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domingo, 11 de febrero de 2024

Evangelio del día - ¿No sería muchísimo mejor escucharlo con la familia proclamado en la Santa Misa presencial?

Libro del Levítico 13,1-2.45-46.

El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
Cuando aparezca en la piel de una persona una hinchazón, una erupción o una mancha lustrosa, que hacen previsible un caso de lepra, la persona será llevada al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos, los sacerdotes,
La persona afectada de lepra llevará la ropa desgarrada y los cabellos sueltos; se cubrirá hasta la boca e irá gritando: "¡Impuro, impuro!"
Será impuro mientras dure su afección. Por ser impuro, vivirá apartado y su morada estará fuera del campamento.


Salmo 32(31),1-2.5.11.

¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado
y liberado de su falta!
¡Feliz el hombre a quien el Señor
no le tiene en cuenta las culpas,

y en cuyo espíritu no hay doblez!
Pero yo reconocí mi pecado,
no te escondí mi culpa,
pensando: “Confesaré mis faltas al Señor”.

¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado!
¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos!
¡Canten jubilosos los rectos de corazón!


Carta I de San Pablo a los Corintios 10,31-33.11,1.

En resumen, sea que ustedes coman, sea que beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios.
No sean motivo de escándalo ni para los judíos ni para los paganos ni tampoco para la Iglesia de Dios.
Hagan como yo, que me esfuerzo por complacer a todos en todas las cosas, no buscando mi interés personal, sino el del mayor número, para que puedan salvarse.
Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el ejemplo de Cristo.


Evangelio según San Marcos 1,40-45.

Se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: "Si quieres, puedes purificarme".
Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado".
En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente:
"No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio".
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

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Bulle

Isaac de Stella (¿-c. 1171)
monje cisterciense
Sermon 11, 6-13 (PL 194, in “Lectures chrétiennes pour notre temps”, Abbaye d'Orval, 1972), trad. sc©evangelizo.org


Cristo con su esposa, la Iglesia, perdona los pecados

Dos cosas corresponden solo a Dios: el honor de recibir la confesión de los pecados y el otorgar su remisión. Por eso, es únicamente a Dios que hay que confesarlos.
El Todopoderoso y Altísimo, habiendo tomado una esposa débil e insignificante, de esta servidora hizo una reina. (…) Todo lo que es al Padre es al Hijo y todo lo que es al Hijo es al Padre, por su misma unidad de naturaleza. Igualmente, el Esposo ha dado todos sus bienes a la esposa y ha tomado a cargo todo lo que pertenece a la esposa, que ha unido a él y a su Padre. (…)
El Esposo, uno con el Padre y uno con la esposa, ha eliminado en ella todo lo que encontró de extraño, fijándolo a la cruz. Llevó sus pecados sobre el madero, destruyéndolos por el madero. Lo natural y propio de la esposa, él lo ha asumido y revestido. Lo que es propio y divino de él, lo ha dado. (…)
Comparte la debilidad de la esposa y su gemido, todo es común al Esposo y a la esposa: el honor de recibir la confesión de los pecados y el poder de su remisión. Es la razón de esta palabra: “Ve a presentarte al sacerdote” (Mt 8,4). (EED)

Oración

Bendito Dios, otra vez me encuentro ante Ti con el corazón lleno de arrepentimiento, listo para recibir tu bendición. Declaro que solo Tú eres el creador del universo y que en tu inmenso amor nos diste la salvación a través de Jesucristo, Tu hijo, para tener así la vida eterna.

Padre Amado, hoy acudo a Ti como parte de tu rebaño pidiendo que alejes de mí todo pensamiento impuro. Sabes Tú de la lucha constante que tienen tus hijos contra la tentación del maligno. Por eso, Padre amado, imploro para que rompas esas ataduras que el mundo me impone.

Fiel soy a tu palabra, Dios mío. Sin embargo la tentación es fuerte y mi carne sigue siendo carne y por ende débil. Y el mundo, con su maldad aún me llama. No quiero regresar a él, Padre Amado. Por eso, por el poder de tu nombre, ruego para disolver toda atadura con mi pasado carnal.

(Unidosenlaoracion)

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