El Pontífice cumple otro gesto en el contexto del Jubileo de la Misericordia en un comedor para personas sin techo
“Si tú quieres encontrar a Dios, búscalo en la humildad, búscalo en la pobreza, búscalo donde Él está escondido: en los más necesitados, en los enfermos, los hambrientos, los encarcelados”, dijo el Papa este viernes 18 de diciembre en un refugio y comedor para personas sin techo en Roma.
Francisco abrió la Puerta Santa de la Caridad en ocasión del Jubileo de la Misericordia en el refugio de la Caritas “Don Luigi Di Liegro” adyacente a la estación ferroviaria de Termini, en el centro de la capital italiana.
En su homilía, Francisco destacó que Jesús camina entre la gente y no escogió para su vida en la tierra, “un palacio de lujo” o una madre “duquesa” o “princesa”. Al contrario, prefirió la sencillez.
¿Cómo seremos juzgados?, preguntó. “Jesús –insistió el Papa– no dirá: ‘Tú vienes conmigo porque has hecho tantas ofrendas a la Iglesia”.
Así, indicó que el cielo no es para el “benefactor de la Iglesia”, porque el cielo “ no se paga con el dinero” ni lo obtienen “personas importantes” con “tantos honores” “¡No! Los honores no abren la puerta del cielo”, remarcó.
Este gesto del Papa lo hizo para acompañar y animar el servicio de los centros de acogida de la Caritas diocesana, y apoyar el servicio de voluntarios y operadores dedicados a los pobres, desocupados y personas sin techo.
“Por esto, hoy al abrir esta Puerta Santa quisiera que Jesús abriera el corazón de todos…. y les haga ver cuál es el camino de la salvación. No hay lujo. No hay un camino de grandes riquezas”, destacó.
¿Cómo ir al cielo? Pues, “no hay camino para el poder. Está el camino de la humildad. Los más pobres, los enfermos, los encarcelados… pero Jesús dice más: los más pecadores si se arrepintieran nos precederán en el cielo”, dijo.
Asimismo, destacó dos cosas para pedir al Señor en el Jubileo: “Lo primero, que el Señor nos abra la puerta de nuestro corazón. A todos…porque somos pecadores”. Y segundo, que nos haga entender que “el camino de la suficiencia, que el camino de las riquezas, que el camino de la vanidad, que el camino del orgullo, no son caminos de salvación”.
El Obispo de Roma pidió que “el Señor nos dé la gracia de sentirnos descartados porque nosotros no tenemos ningún mérito”. Y en esta humildad de sentirnos necesitados de Dios encontremos la “misericordia y la gracia”.
El rito
“Esta es la puerta del Señor (y los asistentes respondieron en coro: por esta entran los justos). Ábranme la puerta de la Justicia (en coro respondieron los co-celebrantes: Yo entraré para agradecer al Señor). Por tu gran Misericordia entraré en tu casa, Señor”, dijo para luego abrir la Puerta Santa ante los aplausos de los presentes de la otra parte.
Después del rito de apertura, el Papa entró en la estructura del Comedor “San Juan Pablo II”.
Así se encontró con los 200 huéspedes del comedor que reciben asistencia -por lo menos un plato de comida caliente al día, especialmente durante el duro invierno europeo-, además de orientación para mejorar sus condiciones de vida.
La mayoría de los huéspedes son personas de nacionalidad italiana mayores de cincuenta años y extranjeros que tienen como punto de encuentro la estación de trenes de Roma, para encontrar refugio en sus altos pórticos y salidas.
En el comedor, se colocó el altar donde el Papa presidió la misa. Algunas de las personas sin hogar participaron activamente en la eucaristía a través de las lecturas y en el servicio.
Dios camina entre nosotros con humildad
En la homilía Francisco destacó: “Dios viene a salvarnos. No encuentra mejor forma para hacerlo que caminar junto a nosotros. Hacer la vida como nosotros”.
“En el momento de escoger la manera de hacer su vida no escoge la vida de una gran ciudad, de un gran imperio -afirmó-. No elige una princesa, una duquesa como madre; una persona importante. No elige un palacio de lujo”.
“Parece que todo haya sido hecho intencionalmente, casi a escondidas. María, una jovencita de 16 o 17 años, no más. En una aldea perdida en las periferias del imperio romano que nadie conocía… José era un muchacho que la amaba y quería casarse con ella. Un carpintero que se ganaba el pan cada día”, añadió.
Todo era sencillez en la vida de Jesús
El Pontífice prosiguió: “Todo era sencillez, todo escondido. Y también el rechazo, porque eran novios, y en una aldea tan pequeña, ustedes saben cómo son los chismes….José se dio cuenta de que ella estaba embarazada. Pero él era justo. Todo escondido, también con la calumnia, con las habladurías”.
Y el ángel le explicó a José el misterio, continuó el Papa: “Ese hijo que lleva en su vientre tu novia es obra de Dios, es obra del Espíritu Santo… Cuando se levantó del sueño, hizo lo que le había ordenado el ángel del Señor. Fue a buscarla y se casó con ella. Todo en secreto, todo en humildad”.
¿Dónde hay que buscar a Dios?
“Las grandes ciudades del mundo no sabían nada. Así es Dios entre nosotros. Si tú quieres encontrar a Dios, búscalo en la humildad, búscalo en la pobreza, búscalo donde Él está escondido en los más necesitados; en los enfermos, los hambrientos, los encarcelados”, constató.
Asimismo, indicó que cuando Jesús predica dice cómo seremos juzgados antes de entrar al cielo.
“¿Cómo seremos juzgados? No dirá: ‘Tú vienes conmigo porque has hecho tantas ofertas a la Iglesia. Tu eres un benefactor de la Iglesia, ven al cielo, ven al cielo’ ¡No! La entrada al cielo no se paga con el dinero ¡No! ‘No dirá tu eres muy importante, has estudiado tanto, has tenido tantos honores, ven, ven al cielo ¡No! Los honores no abren la puerta del cielo”, remarcó.
“¿Qué nos dirá Jesús para abrirnos la puerta del cielo? Estaba hambriento y me has dado de comer, era sin techo y me has dado una casa, era así. Estaba enfermo, estaba en la cárcel y viniste a visitarme. Jesús está en la humildad. El amor de Jesús es grande”, respondió.
Abrir la puerta del corazón
De esta manera, explicó el gesto realizado hoy de abrir la Puerta Santa en un refugio para sin techo: “Por esto, hoy al abrir la esta Puerta Santa quisiera que Jesús abriera el corazón de todos los romanos y les haga ver cuál es el camino de la salvación. No hay lujo. No es un camino de las grandes riquezas”.
“No es camino para el poder. Está el camino de la humildad. Los más pobres, los enfermos, los encarcelados…. pero Jesús dice más: los más pecadores si se arrepintieran nos precederán en el cielo. Ellos tienen la llave. Aquel que hace la caridad se deja abrazar por la Misericordia del Señor.
“Nosotros hoy abrimos esta puerta y pedimos dos cosas -dijo-: Lo primero, que el Señor nos abra la puerta de nuestro corazón. A todos. Todos tenemos necesidad. Todos somos pecadores. Todos tenemos la necesidad de escuchar la palabra del Señor.
“Segundo, que el Señor haga entender que el camino del Suficiencia, que el camino de las riquezas, que el camino de la vanidad, que el camino del orgullo no son caminos de salvación”, reiteró.
Y pidió “que el Señor nos haga entender que su caricia de Padre, su misericordia, su perdón es cuando nosotros nos acercamos a aquellos que sufren, aquellos descartados de la sociedad”.
Sentirse descartados, sentirnos cerca a Dios
El Obispo de Roma aseguró que “allí está Jesús. Esta puerta, que es la puerta de la caridad, la puerta donde son asistidos tantos, tantos descartados, nos haga entender que sería bonito que cada uno de nosotros, que cada uno de los romanos se sintiera descartado y sintiera la necesidad de la ayuda de Dios”.
Por último pidió rezar para que la misericordia y la caridad invada nuestras ciudades: “Hoy nosotros rezamos por todos los habitantes de Roma, comenzando por mí, para que el Señor nos dé la gracias de sentirnos descartados porque nosotros no tenemos ningún mérito”.
“Solamente Él nos da la misericordia y la gracias. Y para acercanos a esa gracia debemos acercarnos a los descartados, a los pobres, aquellos que tienen más necesidad. Porque por ese acercarse seremos juzgados”, aseguró.
“Que el Señor hoy abriendo esta puerta dé gracias a toda Roma, a todo habitante de Roma, para llevar adelante este abrazo de la misericordia donde el padre toma al hijo herido, pero el herido es el padre, Dios está herido de amor -concluyó-. Y por eso es capaz de salvarnos a todos. Que el Señor nos de esta graciaa”.
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