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lunes, 26 de febrero de 2024

Evangelio del día


 

Libro de Daniel 9,4b-10.

¡Ah, Señor, Dios, el Grande, el Temible, el que mantiene la alianza y la fidelidad con aquellos que lo aman y observan sus mandamientos!
Nosotros hemos pecado, hemos faltado, hemos hecho el mal, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y tus preceptos.
No hemos escuchado a tus servidores los profetas, que hablaron en tu Nombre a nuestros reyes, a nuestros jefes, a nuestros padres y a todo el pueblo del país.
¡A ti, Señor, la justicia! A nosotros, en cambio, la vergüenza reflejada en el rostro, como les sucede en este día a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los que están cerca y a los que están lejos, en todos los países adonde tú los expulsaste, a causa de la infidelidad que cometieron contra ti.
¡A nosotros, Señor, la vergüenza reflejada en el rostro, y también a nuestros reyes, a nuestros jefes y a nuestros padres, porque hemos pecado contra ti!
¡Al Señor, nuestro Dios, la misericordia y el perdón, porque nos hemos rebelado contra él!
Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, para seguir sus leyes, que él puso delante de nosotros por medio de sus servidores los profetas.


Salmo 79(78),8.9.11.13.

No recuerdes para nuestro mal
las culpas de otros tiempos;
compadécete pronto de nosotros,
porque estamos totalmente abatidos.

Ayúdanos, Dios salvador nuestro,
por el honor de tu Nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados,
a causa de tu Nombre.

Llegue hasta tu presencia el lamento de los cautivos,
preserva con tu brazo poderoso
a los que están condenados a muerte.
Y nosotros, que somos tu pueblo

y las ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias para siempre,
y cantaremos tus alabanzas
por todas las generaciones.


Evangelio según San Lucas 6,36-38.

Jesús dijo a sus discípulos:
«Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

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Bulle

Santa Faustina Kowalska (1905-1938)
religiosa
Diario, nº 163 (La Divina Misericordia en mi alma, Editorial Padres Marianos, 4ª edic. autorizada Stockbridge, Massachussets 2001, p. 66-67)


¡Que tu misericordia, Señor, repose dentro de mí!

Cuantas veces respira mi pecho, cuantas veces late mi corazón, cuantas veces pulsa la sangre en mi cuerpo, esa cantidad por mil, es el número de veces que deseo glorificar Tu misericordia, oh Santísima Trinidad.
Deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti, oh Señor. Que este más grande atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
Ayúdame a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo. (…)
Que tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí. (EDD)

Oración

Bendito Dios, me encuentro de nuevo ante ti con el corazón arrepentido y buscando tu guía hacia el sendero del bien. Gracias a Ti, Padre Todopoderoso, tenemos abiertas las puertas del paraíso al aceptarte en nuestros corazones. Que tu verdad sea conocida por todos en el mundo.

Amado Dios, sé que mi presencia en estos momentos es indigna ante Ti. Pero es cierto también que tu grandeza es infinita, es por eso que acudo buscando de tu misericordia, de tu gran compasión ante esta persona que ha cometido pecado.

Nosotros, como seres humanos, somos imperfectos. Somos seres que caemos constantemente en pecado. Pero ante Ti, Padre Amado, reconociendo nuestro actuar corrompido y pidiendo nuestra absolución, todo lo perdonas. Confieso, Padre Amado, que he pecado.

Sé, Padre, que me he alejado de tu camino. Esto me ha sumido en una profunda tristeza. Te he fallado, Padre. El pecado nos aleja de tu sendero y nos nubla la visión. Tengo el corazón arrepentido y por eso acudo a Ti.

Te pido, Señor Todopoderoso, que me perdones por la falta cometida. En estos tiempos mi fortaleza se vio doblegada ante las tentaciones del mundo y sucumbí porque de carne estoy hecho y la carne es débil. Padre, yo imploro tu misericordia.

Padre Celestial, Tú que reinas en las alturas, observar nuestro actuar, vigilas nuestros pasos, nos cuidas y siempre estás atento cuando clamamos por Ti. Yo ahora me arrodillo implorando tu nombre, por tu perdón. Así también pido por la absolución de los pecados de mis prójimos.

Dios amado, reconozco que he pecado, acepto mis faltas cometidas, reconozco que me alejé del sendero de tu Santo nombre y tu verdad. Soy una persona que ha cometido pecado, y arrepentido, me presento ante Ti. Ten compasión de mí, Padre Amado.

Padre que moras en los cielos, mi gratitud siempre estará contigo. Por haber colmado mi vida con Tus bendiciones. Obra nuevamente sobre mí, posa Tu mano santísima y restaura este corazón adolorido que confundió su sendero por otro en del mundo. Bendito seas mi Señor.

Grande eres en los cielos y en la tierra. Todopoderoso Señor, Tu amor colma sobrepasa las montañas y Tu santa presencia es la única lumbrera en este mundo sumido en las tinieblas del pecado. Alabado seas siempre por lo siglos de los siglos. Amén.

(unidosenoracion.org)

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