Francisco recordó en el Ángelus que la Cuaresma es el momento apropiado para combatir las pasiones que arruinan nuestra vida interior.
Francisco ha suspendido su agenda desde este domingo por la tarde hasta el viernes para unos ejercicios espirituales cuaresmales. No habrá, por tanto, audiencia general de los miércoles, que es la segunda gran cita del Papa con los fieles en una semana ordinaria.
La otra es el Ángelus en la Plaza de San Pedro, al que no faltó este primer domingo de Cuaresma para comentar el Evangelio que relata las tentaciones de Jesús en el desierto por parte de Satanás.
"También a nosotros se nos invita en Cuaresma a entrar en el desierto", dijo el Papa, "esto es, en el silencio, en el mundo interior, a la escucha del corazón, en contacto con la verdad".
Dicen las Escrituras, señaló, que durante esos cuarenta días Cristo vivía entre fieras y los ángeles le servían. Ambas realidades son también, "en un sentido simbólico", nuestra compañía espiritual.
Las fieras
Por un lado, las fieras, que son "las pasiones desordenadas que dividen nuestro corazón intentando poseerlo: nos cautivan, nos parecen seductoras, pero si no tenemos cuidado corren el riesgo de destrozarnos".
Francisco puso nombre a esas "bestias selváticas" que son "los vicios": el ansia de riquezas, "que aprisiona en el cálculo y la insatisfacción"; la "vanidad del placer, que condena a la inquietud y a la soledad"; el ansia de fama, "que genera inseguridad y una necesidad continua de confirmación y protagonismo".
La buena mañana animó a numerosos fieles a escuchar al Papa en el Ángelus.
"Codicia, vanidad, avaricia... son como fueras y como tales hay que domarlas y combatirlas, o de lo contrario devorarán nuestra libertad", proclamó el pontífice, y "la Cuaresma nos ayuda a entrar en el desierto interior para corregir estas cosas".
Los ángeles
Pero en el desierto interior, además de la fieras (las pasiones) están "los ángeles, los mensajeros de Dios que nos ayudan y nos hacen bien: de hecho, su característica, según el Evangelio, es el servicio, exactamente lo contrario de la posesión típica de las pasiones".
Frente a las tentaciones que "nos desgarran", los espíritus angélicos "nos recuerdan los buenos pensamientos y sentimientos sugeridos por el Espíritu Santo": "Las buenas inspiraciones divinas nos unifican y nos hacen entrar en armonía, aquietan el corazón, infunden el gusto de Cristo, infunden el sabor del cielo".
Dos preguntas para la Cuaresma
Pero para captar esas "inspiraciones de Dios" hay que entrar en el silencio y la oración, y la Cuaresma es el tiempo para hacerlo, dijo Francisco, por lo cual propuso meditar dos cosas:
-¿cuáles son las pasiones desordenadas, las fieras que se agitan en mi corazón?
-¿permito que la voz de Dios me hable al corazón y lo custodie, retirándome un poco en el desierto o dejando algún espacio en la jornada para pensar en esto?
J.M.C., ReL
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