Nacida en España, la madre Electra llegó a México hace ocho años para trabajar con niños, enfermos y sacerdotes. Hoy está al frente de la pastoral de la salud
Nacida en Cáceres, Extremadura, España, es médico internista de profesión. Cuando cursaba el bachillerato descubrió su vocación religiosa, pero sus padres le pusieron como condición que estudiara primero una carrera para que conociera algo más, ya que solo había estudiado en colegio de monjas. Le pareció bien lo planteado por sus padres, así que partió a Salamanca para hacer la carrera en Medicina.
Ella es María Electra Perianes Díaz, vive en México desde hace ocho años y se dedica a atender la casa hogar que las religiosas Josefinas de la Santísima Trinidad tiene en Celaya, Guanajuato.
Su labor en la pastoral de la salud
La madre Electra, como la conocen quienes trabajan cerca de ella, no es una religiosa común. Cuando es necesario, viste su hábito, pero para el trabajo duro, usa pantalones de mezclilla y su playera de la pastoral sanitaria. Es en este momento la directora la casa hogar.
Hace algunos años, el obispo emérito de Celaya, Benjamín Castillo, le pidió tomar el cargo como coordinadora de la dimensión diocesana de la pastoral de la salud.
En tiempo de pandemia organizó el equipo de «Sacerdotes COVID», a quienes capacitó para entender la enfermedad, les mostró a qué se estaban enfrentando y les enseñó a usar y quitarse el equipo de protección personal (EPI), porque «también había que cuidarles a ellos», comenta la hermana.
El cuidado de sus «hijos» de la casa hogar
Entre sus múltiples ocupaciones, la religiosa se ocupa de sus 10 «hijos». «Son niños que nos llevan las diferentes procuradurías del Estado de Guanajuato», aclara, pero hace hincapié en algo: «bueno, como las mamás no somos, porque las mamás no se sustituyen tan fácil», sonríe. Sin embargo, en la casa hogar les dan un ambiente de familia a los niños mientras están con ellas.
Los niños permanecen en la casa hogar desde que son retirados de la familia hasta que se resuelve su estatus legal, ya sea que pasen a adopción o se reintegren con algún familiar. Pero, agrega «mientras estén ahí, que sean lo más felices posible».
Su trabajo como docente
Otra labor que Sor Electra desempeña es la de la docencia de una escuela de odontología, donde imparte clases de bioética. Dice que «la experiencia es muy bonita con los chicos»; desde su visión, es muy bueno estar en contacto con ellos porque «es una manera de tocarnos el pulso como sociedad» y siempre se siente muy acogida por ellos. Percibe que los jóvenes son buenos y tienen, en su mayoría, una bonita dinámica familiar, viven con valores, participan en grupos, e incluso, se ha encontrado con varios que desean hacer labor social en la casa hogar.
Para concluir, la madre Electra menciona que sí es feliz. Mucho le costó aceptar su vocación, sobre todo porque sus padres no estaban de acuerdo, pero actualmente, aclara: «me siento muy afortunada y agradecida de estar aquí en Celaya», finaliza.
Mónica Muñoz, Aleteia
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