Obispo valiente para defender al inocente
A veces es interesante contrastar el lenguaje y estilo de los santos antiguos con el lenguaje de la Iglesia del siglo XXI.
"Se ha de evitar que el empleo de recursos financieros esté motivado por la especulación y ceda a la tentación de buscar únicamente un beneficio inmediato, en vez de la sostenibilidad de la empresa a largo plazo, su propio servicio a la economía real".
¿Quién escribió esto?
Y otra frase: "La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona".
El autor de estos pensamientos es Benedicto XVI, en su encíclica Caritas in Veritate (puntos 45 y 40). Muchos han oído que Benedicto XVI habló de los orígenes morales de la crisis financiera y económica, y sin duda era algo sobre lo que meditaba, pero en sus textos de mayor rango doctrinal no lo detalla con frases lapidarias.
En otros documentos se acerca más: en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, del 31 de enero de 2012, habla de "el sentimiento de frustración por la crisis que agobia a la sociedad, al mundo del trabajo y a la economía; una crisis cuyas raíces son sobre todo culturales y antropológicas”.
San Ambrosio hace muchos siglos se preocupaba en promover la justicia social.
En realidad, Ambrosio no es contrario al progreso social, sino todo lo contrario: ayudó a cristianizar el Imperio en una época en que muchos amos cristianos liberaban a sus esclavos, en que las leyes iban limitando y humanizando la esclavitud (impidiendo el maltrato a los esclavos, la separación de las familias, etc...) y buscaba impedir la esclavitud por deudas.
Y, de fondo, resuena su predicación contra la corrupción. Porque en esa época, como en la nuestra, el origen de la crisis es moral.
En la película de Lux Vide de 2010 sobre San Agustín, San Ambrosio entra en la corte imperial para protestar contra el caso de un hombre vendido como esclavo por sus deudas... deudas falsas. Esta escena ilustra a la perfección la pasión del santo contra este abuso social.
El díálogo al final de la escena:
San Ambrosio: "Me pregunto dónde estará la verdad".
San Agustín: "O si el hombre puede encontrarla..."
San Ambrosio: "No Agustín. No. El hombre no encuentra la verdad, debe permitir que la verdad le encuentre a él".
Cfr. P.J.Ginés / ReL
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