Cuando nuestros hijos se sienten comprendidos les es más sencillo seguir las reglas y las sanas costumbres del hogar
Hay relaciones humanas que luego -absurdamente- damos por hecho y creemos que no hay que trabajar en ellas, como si estas se “debieran” de dar en automático. Y es que por su misma naturaleza damos por sentando que ya no necesitan de más. Una de ellas es la relación más pura y noble que pueda existir: la de padres e hijos. Es tan sublime y delicada que por lo mismo hay que protegerla, embellecerla y alimentarla creando entre nosotros conexiones emocionales que nos unan desde el amor.
“Porque lo digo yo” no es conectarnos desde el amor. Conectarnos emocionalmente es honrar sus emociones, validar sus ideas, escuchar sus sentimientos, abrazar su interior, entender qué es lo que sienten, respetar sus ideas y ayudarle a que las transforme de una forma inteligente, meternos en su mundo, encauzar y embellecer su forma de ser, reconocer que ellos también son seres pensantes capaces de tomar decisiones inteligentes cuando les mostramos el camino de la verdadera libertad.
Vincularnos emocionalmente es esencial tanto ellos como para nosotros porque una relación sólida da pie a la amabilidad y a la generosidad, a la empatía y a la aceptación. Cuando nuestros hijos se sienten comprendidos les es más sencillo seguir las reglas y las sanas costumbres del hogar. Además, al estar emocionalmente conectados es más fácil que nos escuchen, no por miedo, sino por propia voluntad porque se saben entendidos por sus padres.
Algunas investigaciones han arrojado que por cada palabra negativa hay que decir 5 positivas y sucede lo mismo con las interacciones personales. Para mantener una relación sana, en equilibrio se necesitan de 5 interacciones positivas por cada negativa. Es decir, por cada vez que les estamos mandando, sermoneando, regañando, gritando y, a veces, hasta nalgueando, debemos esforzarnos 5 veces más por lograr una sola conexión positiva. Es cierto, educar desde el amor cuesta más, pero los frutos que se cosecharán serán muy dulces.
¿Cómo hacer para crear o mantener esta conexión? No necesitas hacer cosas fuera de serie, sino hacer de lo ordinario un suceso extraordinario. Que todo sea pretexto para conectar sus corazones. La autora Laura Markham, PhD sugiere algunas:
- 12 abrazos o contacto físico al día.Con los niños mayores hay que crear la conexión. Prueba ofrecerle un vaso de limonada mientras masajeas sus pies y le preguntas sobre su día.
- Jugar y divertirse. Hagan de la risa un hábito diario. La risa les ayuda a desconectarse de las ansiedades y el juego incita a los niños a querer cooperar.
- Fuera aparatos cuando interactúen. Los hijos siempre recordarán que ellos fueron más importantes que cualquier aparato. Tanto así que sus papás dejaban todo para escucharlos.
- Pasen tiempo uno a uno. Haz lo necesario para pasar mínimo 15 minutos con cada niño a solas todos los días y durante ese tiempo dedícale toda tu atención.
- Bienvenidas las emociones. Enseñarles a que las expresen y a que las encausen, no a que las repriman. ¡Si, los niños también lloran!
- Escucha y muestra empatía. La conexión comienza con una escucha total. Procura ver sus cosas desde su perspectiva y mantén silencio. Solo puedes expresar: ¡Bravo! ¿De verdad? ¿Qué sentiste? “¡Wow!”
- Vivan más despacio y saboreen el momento. Cada interacción durante todo el día es una oportunidad para conectarse. Vivan el momento presente al máximo. ¡No hay prisa!
- Hora de dormir. Toma tiempo para estar con él acurrucado en la cama y platicar. Esos momentos son mágicos y por vivir de prisa pocas veces les damos el valor que tienen.
- Sé un padre presente, aquí y ahora. ¿Sabías que tu hijo solo tiene cerca de 900 semanas de infancia contigo antes de abandonar el hogar? Aprovechen al máximo estar con él siendo padres totalmente presentes, tanto física como emocionalmente. Creen momentos que hagan que sus corazones se derritan.
Nunca obviemos que porque son nuestros hijos ya deben de saber que los amamos y que damos la vida por ellos. O que por ese amor deben tenernos confianza y platicarnos sus cosas. Nuestro vínculo emocional, sobre todo, por el bien de ellos hay que reforzarlo día a día, haciendo cosas que comuniquen amor. Recordemos que ese lazo, ni la muerte lo destruye.
Luz Ivonne Ream, aleteia
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