Evangelio según San Juan 1,29-34.
Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. |
A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo. |
Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel". |
Y Juan dio este testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. |
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo'. |
Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios". |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
San Cirilo de Alejandría (380-444) |
“He aquí el Cordero de Dios”
Y en verdad, un solo cordero murió por todos, preservando así toda la grey de los hombres para Dios Padre: uno por todos, para someternos todos a Dios; uno por todos, para ganarlos a todos; en fin, para que todos no vivan ya para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos… |
Estando efectivamente implicados en multitud de pecados y siendo, en consecuencia, esclavos de la muerte y de la corrupción, el Padre entregó a su Hijo en rescate por nosotros, uno por todos, porque todos subsisten en Él y Él es mejor que todos. Uno ha muerto por todos, para que todos vivamos en Él. |
La muerte que absorbió al Cordero degollado por nosotros, también en Él y con Él, se vio precisada a devolvernos a todos la vida. Todos nosotros estábamos en Cristo, que por nosotros y para nosotros murió y resucitó. |
Abolido, en efecto, el pecado, ¿quién podía impedir que fuera asimismo abolida por Él la muerte, consecuencia del pecado? Muerta la raíz, ¿cómo puede salvarse el tallo? Muerto el pecado, ¿qué justificación le queda a la muerte? Por tanto, exultantes de legítima alegría por la muerte del Cordero de Dios, lancemos el reto: “¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, infierno, tu aguijón?” |
Como en cierto lugar cantó el salmista: A la maldad se le tapa la boca, y en adelante no podrá ya seguir acusando a los que pecan por fragilidad, porque “Dios es el que justifica. Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose por nosotros un maldito”, para que nosotros nos veamos libres de la maldición del pecado. (EDD) |
Oración
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo ten piedad de nosotros
ten piedad de nosotros
danos la paz
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