientemente
se ha aprobado una ley que considera a los animales “seres sintientes” y no
“meros objetos” (ninguna formación se opuso a la misma), cosa que no es
que me parezca mal, ya que repudio el maltrato animal. El problema se debe
a la incoherencia que supone el ser a la vez partidario del aborto.
En relación a los humanos, solo hay ocurrencias que igualmente
atentan contra la dignidad humana. Llevan meses en el Congreso
de los Diputados debatiendo una ley de “muerte digna” -se
acabaría legalizando la eutanasia-, y no es descartable que pronto
comience a abordarse la legalización de los vientres de alquiler
(el bebé acabaría siendo cosificado).
Tampoco se habla en ninguno de los principales medios de comunicación
españoles al respecto. Luego, me duele reconocer que no hay ningún
gran clamor social en España que dé la cara por el no nacido
(no quiero menospreciar la excelsa labor de algunos sectores de
la sociedad civil). Más de uno adopta una postura esnobista
si no es entreguista por acomplejamiento.
El caso es que la “cultura de la muerte” (concepto muy bien definido por
San Juan Pablo II) no es algo testimonial, desgraciadamente.
Incluso instituciones de orden supranacional como la Unión
Europea y la Organización de las Naciones Unidas pretenden
que se desproteja al no nacido.
Y bien, una vez dicho todo esto, emplazo a mis hermanos, a todos,
a incurrir en una buena actitud fraternal basada en concienciar
a la clase política y otras entidades de la importancia de defender
al no nacido, que es un ser humano con derecho a vivir.
No restemos importancia a lo que es un homicidio de autoría médica.
Es imposible quedarse en un término medio, ya que entonces
seguirías justificando el aborto. Desafiemos censuras y
complejos, y logremos que el no nacido deje de ser el más olvidado
y algo desprotegido.
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Dios nos ama tanto que hasta ha querido amarnos con un corazón humano traspasado.
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jueves, 28 de diciembre de 2017
El no nacido, aún el inocente más olvidado
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