Bellas y dolorosas imágenes de la Virgen María
sosteniendo a su hijo muerto en brazos
Cariñosa, apacible y misericordiosa, a veces abatida por el dolor y el sufrimiento. Así es como María aparece en las pinturas que representan a la Piedad, la figura de la Madre sosteniendo el cuerpo de Jesús entre sus brazos, tras haber estado en la cruz.
Las esculturas son las obras de arte más populares de este tipo: todo el mundo conoce la mundialmente famosa Piedad de Miguel Ángel en mármol blanco que se encuentra en el Vaticano.
El sufrimiento de la Madre de Dios y la relación con su hijo ha sido un tema tratado con bastante frecuencia en las pinturas occidentales y orientales.
Aleteia muestra algunas pinturas e iconos que pueden motivarte a contemplar los acontecimientos fundamentales de la Pasión de Cristo.
Una pintura de Annibale Carracci, pintor italiano del Barroco temprano. A pesar del drama de la escena, que muestra una madre agonizante con su hijo muerto en las rodillas, la obra transmite paz y tranquilidad. Los ángeles que acompañan a María están pintados en tonalidades más cálidas, como si proviniesen de un mundo diferente. Si se contemplan las figuras principales, se pueden apreciar en la parte derecha una espina y varios clavos. Se representan de forma tan realista que uno siente escalofríos si piensa en el dolor que le causaron al cuerpo de Cristo. [de la colección del Museo de Historia del Arte en Viena)
Otra Piedad de Carracci. Pintada en 1606, representa a María y a otras tres mujeres. Seguramente, se trata de una discípula de Jesús, María Magdalena (la figura principal con una túnica amarilla), la madre de Santiago y José (que en la Biblia se denomina la madre de los hijos de Zebedeo) y Salomé, que sostiene a María. [de la colección de la Galería Nacional de Londres]
La Piedad de Charles Le Brun fue pintada en los años 1643-1645. El aire de tristeza en la escena no proviene en tanta medida de las emociones que muestra María en su rostro, puesto que aquí aparece preocupada por envolver el cuerpo de Jesús en una mortaja, y parece ausente. El peso de la desesperación de la Virgen María se destaca por las tonalidades oscuras que rodean las figuras y las nubes negras en el cielo. Se puede apreciar la palabra ‘ΙΗΣΟΥΖΟ’, que significa Jesús, en el manuscrito misterioso que se encuentra debajo de la corona de espinas. Puede que este rollo sea la sentencia de muerte que se pronunció contra Jesús. [Museo del Louvre]
El nombre del icono deriva de la novena canción del canon del Sábado Santo: “No llores por mí, madre, que observas en el sepulcro a tu Hijo, a quien has concebido sin la semilla en el fruto de tu vientre. Resucitaré y entonarán mis alabanzas, y en esta magnificencia sin fin, Yo, como Dios, elevaré a todos los que canten tu gloria en la Fe y el Amor”. Icono anónimo
Una versión del icono “No llores por mí, Madre”. La Madre de Dios está sola, pero sus manos indican que ha sostenido a Cristo momentos antes. Su figura entera, su dolor y añoranza se dirigen hacia Él.
MAGDALENA GALEK Este artículo fue publicado originalmente en la edición polaca de Aleteia y ha sido traducido y adaptado para los lectores de Aleteia en español.
No hay comentarios:
Publicar un comentario