Minutos antes de ser trasladado al hospital Gemelli de Roma para ser operado por riesgo de obstrucción intestinal, el Papa Francisco pronunció con normalidad su audiencia general de cada miércoles destinada en este caso a Santa Teresita como patrona universal de las misiones.
Según informó la Santa Sede en un comunicado, el traslado ha sido motivado por complicaciones en una hernia de la que deberá ser operado este mismo miércoles, permaneciendo ingresado durante varios días.
La audiencia estuvo presidida por las reliquias de Santa Teresita, presentes en la Plaza de San Pedro junto a Francisco.
Pero, ¿cómo puede ser que la santa nacida hace 150 años sea patrona de las misiones si nunca estuvo en misión?
En torno a esta pregunta, Francisco desarrolló la que es su decimosexta catequesis en torno a "la pasión por la evangelización y el celo apostólico del creyente".
En el caso de Santa Teresita, la respuesta se encuentra en que pese a su juventud y enfermedad, su corazón siempre fue "vibrante, misionero", lo que dejó plasmado en su diario al escribir que "quería serlo no solo por algunos años, sino durante toda la vida, hasta el fin del mundo". Un deseo que aunque no le llevó a recorrer el mundo evangelizando, le permitió ser "hermana espiritual de diversos misioneros" a los que acompañaba "con sus cartas, con la oración y ofreciendo por ellos continuos sacrificios".
Sin aparecer, explicaba Francisco, "intercedía por las misiones como un motor que, escondido, da a un vehículo la fuerza para salir adelante". Una actitud que le llevó a la incomprensión por parte de las religiosas que le acompañaban, "pero aceptó todo con amor, con paciencia, ofreciendo junto a la enfermedad también los juicios y las incomprensiones".
Fortaleza e intercesión
Para Francisco, la vida y dedicación de Santa Teresita y su "fuerza misionera" e intercesora no se entienden sin dos episodios que sucedieron antes de que comenzara su vida en el monasterio.
El primero, "le cambió la vida" y "Dios obró un milagro en su corazón", explicó el Papa. Fue el día de Navidad de 1886, cuando estaba cerca de cumplir los 14 años y su padre no quiso ir a verla abrir los regalos.
"Teresa, de carácter muy sensible y propensa a las lágrimas, se sintió mal, subió a su habitación y lloró. Pero rápido se repuso, bajó y llena de alegría, fue ella la que animó al padre. ¿Qué había pasado? Que, en esa noche, en la que Jesús se había hecho débil por amor, ella se volvió fuerte de ánimo: en pocos instantes había salido de la prisión de su egoísmo y de su lamento", mencionó el pontífice. Una actitud que permanecería en ella de por vida, dirigiendo su celo a los demás "para que encontraran a Dios en vez de buscar consolación para sí".
Como Santa Teresita, dijo Francisco, "misionero es cualquiera que vive como instrumento del amor de Dios, quien hace de todo para que a través de su testimonio, su oración, su intercesión, Jesús pase".
La santa plasmó aquel momento en Historia de un Alma: "Era necesario que Dios hiciera un pequeño milagro para hacerme crecer en un momento, y ese milagro lo hizo el día inolvidable de Navidad. En esa noche luminosa que esclarece las delicias de la Santísima Trinidad, Jesús, el dulce niñito recién nacido, cambió la noche de mi alma en torrentes de luz… En esta noche, en la que él se hizo débil y doliente por mi amor, me hizo a mí fuerte y valerosa; me revistió de sus armas, y desde aquella noche bendita ya no conocí la derrota en ningún combate, sino que, al contrario, fui de victoria en victoria y comencé, por así decirlo, `una carrera de gigante´".
Su primer hijo espiritual, un sanguinario asesino
Un segundo episodio tuvo lugar al conocer la condena de Enrico Pranzini, culpable del asesinato de tres personas y destinado a la guillotina sin querer recibir en consuelo de la fe. Él lo negó todo, la condena se mantuvo y Teresa "hizo todo lo que pudo" por la salvación y conversión del criminal.
Ya en el patíbulo, a las 4:30 de la mañana del 31 de agosto de 1887, Pranzini vio por última vez la celda de su prisión en La Roquette, en el mismo momento en que la joven Teresa rogó una vez más a Dios por su salvación: “Dios, estoy completamente seguro de que perdonarás a este infeliz Pranzini. Todavía lo pensaría si él no confesara sus pecados o no diera ninguna señal de dolor, porque tengo tanta confianza en Tu misericordia ilimitada; pero este es mi primer pecador, y por lo tanto pido una sola señal de arrepentimiento para tranquilizarme”, suplicó. Segundos después de las cinco de la mañana, la guillotina segó la vida del asesino.
Francisco recordó como Dios escuchó finalmente a la santa y como esta se alegró por el último acto en vida de su "primer hijo espiritual" al leer el periódico. "`Poco antes de apoyar la cabeza en el patíbulo, se volvió, cogió el crucifijo que le presentaba el sacerdote ¡y besó por tres veces sus llagas sagradas!´. La santa comenta: `Después su alma voló a recibir la sentencia misericordiosa de Aquel que dijo que habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por los noventa y nueve justos que no necesitan convertirse´".
"El motor de la misión"
¡Hermanos y hermanas!, exclamó Francisco antes de finalizar la catequesis, "esta es la fuerza de la intercesión movida por la caridad, este es el motor de la misión".
"Los misioneros no son solo los que hacen mucho camino, aprenden lenguas y son muy buenos anunciando. Misionero es cualquiera que vive como instrumento del amor de Dios, quien hace de todo para que a través de su testimonio, su oración, su intercesión, Jesús pase. Este es el celo apostólico que funciona por atracción. Uno no se vuelve católico porque sea forzado, sino porque es tocado por el amor", concluyó.
J.M.C., ReL
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