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sábado, 28 de enero de 2023

Evangelio del día


Evangelio según San Marcos 4,35-41.

Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla".
Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua.
Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.
Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?". Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!". El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.
Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?".
Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Comentarios sobre los salmos, sl 54,10; CCL 39,664


«Increpó al viento y dijo al lago: '¡Silencio, cállate!»

Estás en el mar y llega la tempestad. No puedes hacer otra cosa que gritar: «¡Señor, sálvame!» (Mt 14,30). Que te extienda su mano el que camina sin temor sobre las olas, que saque de ti tu miedo, que ponga tu seguridad en él, que hable a tu corazón y te diga: «Piensa en lo que yo he soportado. ¿Tienes que sufrir de un mal hermano, de un enemigo de fuera de ti? ¿Es que yo no he tenido los míos? Por fuera los que rechinaban de dientes, por dentro ese discípulo que me traicionaba».
Es verdad, la tempestad hace estragos. Pero Cristo nos salva «de la estrechez de alma y de la tempestad» (Sl 54,9 LXX). ¿Está sacudido tu barco? Quizás sea porque en ti Cristo duerme. Un mar furioso sacudía la barca en la que navegaban los discípulos y, sin embargo Cristo dormía. Pero por fin llegó el momento en que los hombres se dieron cuenta que estaba con ellos el amo y creador de los vientos. Se acercaron a Cristo, le despertaron: Cristo increpó a los vientos y vino una gran calma.
Con razón tu corazón se turba si te has olvidado de aquel en quien has creído; y tu sufrimiento se te hace insoportable si el recuerdo de todo lo que Cristo ha sufrido por ti, está lejos de tu espíritu. Si no piensas en Cristo, él duerme. Despierta a Cristo, llama a tu fe. Porque Cristo duerme en ti si te has olvidado de su Pasión; y si te acuerdas de su Pasión, Cristo vela en ti. Cuando habrás reflexionado con todo tu corazón lo que Cristo ha sufrido, ¿no podrás soportar tus penas con firmeza cuando te lleguen? Y con gozo, quizás, a través del sufrimiento, te encontrarás un poco semejante a tu Rey. Sí, cuando estos pensamientos empezarán a consolarte, a producirte gozo, has de saber que es Cristo que se ha levantado y ha increpado a los vientos; de él vendrá la paz que has experimentado. «Yo esperaba, dice un salmo, al que me salvaría de la estrechez de alma y de la tempestad». (EDD)

Oración

Alzare mis ojos a los montes, ¿de dónde vendrá mi Socorro?
Mi socorro viene de Yahvé, que hizo los cielos y la tierra».

Tú, oh Creador, eres nuestro socorro; en tiempos de oscuridad,
eres el sol que alumbra nuestro camino;
en esos momentos de sed espiritual que debilitan nuestro espíritu,
tu vienes a nosotros cual lluvia refrescante y vivificadora, y renuevas nuestro espíritu marchito.

Si Dios es con nosotros, ¿Quién contra nosotros? ¿De quién temeremos si tu estas entre nosotros?
Tu mirada está siempre sobre nosotros y conoces nuestras luchas y agonías
antes que nosotros las experimentemos. ¡Y te compadeces de tu pueblo!
Enséñanos como ser discípulos y discípulas fieles y a confiar plenamente en ti.
Ayúdanos a crecer en la fe, en esa que quizás todavía está débil necesita madurar en ti,
hasta que tu voluntad y la nuestra sean una.
En el nombre de Jesucristo quien creció en gracia y sabiduría delante de ti.

Amén.

(resourceum.org)

Lea también la primera lectura del día

¿Cuál es su fe de usted?

Heb 11:1 La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven.
Heb 11:2 Por ella fueron alabados nuestros mayores....

Heb 11:8 Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba.
Heb 11:9 Por la fe, peregrinó por la Tierra Prometida como en tierra extraña, habitando en tiendas, lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de las mismas promesas.
Heb 11:10 Pues esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Heb 11:11 Por la fe, también Sara recibió, aun fuera de la edad apropiada, vigor para ser madre, pues tuvo como digno de fe al que se lo prometía.
Heb 11:12 Por lo cual también de uno solo y ya gastado nacieron hijos, numerosos como las estrellas del cielo, incontables como las arenas de las orillas del mar.
Heb 11:13 En la fe murieron todos ellos, sin haber conseguido el objeto de las promesas: viéndolas y saludándolas desde lejos y confesándose extraños y forasteros sobre la tierra.
Heb 11:14 Los que tal dicen, claramente dan a entender que van en busca de una patria;
Heb 11:15 pues si hubiesen pensado en la tierra de la que habían salido, habrían tenido ocasión de retornar a ella.
Heb 11:16 Más bien aspiran a una mejor, a la celestial. Por eso Dios no se avergüenza de ellos, de ser llamado Dios suyo, pues les tiene preparada una ciudad...
Heb 11:17 Por la fe, Abraham, sometido a la prueba, presentó a Isaac como ofrenda, y el que había recibido las promesas, ofrecía a su unigénito ,
Heb 11:18 respecto del cual se le había dicho: Por Isaac tendrás descendencia.
Heb 11:19 Pensaba que poderoso era Dios aun para resucitar de entre los muertos. Por eso lo recobró para que Isaac fuera también figura.













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