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sábado, 11 de enero de 2025

Evangelio del día

Adoración del Niño Jesús por San Juan Bautista,

Lectura del Evangelio

En aquel tiempo: Jesús y sus discípulos fueron a la campiña de Judea, y él se quedó allí con ellos y estaba bautizando. Juan también bautizaba en Aenón, cerca de Salim, porque allí había mucha agua, y la gente venía y se bautizaba, porque Juan aún no había sido encarcelado.

Surgió una discusión entre unos discípulos de Juan y un judío sobre la purificación. Se acercaron a Juan y le dijeron: 'Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien diste testimonio, mira, está bautizando, y todos acuden a él'. Juan respondió: "Nadie puede recibir una sola cosa si no le viene del cielo. Vosotros mismos me dais testimonio de que dije: "Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado antes que él". El que tiene la novia es el novio. El amigo del esposo, que está de pie y le oye, se alegra mucho a la voz del esposo. Por tanto, esta alegría mía es ahora completa. Él debe aumentar, pero yo debo disminuir.'

Reflexión sobre el cuadro

La lectura del Evangelio de hoy concluye con las conmovedoras palabras finales de Juan el Bautista: 'Él debe crecer, pero yo debo disminuir'. Después de esto, Juan es encarcelado y finalmente decapitado, sellando así su martirio. Reconoció que su misión estaba llegando a su fin y que el ministerio de Jesús, que ahora empezaba en serio, iba a ocupar el centro del escenario. Estas palabras reflejan la profunda humildad de Juan, que disminuía voluntariamente su importancia para exaltar a Cristo. Fue un momento de transición, en el que los ministerios de Juan y Jesús se solaparon brevemente.

 

A lo largo de las Escrituras, se hace referencia a Jesús con muchos nombres, siendo quizá el más frecuente el de Señor. Sólo en el Nuevo Testamento, el término Señor aparece 3.322 veces. Según el Oxford English Dictionary, un señor es "una persona que tiene autoridad, control o poder; un maestro, jefe o gobernante". Al aceptar a Jesús como Señor de nuestras vidas, le permitimos que tome las riendas, que se haga más grande; nuestros egos, en cambio, deben disminuir. De ahí que todos debamos pronunciar las palabras de Juan el Bautista: Cristo debe aumentar, pero yo debo menguar.

El cuadro que acompaña a la reflexión de hoy es obra de Lucas Cranach el Viejo, uno de los principales artistas alemanes del siglo XVI. Cranach fue amigo íntimo de Martín Lutero (1483-1546) y se convirtió en el principal propagandista visual de la Reforma protestante. Conocido como Pictor celerrimus ('el más rápido de los pintores'), sus contemporáneos se maravillaban de la rapidez con que producía sus obras. Cuesta creerlo, visto lo detallado de sus cuadros. En nuestro cuadro, vemos a Juan el Bautista vestido con un traje de pelo de camello, acariciando tiernamente un cordero mientras está arrodillado ante el Niño Jesús. Juan señala directamente a Cristo. Cristo es a quien debemos seguir. El Niño sostiene una cruz de la que sale una serpiente, símbolo del pecado original. La serpiente se dispone a morder el pie izquierdo de Cristo, que a su vez descansa sobre un esqueleto humano. Esta imaginería concuerda estrechamente con la teología luterana: Martín Lutero enseñaba que la humanidad hereda la culpa adámica y existe en estado de pecado desde el momento de la concepción. Así pues, el cuadro de Cranach transmite una profunda teología al tiempo que ilustra la humildad y la alegría de Juan el Bautista en presencia de Cristo.

by Padre Patrick van der Vorst





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