¿Cuál de estos hábitos está más presente en tu vida?
¿Qué entiendes por resiliencia?
¿Has visto aquellos payasitos con cuerpo de muelle? Un juguete que presionas y alargas a voluntad que no sufre ningún daño?
Así es la resiliencia en la física: la capacidad que un tiene un material de volver a su estado original después de colocar una fuerza o presión sobre él.
Pero en psicología, la resiliencia significa otra cosa.
El concepto define la capacidad de una persona de enfrentar y superar dificultades transformándose a sí misma en alguien más fuerte en el proceso.
Debemos tener cuidado. Algunos hábitos que pasan desapercibidos en el día a día pueden debilitar tu resiliencia con el tiempo.
Mira:
1. Evitar situaciones difíciles y enfrentamientos
Si una persona provista con resiliencia es capaz de lidiar con situaciones adversas, huir de cualquier cuestión y evitar enfrentamientos es caminar en sentido contrario.
Empiezas a sentir miedo e inseguridad y es sólo cuestión de tiempo antes de retroceder ante los problemas. Cuando te topes dudando demasiado, recuerda: no pospongas, incluso las cuestiones menores.
Por más difícil que sea, vencer cada desafío es lo que te vuelve más fuerte.
2. Mantener personas tóxicas y negativas cerca de ti
Ese es un hábito delicado, finalmente, tú puedes pensar que necesitas convivir con esas personas que sólo chupan tu energía. No es necesario y no hay nada de malo en eso.
Las relaciones saludables traen efectos saludables para ambas partes. Por eso piensa con cuidado si las personas, a su vez, te incentivan y creen en ti.
Las experiencias de la vida son gasolina de aprendizaje para potenciar tu resiliencia. Pero al dar espacio al negativismo de los demás, el desánimo y la incredulidad en uno mismo empiezan a brotar.
3. Remover preocupaciones y no buscar incentivos que te revitalicen
Es muy bueno ser independiente y resolver las cuestiones por sí mismo. Aún más, no dejes que tus preocupaciones se apoderen de ti.
Platica con alguien de confianza y abre tu corazón. Buscar incentivos revitalizantes sólo empoderan más tu capacidad de resiliencia.
Y nada como ver otro ángulo de los problemas. Desahogarse es quitarte peso de encima, recibir incentivos y compartir experiencias positivas.
4. No desistir de la zona de confort
Una cosa que mi mamá siempre dice es que la zona de confort no tiene nada de confortable.
Y es por un simple motivo: no haces cambios, no te desarrollas, no experimentas lo nuevo y quedas preso en las mismas rutinas y hábitos de siempre.
Es como aquel vecino que reclama sobre el precio del mercado del barrio y sigue comprando en el mismo lugar. Si no cambias, no avanzas. Si reclamas, tampoco.
La resiliencia te lleva a lugares nunca antes alcanzados, ¿sabes por qué? Porque surge el valor para avanzar en la dirección de tus objetivos.
Entonces ya sabes, si deseas estudiar, trabajar, pedirle a él o ella matrimonio, hacer un intercambio o hacer algo completamente diferente, abandona tu zona de confort.
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5. No agradecer con más frecuencia por las pequeñas cosas
¿Te acuerdas cuándo fue la última vez que agradeciste por algo o alguien en tu vida cotidiana?
Hasta parece que nada sucede o que son necesarias cosas grandiosas para llamar nuestra atención. Pero no es necesario buscar en nuestra memoria grandes hechos.
Al principio de febrero sonreí por un mensaje de cumpleaños. En éste, una persona especial me hablaba sobre cosas que habíamos aprendido mutuamente. Yo lo agradecí.
No fue sólo un mensaje, no para mí. Y puedes pensar, es más fácil sentirse agradecido por grandes acontecimientos. Por otro lado, no te olvides de las cosas que parecen pequeñas en apariencia pero son enormes en su significado.
6. Ser optimista al decidir, pero no considerar los contras como el otro lado de la moneda
Lo bueno de ser optimista es que crees que las cosas van a salir bien. Tú dudas menos en tomar decisiones.
El hábito que puede confundir tu resiliencia consiste en no considerar los contras con el mismo énfasis.
Cuando sólo intentamos ver lo mejor de todo sin sopesar los riesgos y otras posibilidades, hay una gran posibilidad de sufrir por las expectativas creadas.
Si analizas los pros y los contras de la misma forma, serás capaz de lidiar mejor en caso de que el resultado no sea el esperado. Y, además de eso, creará las condiciones para pensar en soluciones y nuevos caminos para realizar lo que deseas.
7. Mentirse a sí mismo sobre el comportamiento de otras personas
¿Cuánta presión emocional aguanta tu corazón?
No somos de juguete como el payacito con cuerpo de muelle. Si alguien pisotea tus sentimientos, la caída y el tiempo de recuperación pueden ser largos.
La cuestión es dejar de mentirte a ti mismo sobre los comportamientos que no controlas. Afirmaciones como: “Fue sólo esta vez”, “Él/ella van a cambiar si cedo de nuevo”, “Si yo hiciera esto va a ser mejor”…
No pongas sobre tus hombros la responsabilidad de generar cambios que no te competen. Las personas necesitan tener el deseo de transformarse a sí mismas positivamente.
Y mentir para disculparlas no resuelve el problema
8. Ser óptimo consejero, pero a la hora de poner en práctica…
No puedes ver a nadie con problemas que ya levantas la bandera de apoyo. Y qué bueno ser alguien tan confiable. Sólo que no te olvides hacer lo mismo por tus propias cuestiones.
Sé que, a veces, es más fácil mirar el problema de afuera, cuando no se está en el ojo del huracán. Pero tus consejos deben valer para ti también.
Lo bueno de compartir experiencias de vida es que podemos aprender y enseñar medios de transformar las dificultades. Y cuanto más aplicas lo que dices a otras personas, más preparado estás para enfrentar los desafíos.
9. Huir del autoanálisis
Del autoanálisis surge el autoconocimiento y el autodominio. Cuando te conoces bien, sabes qué defectos necesitas trabajar y qué cualidades usar a tu favor.
La capacidad de superar las dificultades que la resiliencia proporciona es elevada con el autoanálisis. Tú empiezas a tener más autoconsciencia de tu responsabilidad sobre las causas y efectos de tu vida.
Si has huido del autoanálisis, tal vez por mentirte a ti mismo por el motivo que sea, cambia de actitud.
Al abandonar ese hábito, empiezas a actuar de forma más concreta sobre tus propias cuestiones personales. Sin contar con el hecho de que actúas de forma más flexible en el día a día.
10. Buscar respuestas para todo lo que no sale bien todo el tiempo
Va por mí, ya he sido así. Pensaba que tenía que tener respuestas para todo, principalmente cuando las cosas no salían bien.
Y entonces me quedaba completamente frustrada por no tener las respuestas. Y cuando tiene que ver con relaciones humanas, los resultados son aún más imprevisibles.
Independientemente de tener o no una explicación para todo, enfócate en la reacción que tendrás frente a las circunstancias. Y que sea la más positiva posible y que te ponga en movimiento, siempre adelante.
La resiliencia es tu superpoder, ¡úsalo sin moderación!
Por Awebic
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